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sábado, 27 de julio de 2013

ALIANZAS EQUIVOCADAS. por L. Soriano

ALIANZAS

 EQUIVOCADAS.


L. Soriano
Estoy dispuesto a reconocer a las asociaciones de trabajadores e incluso a los denostables sindicatos un pasado con cierta utilidad en beneficios para la clase trabajadora. Incluso aceptar a las asociaciones de empresarios que en su momento se convirtieron en el otro peso de la balanza para la “paz social”. En el Franquismo, Jiron de Velasco y Solís Ruiz, en su demagogia barata y todo, consiguió altas cotas de libertades y derechos “colectivos”, que los empresarios se apresuraban a aceptar en un escenario ausente de presión fiscal y del Estado en temas generales. Los Sindicatos se apoderan de la representatividad de la clase trabajadora sin esfuerzo, aunque la afiliación a los mismos sea escasa y organizan su propia estructura y redes de captación de dinero público con la excusa de ser los mejores gestionadores posibles de temas como formación y otras actividades relacionadas.  La base referencial siempre es la supuesta “pelea” con sus antagonistas  de la clase empresarial que negocia las prebendas y mejoras que se le van “sacando” a los motivados empresarios. Al consolidarse la transición, el nefasto estado de las autonomías, se quito la careta y se lanzaron a depredar lo más posible del presupuesto y a rapiñar al ciudadano con especial incidencia al empresariado. Los sindicatos entonces en una primera fase, intentan seguir con la farsa de mantener las prebendas franquistas sin renunciar a ninguna y lo consigue, pero como ve que la fiscalidad esquilma a ciudadanos y empresarios con una voracidad sin precedentes como era imposible imaginar, y que no se podrán mantener ambas, se alía con el Estado para darle paz social en todos los casos mientras les mantenga sus privilegios. Algunos como los “liberados”, los miles de millones de euros para cursos rigurosamente falsos o simulados y demás manejos como PSV y otras ruinas millonarias culminados por las participaciones en los Eres falsos andaluces y demás latrocinios de enorme envergadura. El Estado ve su oportunidad de quebrar a su favor pagando y secuestra a las asociaciones y sindicatos con grandes cantidades de dinero público, dominándolas absolutamente.                                                                    Al hilo de lo expuesto y siguiendo el argumento, creo que podemos concluir en que la alianza entre empresarios y trabajadores se hace necesaria e  imprescindible. Por una parte, trabajadores ya somos todos, las diferencias de cuellos azules o blancos ya prácticamente no existen en el estado de bienestar deseado y que ahora está algo capi disminuido. Y por otra porque ni los empresarios ni los sindicatos, defienden a ninguno de los suyos, sino a ellos mismos, a sus estructuras y a sus intereses. Todos se “compinchan” con el Gobierno de turno, aunque se disimule que con unos se encuentren más a gusto que con otros, pero lo importante es que el flujo multimillonario no deje de manar. Los sindicatos, contaminados, necesitan del dinero público para mantener sus privilegios multimillonarios y “amenazan”  teatralmente  con agitar la calle  si no se les subvenciona. Los empresarios por su parte se ven manejados por dirigentes que son además y por eso, los mayores receptores de obra pública, siempre a cambio de que ni rechistaran por más impuestos confiscatorios e incumplibles que les pusieran a sus asociados. ¿O es que alguien ha visto a los dirigentes empresariales enfrentarse sinceramente o encadenarse a los ministerios para evitar unos impuestos que todos veíamos y sabíamos que nos llevaría a la ruina y a la inviabilidad como país y como sociedad?  ¿Es que es casualidad que tengamos cierres de más de un millón de empresas y tengamos realmente más de 7 millones de parados incluyendo autónomos? ¿Es que somos incapaces de ver que esto de las luces y los brotes verdes es todo teatro con la intención de que nada cambie y que sus estructuras y modelos sigan siendo los mismos con la promesa de que volveremos al caviar y a la langosta del crédito barato y lujos imposibles?

Nuestro enemigo común es el voraz Estado de los que las asociaciones empresariales, la Patronal, y los Sindicatos son cómplices necesarios para mantenernos en el engaño. Los trabajadores y los empresarios no son enemigos sino los que  sufren los efectos de esa perversa “Alianza” establecida para mantenerles el tinglado del que nosotros solo somos el combustible.             Si nos unimos de verdad y empleamos nuestra verdadera fuerza sin que nadie “negocie” por nosotros con fines bastardos, podremos cambiar el panorama de este país y seria y daríamos un ejemplo Universal. A reflexionar.
Reflexiones L. Soriano

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