CATALUNYA Y PIQUÉ
ANÍBAL MALVAR
Ganó
ayer la selección de España a la de Eslovaquia un partido de fútbol, fíjate tú,
y como el defensa Gerard Piqué es catalán, cada vez que tocaba el balón una
parte del público español del estadio de Oviedo le pitaba. Eso de ser defensa
de España defendiendo también el derecho a decidir de Catalunya te convierte en
mal defensa de fútbol, aunque Piqué haya jugado un partido estupendo con los
patrióticos colores. Los españoles lo politizamos todo menos la política.
Politizamos el fútbol, los toros, la literatura, la dependencia, el aborto, el
terrorismo, a los sirios muertos, la forma de vestir y hasta el periodismo.
Pero la política la dejamos al albur sangriento del azar.
En
lo concerniente a la política, jamás confrontamos ideas, pues las tenemos
fijas. Lo expresó perfectamente Loquillo en una canción vieja: para qué
discutir, si puedes pelear. Nuestra cultura democrática ni es democrática ni es
cultura, y eso nos inclina a centrar nuestra inteligencia colectiva en asuntos
más fundamentales. Como el fútbol.
No
es la primera vez que pasa lo de Piqué y tal. Hace años, siendo España con su
selección auroral potencia futbolística mundial, se lapidó en periódicos y
televisiones al centrocampista catalán Xavi Hernández y al defensa Carles Puyol
por arremangarse las medias del uniforme nacional ocultando la bandera
española. Hubo sesudos reportajes y debates televisivos acusando a los dos
grandes de nuestro fútbol de arremangarse las medias como velado y ruin gesto
de antiespañolismo. Fue en un partido contra Letonia, que se ganó 0-2. Los de
la COPE incluso llamaron al seleccionador para preguntarle sobre tan
trascendente asunto: “Para mí lo más importante como español es mi país y está
por encima de cualquier cosa, pero es mi opinión y respeto todas las opiniones.
Las medias las llevan más o menos los mismos de una manera u otra. Nuestros
profesionales defienden a nuestra selección con todo el cariño del mundo”,
respondió Luis Aragonés.
Pero
la doblez de las medias continuó siendo carroña de debate político. Hasta que
Puyol se cabreó e impidió que nos metiéramos por tal disquisición kántica en
otro 36 o cambiáramos las atribuciones del Tribunal Constitucional, cual sucede
ahora: “Lo que hay en las medias no es la bandera española, son cuatro rayas
rojas y tres amarillas. ¿No sabéis cómo es la bandera? Yo sí sé como es la
bandera española. Me preguntáis después de formar la polémica, no antes. Y,
además, no os fijáis en cómo llevo las medias siempre. Da igual lo que diga”.
Xavi Hernández, siempre más centrocampista, explicó que se doblaba la bandera
de las medias porque tiene las piernas un poco cortas, y el calcetín bajado le
estiliza la figura.
El
nacionalismo español pita al nacionalismo catalán de Piqué, y a mí eso me
parece mucho más grave que los abucheos a Felipe VI en la final de la copa del
rey. En ese partido, creo yo, con todos mis respetos hacia carpetanos y
vetones, más que silbar a España o a su himno se silbaba una forma de pertenecer
a este país. No solo por la monarquía, que también. No solo por el himno, que
es horrible. No solo por la bandera, que además. Es por todo. Si España fuera
de otra manera, nadie tendría este asco de ser español. Es una cuestión
política, de eso que nunca hablamos.
A
mí me gustan el fútbol, mi pueblo, España, Catalunya, la gente y sus ideas.
Pero qué bellas son las gradas de un campo vacío: silenciosamente bulliciosas,
neutrales, aritméticas, pensativas. Qué bellas.
No hay comentarios:
Publicar un comentario