JM AIZPURUA
¡Qué poco le gusta
al señorito Risco Cáido (así lo llaman allí)! El mundo se percata que los
habitantes canarios primitivos, desde un par de siglos antes que naciera
Cristo, no eran españoles-castellanos. Esta evidencia que los godos y godistas
llevan siglos disimulando se abre al mundo sin ambages, pura y cristalina: los
actuales canarios descienden de esos ancestros del risco y de la genocida
actuación de mestizaje que desde el siglo XVI realizaron los europeos y
mayoritariamente los castellanos peninsulares. Y como la paleogenética está ya
dictando cátedra: yo me callo.
Como el tema no les
hace gracia, los llaman “trogloditas” buscando en ese concepto la carga
negativa que contiene de barbarismo y atraso.
Pero la bendita
cueva los desarma: aquel pueblo era de gran inteligencia y conocimiento
matemático y astronómico, muy superior a la preparación de la banda de
conquistadores que posiblemente fueran incultos y analfabetos. Después de
masacrarlos, plumillas de poco pelo se encargaron durante siglos de ocultar las
huellas de su cultura e idioma, y para más seguridad los cambiaron de nombre
para ponerles identidad castellana, hasta llegar a un presente en que muchos de
ellos hoy ignoran su estirpe y asumen como propio el relato del invasor.
¡Gracias! Risco
Cáido que das luz de la cueva hacia dentro y hacia fuera. Recinto de
conocimiento canario antiguo, que da al nuevo canario rayos de autoestima, de
comprensión a sus raíces y esperanza de un futuro canario y no castellano,
dentro o fuera (lo dirán los votos) de donde haga falta; pero siempre canario
puro.
Los patriotas
canarios que en la represión, la persecución, el ostracismo, han llevado su
pensamiento con una dignidad guanche, se ven al fin ratificados por la ciencia
y los organismos mundiales para poder exponer sus principios vitales dentro de
un relato en el que su derrota ante Castilla no es el fin de nada, si no la
etapa genocida que todo pueblo padeció bajo el imperio de la monarquía
castellana, y hoy ya en época democrática vuelve el esplendor de aquel pueblo,
hoy desconocido, pero que devuelve la esperanza y la dignidad al conjunto de
los canarios del siglo XXI.
La luz del risco
daba las señales climáticas para cosechar y hoy debe dar las señales para que
la sociedad canaria encuentre su camino en el concurso de los pueblos mundiales
en los que deberá concurrir con su carácter macaronésico que aporta ventajas e
inconvenientes que deberá gestionar. Creo que estamos ante el nacimiento de una
nueva nación, Nación Canaria que el precursor Anghel defendió, que miles de
paisanos defendían de forma aislada, pero que en adelante esta nacionalidad
deberá ser reconocida por el Estado y la UE y tratada de forma diferente a la
colonial del pasado.
Desde el Risco las
cosas se ven claras, pero desde el valle, desde las urbes es más difícil
hacerse con criterios de futuro que asimilen la realidad canaria a una
evolución social buscando una mejora de las condiciones de vida y trabajo de la
ciudadanía. Y para ello es muy importante el aprecio a su linaje, la
consideración y el afecto a su condición canaria que ahora la UNESCO comenzará
a comprender y de su tutela pueden obtenerse conquistas necesarias para la
supervivencia de un pueblo que nunca fue “troglodita”, si no transformador de
una dura realidad de ecosistema volcánico que supo utilizar para la
supervivencia de su saga.
A nadie perjudica
la divulgación del Risco Cáido, salvo al godo recalcitrante que ya acabó su
relato tendencioso y colonizador pues la ciencia y el conocimiento basados en
la realidad han arrinconado.
Vamos al Risco;
canarios.
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