QUÉ ESCUCHO...
DUNIA SÁNCHEZ
Qué escucho. Es el
sonido de los violines llevados por el viento. Un viento que viene como norte
de mis pasos. El agua corre. Un riachuelo de esperanza penetra por mis poros y
soy ave que emigra a tierras desconocidas. Aquí todo ha acabado. Necesito ese resurgir
de mis cenizas, de mis huellas extirpadas al son de mis pisadas. No. No tengo
prisa. Me estoy preparando para ese viaje donde tendré que cruzar el océano
como nutriente esencial a mi nuevo nacimiento. Ahora observo. Observo esta casa
sola donde las paredes ya ni hablan. Un silencio que circunscribe temblor a mis
huesos. Sí, sé que puedo. Arribar donde el sol no se escabulla con la entrada
de brumosas desperdicios que ahora caen sobre mis manos. Manos frágiles. Tanto
peso. Tanto castigo. Te digo amiga que
ya he terminado. Sí he acabado con estas rejas que rodean mi espíritu y ahora
soy libre. Me voy. Por qué no. Aquí ya no tengo nada que hacer. No ves como la vejez es sombra que me
merodea. No ves que el agotamiento
desfallece mis alas. Y las necesito. Las necesito para retomar mi vida.
Escucha. Escucha. Un piano me dice que todo está próximo. Que es hora de
levantar el vuelo lejos, muy lejos. Donde la calidez sea manantial que corra
por mis venas. No. No hables si es para decirme que espere. La espera ha sido
muy larga y siempre lo mismo. La monotonía. No soporto la monotonía de los
colores que se engendran frente a mi mirada. Sí, cambiar. Ya es hora. Ya es ese
tiempo donde el crecer de mi verticalidad se lanzará y se irá. Deséame buen
viaje, digo. Haz lo que quieras. Me voy
con los sueños envueltos en mi corazón.
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