JM AIZPURUA
Éramos 180/ 170 en
los escaños de Madrid cuando tiramos a M Punto al cajón de la basura histórica.
Y hoy somos 199/151, pero alguno no se está enterando.
El proyecto
progresista, plurinacional, ha vencido de calle al facha, recentralizador y
neocons. Y cada uno de su padre y de su
madre, entre los 199 hay diversidad, la misma que existe en los linderos del
Estado, y son los 199 de igual valor democrático y representativo. No vengan
con milongas de escaños puros e impuros. La Democracia obliga a respetar todos
los escaños, de VOX o de HB BILDU.
Y le tocó a Sánchez
gestionar esos 199 escaños, sin complejos, sin tapujos, y sin concesiones al
trifachito ni a la patronal, pues estos perdieron en su 151, no llegando ni a
su amado 155.
Y cuando todo
estaba claro y diáfano, entró la mano oculta que entre coalición y cooperación
nos quiere hacer un lío incomprensible salvo que la avaricia por el sillón
obnubile a sus señorías.
Los abuelos, los
precarios, los dependientes, las mujeres, las viudas pensionistas, los
asalariados miserables, miramos asombrados a la pugna entre Iglesias y Sánchez
en la que no parece que hablan de lo nuestro y que por ello discuten; no. Al
parecer son otros los temas de discusión.
Se creen que la
subida del salario mínimo es un gran hito, pero, acompañada de subidas
generalizadas se queda en poco. Cuando fuimos a votar los del 199 pensábamos
que lo del IPC era ineludible después de la pelea que los pensionistas habíamos
desarrollado, pero en cuanto oímos Pacto de Toledo se nos hiela el alma. Algo
no marcha.
Y en la peor
decisión de su equipo, PODEMOS, insiste en entrar a como sea en un Gobierno
Sánchez que tiene unos planes diferentes a los del 199: se ve a la legua. Y
comete la torpeza de jurar lealtad ¿sin ver? ignorando que sus electores
tomamos nota y pese a lo que me gusta Alberto, y yo ya no les votaré más si
siguen erráticos y mendicantes.
Ese Gobierno
Sánchez 2019 es un polvorín en el que la izquierda respetable no debe
arriesgarse a entrar. Marchena y sus 155 sapos se agazapan a su vera. Y el
laboralazo y la mordaza aún gozan de buena salud sin que el Sanchismo haya
movido un músculo en su contra. Aún el pajarraco de la Rambla preside la ciudad
saludando la entrada de los cruceros, ahora con presidente estatal, nacional
canario, y alcalde; todos de Psoe.
¿Para que
arriesgarse a este Plan Sánchez, seguramente conciliador con las fuerzas vivas
más allá de su poderoso 199?
Podemos debe
someterse a su electorado, no a su camarilla, y dar sin dudar su voto de investidura
al equipo Sánchez, sin nada a cambio y sin ataduras, lo que le permitirá
lealtad a su electorado.
Entrar en el
Gobierno Sánchez, sin enfrentarse al Más España de los traidores, es abandonar
el espacio político de los 5 millones y dejar sin estructura política a una
corriente social de plurinacionalidad y progreso que irrumpió desde Madrid
despertando la esperanza de reformar un Estado que hace aguas.
El equipo de
Iglesias-Montero tiene unas labores urgentes de consolidación de partido, en
las que la poltrona gubernamental sería incompatible con ellas y dejaría el
campo abierto a los liquidacionistas de Errejón.
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