Y BAILA Y BAILA...
DUNIA SÁNCHEZ
Y baila y baila. Así
con una corriente de gaviotas animando sus fuerzas. Baila y baila con el
claro-oscuro de unos labios que besan al viento persistente que penetra entre
sus manos cerradas. Baila y baila con
este tiempo que se acuesta sobre telas de arañas cuando el sueño es engendrado
en espejos donde se refleja tu ser. Tu ser, nostálgica mirada que se pierde en
un horizonte donde la aurora permanece intacta por unos instantes. Y en su baile se detiene observa detenidamente
la caída de la aurora y el renacer de un sol que no sabe lo quiere decir.
Sol: Ya es de día. La claridad iluminará los pasos
que se te antojen en el devenir de las horas. Te columpiaras con rostros sin
ojos y seguirás caminando hacia tu destino.
Ella: Rostros sin ojos. Desconocidos que se cruzan
y en su llanto recóndito emerge alguna chispa de contacto con este mundo que
nos mece. Mi destino. Incierto es cuando intento alcanzarlo y …No está. No
está. Se aleja en la espesura de una cortina que no logró descorrer. Y si sigo
con mi baile. Bailar y bailar cuando todo parece caer en la gruta de la
desesperación, de la angustia. Una cierta ráfaga de melancolía me aprisiona y
por ello bailo y bailo.
Sol: Saborea de esta
jornada que ya entra y sé alma que se refugia en las esferas de la confianza,
de ese optimismo que aun nos queda. Llegará. Pero no esperes. Sigue tu ruta,
ese rumbo que has de tomar por calles de arboledas disecadas donde violines
cabalgan al son de tu aroma.
Ella: Seguir y
seguir. Con las espaldas pesadas de
tanto aguardar su llegada. Con mis manos envueltas en la caricia inexistente en
el transitar de las lunas. Seguir y
seguir. Con la dejadez de un beso que se vuelve extraño cuando me miro, me
escucho y solo siento desiertos de nieve que me acogen. Es triste… ¡Qué triste
es¡ Y yo soñadora de su esencia como parte de mi.
Sol: Sola.
Faro de luz que ascenderá hasta desnudez y te abrigará en tu baile.
Baila y baila. Sigue en tu agujero negro que algún día será el blancor de su
mirada.
Y baila y baila. No se cansa. Desde la una
llanura se lía a la hierba salvaje que dice que su corazón es libre y paciente.
Baila y baila. Hasta que la noche regresa y con ella sus ojos se cierran a
medida que su imagen vuela y vuela a través de sus pensamientos. Una imagen que
se disipa al ritmo que queda dormida en el valle de las lágrimas.
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