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jueves, 25 de julio de 2019

TXITXARRITIS BASKA


TXITXARRITIS BASKA
JM AIZPURUA
No querido Anghel, la “txitxarritis baska” no es mi enfermedad de cabecera. Es simplemente el amor terrero a un lugar de los muchos que en el mundo residí y en el que no me importaría demasiado morir o nacer. Me gusta Tenerife. Es una bella jaula donde cualquier pájaro se encuentra a gusto siempre que tenga espíritu libre y sea capaz de apreciar un tajinaste rojo.
Pero hay cuatro halcones en la jaula que aliados al señorito llevan cinco siglos amargando la vida del paisano que generación tras generación se ve obligado a salir del nido y volar hacia tierras lejanas para poderse llevar un bocado por la noche.
Yo que cogí el vicio en mi juventud del franquismo vasco, de tener un mundo interior donde filtraba la porquería fascista para ver mi patria limpia, aquí también “veo” otra Tenerife y paseando me abstraigo de sus desastres ecológicos, de su miserable urbanismo, del horrendo clero que hace peinetas, de los travestidos políticos de la coalición que cuadraron el círculo con el nacionalismo constitucionalista, y de las 20 familias caciquiles, y con lo que queda, que suele ser el pueblo llano, soy muy feliz en mis paseos. Cuestión de práctica.
Como ven llevo mi txitxarritis con soltura.
Pero el RISCO me ha llenado de estupor. ¿Cómo ha podido estar oculto tantos siglos? ¿Por qué Guanarteme y los suyos no contaron su importancia a los invasores castellanos? Hay mucho por saber, por fabular, y sobre todo por resarcir a la memoria de aquellas tribus guanches que nos han querido presentar como trogloditas, y que en realidad eran una sociedad arraigada en las islas durante siglos y que habían constituido una cultura propia canaria-guanche sujeta a su idiosincrasia, su ubicación y sus posibilidades. Pero en ella había orden social, religión, arte y comercio, todo lo que arrasó el concepto supremacista castellano, para implantar un sistema colonial, que aniquiló la dignidad del nativo guanche, lo esclavizó o minorizó, y cuyos efectos son palpables hasta hoy en día.
El relato debe cambiar.
Me dicen: “El nombre de Risco Caído se le puso porque empezaron a caerse las casas cuando la población en su mayoría se fue a las zonas urbanas
La denominación del lugar en época guanche que ha perdurado hasta nuestros días es ALMOGAREN DE ARTENARA que en lengua guanche se diría solamente ARTENARA ALMOGAREN que significa Santuario de lugar noble.
Literalmente un Risco Caído cualquiera podría decirse TIMACHENAYA pero también sería correcto TIMECHAYA.”
El siglo XXI, el de Internet con la realidad que circula sin barreras es el momento propicio para que la cacicada españolista deje de ser ley y relato. Nunca hubo buenas intenciones católicas pues el “nacional-catolicismo” fue la coartada histórica para sostener el imperialismo genocida que arrasó por donde la codicia de los monarcas puso su pie. Oro y no Dios.
Y nos toca (mejor os toca) a nosotros-vosotros, juventud canaria, crear el relato que, sin ira, devuelva la dignidad a vuestros ancestros, aunque hayáis nacido en Vallecas pues la mitificación es algo necesario para relatar el pasado desde el presente y que sirva para un futuro prometedor para todos por igual. Olvidemos la finca del godo y sus medianeros.
El agua pasada no mueve el molino, pero nos dice como debe ser la que llega, y llegan malos tiempo para una Canarias que no fue colonizada con ánimo de ser autónoma, si no el de ser una tierra sin liderazgo ni sostenibilidad. Todo lo que la península no quiso vino a Canarias, y jamás se invirtió en ella con propósito de crear una sociedad autosuficiente y sostenible.
¿TIMECHAYA? nos devuelve la dignidad guanche y nos pone a pensar.
Yo soy demasiado optimista y utópico, pero ustedes pueden ya ir pensando que hará este maravilloso Estado que en los tiempos buenos del turismo no trajo nada, ahora cuando el turismo ya no sea motor económico de las islas.

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