RÉQUIEM POR LA AUDACIA
DE SÁNCHEZ
JUAN TORTOSA
“Si usted puede
esperar, España no puede”, dicen los socialistas arrogándose la representación
total del país ¡¡TRAMPA!! Claro que no es bueno esperar, por eso hay que
pactar. Y no basta con que no haya investidura en septiembre, porque repetir
elecciones, como bien saben ellos, también lo alargaría todo indefinidamente.
Pero para pactar hay que ser audaz, y si alguna vez lo fue, Sánchez ya no
parece serlo.
Escribía este
domingo Rafael Simancas que presionar a Sánchez, retrasar la investidura o
repetir elecciones, son “juegos tácticos tan comprensibles como evidentes, pero
absolutamente inaceptables desde la perspectiva del interés general.” ¡Pero si
es lo que están haciendo los socialistas! ¿A quién quieren engañar?
Tras superar
golpismos en casa y furibundos ataques desde todos los ángulos del tablero, el
actual presidente en funciones nos hizo creer que por fin el PSOE iba a
practicar una política de izquierdas, pero eso parece que ya es historia. Ahí sigue,
cautivo de la larga sombra de los dinosaurios de plantilla (Felipe, Guerra,
Bono, Lambán, Page y compañía) y de la presión de la maquinaria del aparato del
partido en provincias, pueblos y buena parte de agrupaciones, donde se le
continúa considerando un intruso.
Diseminados por las
tertulias de todo color y condición, propagandistas disfrazados de tertulianos
machacan mañana, tarde y noche para convencernos de la necesidad de lo que han
dado en llamar “un gobierno europeísta y estable”.
La Vanguardia
apunta este lunes que el miedo a la discrepancias sobre Catalunya en el seno
del Consejo de Ministros es “una de las razones de más peso” para rechazar un
gobierno de coalición con Podemos. Se resucita así lo ocurrido en el comité
federal del 28 de diciembre de 2015, cuando se prohibió expresamente a Sánchez
pactar con quien en su programa llevara el reconocimiento del derecho a
decidir. Pero mienten y lo saben, porque si no fuera esto, sería otra cosa.
Puede que, en algún
momento, Pedro Sánchez piense que no cediendo ante Podemos se va a ganar a los
muchos que no lo quieren en su partido, pero está muy equivocado. No han tenido
más remedio que votarlo con la nariz tapada, pero no parecen dispuestos a
retirarse a sus cuarteles y dejarlo trabajar tranquilo. Nunca lo van a querer
porque no piensan perdonarle que los dejara en evidencia por dos veces, que les
ganara el pulso cuando quisieron mandarlo, sin éxito, a los infiernos para
siempre.
Tiene la
oportunidad ahora, si se atreve, de convertir al PSOE en un partido de futuro,
pero le resultará difícil si su apuesta es molestar lo menos posible a quienes
tantas veces le han hecho la cama. En el colegio electoral madrileño donde voté
el 28A, me entretuve observando la edad de quienes elegían papeletas socialistas
y muy pocos de los que lo hacían eran menores de cincuenta años. Si en el PSOE
no entienden que solo con canas no se llenan las urnas, a medida que los
pensionistas se vayan muriendo irán disminuyendo sus posibilidades.
Puede perder
Sánchez una magnífica oportunidad de modernizar el partido y también de
ilusionar al país. Tiene la obligación histórica de transmitir aire fresco en
sus gestos, en sus modos y en sus actitudes. Como amagó hace un año, tras ganar
la moción de censura, con el nombramiento de un gobierno competente y
paritario.
No debe permitir
que las trabas de esos poderes de los que tanto se habla en abstracto y en
sordina impidan las innovaciones. Hacerlo así es tener miedo, y si hay un
momento en que no debe haber lugar para el miedo es justo este que estamos
viviendo.
Ahora que Europa
está más presente que nunca en nuestro día a día y que nuestro país gana
influencia en las decisiones de Bruselas, es necesario actuar con la mayor
firmeza posible para enterrar para siempre el franquismo y encarar sin remilgos
los problemas territoriales pendientes. No puede ser, una vez más que Catalunya
sea la coartada para no pactar ¿Qué fue de aquella audacia que en algún momento
Sánchez nos hizo creer que tenía?.
J.T.
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