LA DESAPARICIÓN DE LOS DERECHOS
SOCIALES EN LA UE
VICENÇ NAVARRO
Uno
de los principios básicos que Jacques Delors había enunciado para crear un
sentido de pertenencia a la UE era crear una comunidad europea, identificando
la pertenencia a tal comunidad con el ejercicio de derechos sociales aplicados
a toda ella. Incluso el concepto de establecer un pasaporte europeo tenía como
objetivo el de ir avanzando en esta línea en el desarrollo de tal comunidad.
Hoy,
sin embargo, la Unión Europea está yendo en dirección contraria, es decir, se
está diluyendo y destruyendo esta percepción de pertenencia. Uno de los
primeros pasos en esta dirección ha sido la aceptación por parte de las
autoridades europeas correspondientes de la demanda del gobierno conservador
británico, liderado por el Sr. Cameron, como condición para permanecer en la
Unión Europea, de que los ciudadanos de la Unión Europea que emigren y trabajen
en el Reino Unido no tengan los mismos derechos sociales, como el seguro de
desempleo, hasta después de una larga estancia en el país. Se establece así la
categoría de trabajador extranjero, dentro de la UE, con distintos derechos a
los que tienen los trabajadores locales.
Esta
medida ya ha dado pie a otra propuesta, incluso más dura, por parte –nada
menos- que del gobierno Merkel, en Alemania, el país que, por cierto, se ha
beneficiado más de la supuesta libre circulación de trabajadores dentro de la
UE. Nada menos que la Ministra de Trabajo y Asuntos Sociales, la
socialdemócrata Andrea Nahles (que fue, en su día, la dirigente de las
juventudes del Partido Socialdemócrata, y gran esperanza de las izquierdas de
tal partido), ha propuesto que los trabajadores extranjeros procedentes de
otros países de la UE tengan que haber vivido en Alemania durante cinco años
antes de recibir los derechos sociales relacionados con el trabajo. Y, con
cierto cinismo, ha dicho que “yo apoyo completamente la libertad de
movimientos, pero no la libertad de acceso a los derechos sociales, lo cual es
distinto”.
De
esta manera se establecen tres tipos de trabajadores. Uno, los trabajadores
locales. Otro los extranjeros procedentes de la UE. Y un tercero que incluye
los refugiados, inmigrantes de países que no son de la UE. Ni que decir tiene
que esta división reforzará el mundo empresarial, pues la falta de unidad de
derechos imposibilita la unidad de acción de los instrumentos en defensa de la clase
trabajadora, tales como los sindicatos, que se sienten debilitados con estas
divisiones, aprovechadas cínica y constantemente por el mundo empresarial.
El
ataque frontal al mundo del trabajo
Pero
esta disolución de los derechos sociales ha alcanzado su máxima expresión en la
nefasta (y no hay otra manera de definirlo) decisión de la Tribunal de Justicia
de la UE, tomada en el periodo 2007-2008, que indica que la libertad económica
de los empresarios en Europa tiene prioridad sobre los derechos sindicales a
los convenios colectivos. Es sorprendente (y es un indicador de la enorme
debilidad de los sindicatos) que no haya habido movilizaciones generales frente
a tal decisión (ver Esther Lynch, “If Europe Takes Trade Union Rights For
Granted… We Risk Losing Them”, Social Europe Journal, 09.05.16). Ni que decir
tiene que tal decisión de dicho tribunal viola la Declaración Universal de los
Derechos Humanos aprobada en 1948, que indica que “toda persona tiene el
derecho a formar y/o formar parte de un sindicato para la protección de sus
intereses”. Ahora bien, la Europa que era el sueño de las fuerzas progresistas
se está transformando en una pesadilla.
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