EL INTERÉS DEL PP
EN EL PETRÓLEO “
CANARIO”
DOMINGO GARÍ
El interés de los gobiernos españoles por el tema de las
prospecciones tiene una larga historia. La búsqueda de petróleo y gas se
exploró durante el franquismo en los territorios coloniales que entonces tenía
España. Desde 1960 se comenzaron a llevar a cabo exploraciones en las distintas
colonias, sin que se llegase a buen puerto. No fue hasta 1984 en que Guinea
Ecuatorial, que había dejado de ser colonia en 1968, descubrió y comenzó a
extraer petróleo.
Aunque entonces el petróleo había desbancado al carbón como la
primera fuente de energía, tenía unos precios muy baratos en el mercado
mundial. En la década de los sesenta el barril oscilaba alrededor de los 1,80
dólares. Tras la crisis del 73 subió hasta los 3,29 dólares. Tras la segunda
crisis petrolera de 1979 se colocó en los 30 dólares. Y así con diferentes
vaivenes ha ido escalando precios hasta los 100 dólares de media en la
actualidad. Los distintas oscilaciones muchas veces tuvieron que ver con
asuntos políticos (guerra del Yom kippur de 1973, revolución islámica en Irán
de 1979, inestabilidades geopolíticas, caída del bloque oriental, etc), en
otros casos intereses concertados entre las compañía petroleras (el
conglomerado conocido como las 7 hermanas, Exxon, Mobil, Shell, BP, Chevron,
Texaco y Gulf) y los países productores, algunos miembros de la OPEP y otros
no.
Ese escenario histórico se ha visto modificado en parte por
nuevas concentraciones de las corporaciones, cambios geopolíticos en las zonas
productoras (Oriente Medio, El Caribe, África Occidental y el Cáucaso
exsoviético) y por el agotamiento de los recursos petroleros a nivel mundial.
El estancamiento y caída de la producción viene refrendada, a pesar de los
nuevos alumbramientos, como pudiese ser el que tiene previsto Repsol en aguas
cercanas a Canarias, por el hecho de que el consumo mundial de petróleo
asciende a los 30.000 millones de barriles anuales, mientras que las nuevas
exploraciones sólo alcanza hasta los 4.000 millones de barriles anuales (datos
de 2006). Para 2013 la OPEP estimó que los países miembros de su organización
habían incrementado la producción en un 0,1% en relación al 2012, pero la
demanda aumentó en un 1,2%, lo que pone de manifiesto que cada año el consumo
aumenta mucho más que los nuevos recursos encontrados y puestos en explotación.
A este desfase, que alumbra el agotamiento de este importante recurso, se le
suman dos problemas relevantes. El primero es que nos queda por consumir lo
mismo que hemos consumido hasta ahora. El segundo es que se han ido
incorporando masas ingentes de consumidores de petróleo (China, India, América
Latina, importantes zonas de África y de Asia), que provocarán la aceleración
del agotamiento del recurso en mucho menor tiempo que en el siglo largo en que
Europa Occidental y EE.UU han consumido, aproximadamente, la mitad de las
reservas mundiales.
La consecuencia que se destila es que el petróleo será disputado
palmo a palmo en cada rincón del planeta. En este contexto el interés del
gobierno español está enmarcado por el hecho de que desde 2001, y siguiendo la
directriz de Aznar de sacar a España del rincón de la historia, la búsqueda de
petróleo y la participación en las alianzas militares occidentales son claves
para insertarse como país “importante” en los distintos escenarios de la arena
internacional. Si la guerra por el petróleo marcará las disputas de los años
venideros, el hecho de poder contar con una “multinacional petrolera cercana”,
ayuda a ubicar a España en el tema de principal controversia mundial, de aquí
hasta el cambio de modelo energético, o hasta el final del mundo conocido, que
acaecerá tras una conflagración mundial entre EE.UU./UE de un lado y las
potencias eurasiáticas del otro (Rusia, China, etc.).
España lo que hace con la promoción de las prospecciones en
aguas cercanas a Canarias, o con el fracking en la Península, es tratar de
posicionarse en la disputa geopolítica y energética mundial. Las fuentes de
energías no renovables son el verdadero talón de Aquiles de las potencias
occidentales, porque siendo los países que mayor nivel de consumo tienen son
los que menos recursos energéticos fósiles atesoran. De ahí que la diplomacia
occidental haya sido sustituida por la política de guerra e injerencia en una
acción exterior creadora de “caos controlado” (Oriente Medio y norte de
África), y de abierto desafío a Rusia y China (Ucrania y las tensiones en el
mar de China). Ya decía Keynes en 1920
que la paz no puede ser duradera en situaciones de crisis económica, y Robert
Kagan (influyente intelectual de las elites norteamericanas) en su obra, El
retorno de la historia y el fin de los sueños (2008), que la competencia por
los recursos energéticos influirá en los conflictos geopolíticos. La lucha
entre las democracias occidentales y las autocracias orientales está servida,
según dicho autor.
España quiere jugar esa partida, y por eso sus estudios
geoestratégicos, calcados en estilo de los norteamericanos, señalan que los
intereses vitales de España se encuentran también en la llegada fluida y sin
interrupciones del oro negro procedente del África Occidental. De momento de
los países del gran golfo de guinea (desde Nigeria hasta Angola), pero
ampliando perspectivas de que pueda ser también desde Mauritana, Marruecos y,
claro está, de los mares cercanos a las Islas Canarias. Ahí radica el problema
central sobre las prospecciones, y el interés impostergable que para el
gobierno del PP tiene llevarlas a cabo, aunque con ello de la espalda a la
ciudadanía de la Islas.
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