ALIANZAS
EQUIVOCADAS.
L.
Soriano
Estoy dispuesto a reconocer a las asociaciones de trabajadores e
incluso a los denostables sindicatos un pasado con cierta utilidad en
beneficios para la clase trabajadora. Incluso aceptar a las asociaciones de
empresarios que en su momento se convirtieron en el otro peso de la balanza
para la “paz social”. En el Franquismo, Jiron de Velasco y Solís Ruiz, en su
demagogia barata y todo, consiguió altas cotas de libertades y derechos
“colectivos”, que los empresarios se apresuraban a aceptar en un escenario ausente
de presión fiscal y del Estado en temas generales. Los Sindicatos se apoderan
de la representatividad de la clase trabajadora sin esfuerzo, aunque la
afiliación a los mismos sea escasa y organizan su propia estructura y redes de
captación de dinero público con la excusa de ser los mejores gestionadores
posibles de temas como formación y otras actividades relacionadas. La base referencial siempre es la supuesta
“pelea” con sus antagonistas de la clase
empresarial que negocia las prebendas y mejoras que se le van “sacando” a los
motivados empresarios. Al consolidarse la transición, el nefasto estado de las
autonomías, se quito la careta y se lanzaron a depredar lo más posible del
presupuesto y a rapiñar al ciudadano con especial incidencia al empresariado.
Los sindicatos entonces en una primera fase, intentan seguir con la farsa de
mantener las prebendas franquistas sin renunciar a ninguna y lo consigue, pero
como ve que la fiscalidad esquilma a ciudadanos y empresarios con una voracidad
sin precedentes como era imposible imaginar, y que no se podrán mantener ambas,
se alía con el Estado para darle paz social en todos los casos mientras les
mantenga sus privilegios. Algunos como los “liberados”, los miles de millones
de euros para cursos rigurosamente falsos o simulados y demás manejos como PSV
y otras ruinas millonarias culminados por las participaciones en los Eres
falsos andaluces y demás latrocinios de enorme envergadura. El Estado ve su
oportunidad de quebrar a su favor pagando y secuestra a las asociaciones y
sindicatos con grandes cantidades de dinero público, dominándolas
absolutamente.
Al hilo de lo expuesto y siguiendo el argumento, creo que podemos
concluir en que la alianza entre empresarios y trabajadores se hace necesaria
e imprescindible. Por una parte,
trabajadores ya somos todos, las diferencias de cuellos azules o blancos ya
prácticamente no existen en el estado de bienestar deseado y que ahora está
algo capi disminuido. Y por otra porque ni los empresarios ni los sindicatos,
defienden a ninguno de los suyos, sino a ellos mismos, a sus estructuras y a
sus intereses. Todos se “compinchan” con el Gobierno de turno, aunque se
disimule que con unos se encuentren más a gusto que con otros, pero lo
importante es que el flujo multimillonario no deje de manar. Los sindicatos,
contaminados, necesitan del dinero público para mantener sus privilegios
multimillonarios y “amenazan”
teatralmente con agitar la
calle si no se les subvenciona. Los
empresarios por su parte se ven manejados por dirigentes que son además y por
eso, los mayores receptores de obra pública, siempre a cambio de que ni
rechistaran por más impuestos confiscatorios e incumplibles que les pusieran a
sus asociados. ¿O es que alguien ha visto a los dirigentes empresariales
enfrentarse sinceramente o encadenarse a los ministerios para evitar unos
impuestos que todos veíamos y sabíamos que nos llevaría a la ruina y a la
inviabilidad como país y como sociedad?
¿Es que es casualidad que tengamos cierres de más de un millón de
empresas y tengamos realmente más de 7 millones de parados incluyendo
autónomos? ¿Es que somos incapaces de ver que esto de las luces y los brotes
verdes es todo teatro con la intención de que nada cambie y que sus estructuras
y modelos sigan siendo los mismos con la promesa de que volveremos al caviar y
a la langosta del crédito barato y lujos imposibles?
Nuestro enemigo común es el voraz Estado de los que las
asociaciones empresariales, la Patronal, y los Sindicatos son cómplices
necesarios para mantenernos en el engaño. Los trabajadores y los empresarios no
son enemigos sino los que sufren los
efectos de esa perversa “Alianza” establecida para mantenerles el tinglado del
que nosotros solo somos el combustible. Si nos unimos de verdad y
empleamos nuestra verdadera fuerza sin que nadie “negocie” por nosotros con
fines bastardos, podremos cambiar el panorama de este país y seria y daríamos
un ejemplo Universal. A reflexionar.
Reflexiones L. Soriano
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