TXITXARRITIS BASKA
JM AIZPURUA
No querido Anghel,
la “txitxarritis baska” no es mi enfermedad de cabecera. Es simplemente el amor
terrero a un lugar de los muchos que en el mundo residí y en el que no me
importaría demasiado morir o nacer. Me gusta Tenerife. Es una bella jaula donde
cualquier pájaro se encuentra a gusto siempre que tenga espíritu libre y sea
capaz de apreciar un tajinaste rojo.
Pero hay cuatro
halcones en la jaula que aliados al señorito llevan cinco siglos amargando la
vida del paisano que generación tras generación se ve obligado a salir del nido
y volar hacia tierras lejanas para poderse llevar un bocado por la noche.
Yo que cogí el
vicio en mi juventud del franquismo vasco, de tener un mundo interior donde
filtraba la porquería fascista para ver mi patria limpia, aquí también “veo”
otra Tenerife y paseando me abstraigo de sus desastres ecológicos, de su
miserable urbanismo, del horrendo clero que hace peinetas, de los travestidos
políticos de la coalición que cuadraron el círculo con el nacionalismo
constitucionalista, y de las 20 familias caciquiles, y con lo que queda, que
suele ser el pueblo llano, soy muy feliz en mis paseos. Cuestión de práctica.
Como ven llevo mi
txitxarritis con soltura.
Pero el RISCO me ha
llenado de estupor. ¿Cómo ha podido estar oculto tantos siglos? ¿Por qué
Guanarteme y los suyos no contaron su importancia a los invasores castellanos?
Hay mucho por saber, por fabular, y sobre todo por resarcir a la memoria de
aquellas tribus guanches que nos han querido presentar como trogloditas, y que
en realidad eran una sociedad arraigada en las islas durante siglos y que
habían constituido una cultura propia canaria-guanche sujeta a su
idiosincrasia, su ubicación y sus posibilidades. Pero en ella había orden
social, religión, arte y comercio, todo lo que arrasó el concepto supremacista
castellano, para implantar un sistema colonial, que aniquiló la dignidad del
nativo guanche, lo esclavizó o minorizó, y cuyos efectos son palpables hasta
hoy en día.
El relato debe
cambiar.
Me dicen: “El
nombre de Risco Caído se le puso porque empezaron a caerse las casas cuando la
población en su mayoría se fue a las zonas urbanas
La denominación del
lugar en época guanche que ha perdurado hasta nuestros días es ALMOGAREN DE ARTENARA
que en lengua guanche se diría solamente ARTENARA ALMOGAREN que significa
Santuario de lugar noble.
Literalmente un
Risco Caído cualquiera podría decirse TIMACHENAYA pero también sería correcto
TIMECHAYA.”
El siglo XXI, el de
Internet con la realidad que circula sin barreras es el momento propicio para
que la cacicada españolista deje de ser ley y relato. Nunca hubo buenas
intenciones católicas pues el “nacional-catolicismo” fue la coartada histórica
para sostener el imperialismo genocida que arrasó por donde la codicia de los
monarcas puso su pie. Oro y no Dios.
Y nos toca (mejor
os toca) a nosotros-vosotros, juventud canaria, crear el relato que, sin ira,
devuelva la dignidad a vuestros ancestros, aunque hayáis nacido en Vallecas
pues la mitificación es algo necesario para relatar el pasado desde el presente
y que sirva para un futuro prometedor para todos por igual. Olvidemos la finca
del godo y sus medianeros.
El agua pasada no
mueve el molino, pero nos dice como debe ser la que llega, y llegan malos
tiempo para una Canarias que no fue colonizada con ánimo de ser autónoma, si no
el de ser una tierra sin liderazgo ni sostenibilidad. Todo lo que la península
no quiso vino a Canarias, y jamás se invirtió en ella con propósito de crear
una sociedad autosuficiente y sostenible.
¿TIMECHAYA? nos
devuelve la dignidad guanche y nos pone a pensar.
Yo soy demasiado
optimista y utópico, pero ustedes pueden ya ir pensando que hará este
maravilloso Estado que en los tiempos buenos del turismo no trajo nada, ahora
cuando el turismo ya no sea motor económico de las islas.
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