JM AIZPURUA
Me dice una lectora
asidua del Blog: “¿No ves nada bueno en Santa Cruz?”
¡Pues claro que sí!
Por eso vivo aquí. Pero tirar la basura peleando con las ratas, ver los
contenedores sucios en los barrios pobres y lustrosos en lo de los ricos,
pasear entre mendigos, ver parados sin esperanza en los bancos de los ancianos,
y sobre todo “sentir” la indiferencia ciudadana ante el declive de una capital
con inmenso potencial urbano y turístico; me hace más proclive a escribir de lo
que debe cambiar, que a aplaudir con las orejas que para eso ya hay suficientes
pesebres en la isla.
Recuerdo una
antigua suegra que pregonaba que el queso Idiazabal era el mejor del mundo,
pero no decía que era el único que conocía. Con Tenerife pasa lo mismo: es la
mejor capital de Tenerife. Veinte años de liderazgo institucional de falso
nacionalismo la han conducido al abismo de donde será difícil salir y del que
el silencio ciudadano y la comunicación vendida son corresponsables del
desastre.
En mi tierra se
canta: “El orfeón de Usansolo, gana los premios de Usansolo, no hay orfeón en
el mundo como el orfeón de Usansolo” y se van tranquilos a tomar txikitos.
Aquí dicen que el
Carnaval de Tenerife es del nivel del de Rio, y se quedan tan anchos sin decir
que nunca estuvieron en Rio.
Y el pueblo llano
de Usansolo y Tenerife, se sienten realizados por tener en su casa una de las
maravillas del mundo.
Pero llega la puta
realidad, bicho maligno, que nos dice que cada vez menos turistas vienen al
Carnaval tinerfeño y los que vienen se aburren, que cada vez hay menos gente
trabajando en el tomate, que la banana se come al plátano canario por la
península, que el destino turístico Canarias es de rango bajo, de precio, y que
solo ha crecido por causa de la inseguridad de sus competidores. ¿No ve,
lectora que me abordó, que hay mucha tela que cortar en la crítica a la
situación actual?
Mi padre, cuando
estaba ingresado en sus últimos momentos, decía: “¡Que no me traigan a Josu;
que me dice la verdad!”; conozco muy bien el perfil del que no quiere ver, el
ciego incurable. Aquí los hay a patadas; prudentes, tolerantes, dóciles, y
también aprovechados por que chupan o esperan chupar de su silencio cómplice.
Pero yo no tengo
chupete y veo lo que veo, y lo que para algunos es peor: escribo.
Hay falta de
profesionalidad en todos los niveles, pero más increíble en el dirigente
capitaleño, y es algo que clama al cielo en el siglo de la inteligencia
artificial. El director de mi CS no sabe ni ordenar los turnos de extracción de
sangre, y así con todo lo demás. ¡Que lumbreras nos asisten!
La limpieza y la
sanidad son heridas mortales en la vida de la capital que ya ha asumido la
negligencia y la suciedad como condiciones de residencia habituales. ¡No lo
aceptes Patricia!
Dar la vuelta al
urbanismo ciudadano, donde no hay ciudad si no barrios amontonados, es muy
difícil y necesita de técnicos internacionales para garantizar su independencia
urbanística y además exige de fondos extraordinarios de Madrid y de Bruxelas,
aprovechando el RUP. Pero limpiar la ciudad y mejorar la atención sanitaria,
son cosas que ya se consiguieron en la mayoría de las poblaciones: ¡no nos
vengan con camelos!
Menos concejales y
mas limpiadores, y sobre todo menos comisiones y no lo digo por las obrera
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