¿BÁRCENAS, RATO, MATAS, CORREA?
¡UNOS APRENDICES!
JUAN TORTOSA
Me imagino a Luis
Bárcenas en su particular confinamiento comentando con sus próximos las
novedades que vamos conociendo sobre el emérito y su fortuna: Soy un pringao,
seguro que comenta, al lado de lo suyo lo mío es puñetera calderilla.
O a Francisco
Granados, pobre, que lo que se dice in fraganti solo le han pillado un
milloncejo escaso en una maleta escondida en el trastero de casa… ¿Lo de Camps,
lo de Zaplana, lo de Mata, lo de Ignacio González? ¡Pecata minuta! Contar
billetes en un coche, como hacía Alfonso Rus, alcalde de Játiva, ¿recuerdan?
"Diez mil, once mil, doce mil…" ¡Menuda horterada!
Si Jesús Gil
viviera aún, seguro que estos días se estaría subiendo por las paredes. Y yo que
pensaba que no había nadie más listo!, andaría gritando por los pasillos de
aquel su famoso club financiero marbellí. Nunca consiguió sacarle tanta pasta a
sus amigos del Golfo.
¿Y de Rodrigo Rato,
qué me dicen ustedes? Seguro que no da crédito, él, con sus modestas tarjetas
black… Ni siquiera lo que haya llevado crudo por otros lados tienecomparación.
Seguro que nunca llegó a sacar mensualmente cien mil euros del banco durante
cuatro años seguidos!
Correa, el Bigotes,
y compañía, a ver, ¿cómo es que ninguno de ustedes tuvo jamás el detalle de
transferirle a alguno de sus amores 65 milloncitos de nada "por gratitud y
por amor"? ¡Pardillos!
Pedrojota, Rubido,
Marhuenda y compañía han vendido toneladas de papel con escándalos de tres al
cuarto en primera página. ¡Qué pena que los periódicos estén de capa caída
justo ahora! En el caso de ABC y La Razón, ni con la excusa de levantar ventas
se atreven a llevar el escándalo real en portada. Cuando no tienen más remedio
que referirse al asunto, lo hacen de puntillas y en ridículos faldones de
páginas par.
Cuarenta y cinco
años de tabúes, de comentarios de alto voltaje en las redacciones que nadie se
atrevía a publicar, han saltado por los aires. Oigo ahora las radios, incluso
las teles, leo informaciones en celulosa o en el ciberespacio y reconozco que,
tras tantos años de escuchar estas cosas en voz baja, no consigo acostumbrarme
del todo a que por fin se hable sin pelos en la lengua sobre los tejemanejes de
una persona que durante lustros, y en nombre de la bendita inviolabilidad, hizo
de su capa un sayo sabiendo que estaba protegido por un blindaje que para él, y
a la vista de los resultados, significaba un verdadero chollo que le permitía
llevar una vida de película.
El miércoles 8 de
julio fue la primera vez en la historia reciente que un presidente del gobierno
de España decidió dejarse de pamplinas a la hora de hablar de las
investigaciones al rey emérito. Esto fue lo que dijo textualmente Pedro
Sánchez: "Estamos siendo testigos el conjunto de la población española de
informaciones inquietantes que nos perturban a todos, a mí también. Primero,
hay medios de comunicación que no miran para otro lado, al contrario, se hacen
eco de esas informaciones; en segundo lugar, hay una Justicia que está actuando
y en tercer lugar, y esto es algo que agradezco, la propia Casa Real está
marcando distancias sobre esas informaciones".
La trascendencia de
la declaración no debió parecerle tal a ningún medio escrito en España; el
miércoles 9 solo aparecía en la primera de El País en un recuadro a la
izquierda, abajo y a una sola columna. El Correo lo refirió en un faldón a tres
columnas casi abajo del todo y para el resto no existía la noticia. Solo La
Vanguardia abrió arriba y a cuatro: "Sánchez agradece a la Casa Real que se
distancie del rey Juan Carlos".
Me imagino a Iñaki
Urdangarín, también en su particular y cómodo confinamiento, descojonándose por
lo bajito: me dejasteis tirado, ¿no? ¡pues ahí tenéis ahora!
No quiero ni
imaginarme la próxima cena de Navidad en familia, tampoco el discurso de
Nochebuena del rey joven, que desde su desafortunada intervención televisiva el
3 de octubre del 17, a propósito del 1-O en Catalunya, cada vez que comparece
en clave institucional lo hace peor.
Hay que reconocer
que su padre ahí lo bordaba. De hecho, ha conseguido resistir décadas a costa
del discurso del 23-F. Y de discurso en discurso ha ido llevando la
inviolabilidad con el arte suficiente para que el resto de asuntos fueran
quedando en la trastienda. Hasta ahora.
Queda mucho trabajo
por hacer con el subconsciente colectivo hasta que consigamos quitarnos de
encima esa especie de pudor y prevención aún existentes a la hora de hablar con
claridad sobre las "presuntas" irregularidades del rey emérito. En el
mundo del periodismo se nota bastante. Sin ir más lejos, el otro día en twiter
un colega de los que en ocasiones suele mojarse, calificaba sin embargo de
"fuerte" la declaración de Sánchez sobre el escándalo del rey Juan
Carlos que he citado más arriba. ¿Fuerte... o lógica? –le contesté. Ya era hora
de que algo empezara a moverse, ¿no? Vamos tarde, bastante tarde.
J.T.
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