RETRATO DE RAFA HERNANDO, EL
DESPRECIO Y SUS COMPLEJOS
ANTONIO MAESTRE
Irene Montero fue la indiscutible protagonista
de la moción de censura a Mariano Rajoy. Su discurso de más de dos horas no
tuvo momentos de oscuridad, siempre con ritmo, contundente, con una tremenda
dureza, con momentos demoledores que obligaron al presidente del Gobierno a
escuchar lo que siempre evita hacer. La podredumbre de su partido. Un trabajo
brillante que significó la consolidación de una parlamentaria que hasta ese día
no había mostrado un excesivo protagonismo, ni talento. La parlamentaria, y encima
millennial, enseñó su valía y, además de poner nervioso al PP, activó todos los
complejos que cualquier machista tiene en lo más interno y que constantemente
lucha por ocultar en una tribuna pública.
Rafael
Hernando, portavoz del PP en el Congreso, al final de su intervención, dijo:
“Hay quien dice que estuvo mejor la señora Montero que usted, pero no diré nada
porque no sé qué voy a provocar en esa relación”. La frase intentó ser una
crítica a Pablo Iglesias, pero como todo machista no se dio cuenta de que para
eso utilizó uno de los complejos más prototípicos de este ejemplar patrio.
Utilizar el orgullo herido del macho por la excelencia de su compañera además
de desdeñar la valía de Irene Montero insinuando que tiene que estar siempre
por debajo de su ‘poseedor’. El desprecio a Montero solo revela los complejos
de un pobre hombre que se sabe inferior en su oratoria a la capacidad de su
contrincante y no puede soportarlo. Su comentario es delator de lo que no es
capaz de asumir, es peor que Irene Montero, es muy inferior en sus capacidades
a una mujer de 29 años. El ego dolido del machito español. Su porte de
falangista de los 40, de cadenero de Fuerza Nueva de la transición, no es capaz
de soportar tamaña humillación.
Sus
debilidades argumentales son de tal porte que tiene que usar su cáncer en el
debate para defender a Amancio Ortega. No hay familia en esta España que no
haya tenido que pasar por el sufrimiento que provoca esa enfermedad, y eso, no
aporta legitimidad a su servilismo. La única diferencia entre quien critica al
estado por nutrirse de donaciones de millonarios y de quienes loan a
millonarios es que los que nos oponemos no manoseamos nuestros dramas
familiares para dar emoción y epatar al receptor del mensaje. No quiera dar
pena, señor Hernando. Para eso tendría que haber mostrado un ápice de humanidad
en el pasado, no solo miseria y crueldad.
La
calaña de que la está hecha el señor Hernando la demuestra en cada
intervención. Utilizar de forma política la última víctima española del terrorismo
fue solo una muestra más. La instrumentalización de las víctimas que pueden
servir a sus intereses y olvidar e insultar a todas aquellas víctimas que
molestan a su relato de indignidad. No solo Irene Montero es mejor que usted,
señor Hernando. Le voy a poner otro ejemplo de mujer con una dignidad y
enormidad que jamás alcanzará. Se llama Ascensión Mendieta. Es una de esas
personas que usted, señor Hernando, insultó y despreció cuando aseveró que las
víctimas del franquismo solo se habían acordado de sus padres para
desenterrarlos cuando había subvenciones. La actitud de un miserable quedó una
vez más en evidencia esta semana, Ascensión Mendieta recuperó el huesito de su
padre sin subvención y eludiendo el desprecio actual de los herederos de quien
dejaron a su padre 80 años bajo tierra. Irene Montero y Ascensión Mendieta son
el ejemplo de dos mujeres que con su dignidad dejan al desnudo los complejos de
Rafael Hernando. Contra su desprecio, vuestro orgullo.
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