Acuarela de Brasil
Eduardo
Sanguinetti
Las
manifestaciones de cientos de miles de brasileros “indignados”, que marcharon
en decenas de ciudades de Brasil
Hace
una semana, presionando al gobierno de Dilma Rousseff, en justos reclamos de
presupuestos mayores para la salud y la educación, sumado al atinado pedido de
asimilar la Fiscalía en las investigaciones de corruptelas, han tenido una
respuesta inmediata de parte de la cúpula del poder político de la hermana
nación.
La
Cámara de Diputados, en un estado de frenesí espontáneo, votó en rechazo del
proyecto conocido como PEC 37, que excluía a la Fiscalía de las investigaciones
en delitos de corrupción, y se suma el voto para destinar la totalidad de las
regalías por ingresos petroleros del gobierno federal, estados y municipios, a
la educación en un 75% y un 25% destinado para la salud.
La
aprobación “inmediata” del proyecto –que ahora pasa por el Senado– fue
solicitada en carácter de “urgente” por la presidenta Dilma Rousseff, el lunes
pasado, reunida con todos los gobernadores y alcaldes del país, en el marco de
un “pacto nacional” para dar espacio a las demandas de los miles de
“indignados”.
Todas
las redes sociales, nutridas en entusiasmo de los “indignados” de Brasil y el
mundo, a los que adhiero, pusieron de manifiesto una alegría inocultable, que
puede ser ilustrada en una frase que anuncia lo porvenir: “Solo falta que
suspendan el Mundial”.
Los
acontecimientos que se han sucedido fueron de inmediato denostados por las
macro corporaciones de los monopólicos medios de comunicación y los célebres e
inefables sitios de Internet del neoliberalismo, infiltrando los magros
repertorios del manso ciudadano de la aldea global, desinformado y portando su
estúpida y cómoda sonrisa, otorgada en su virtual pertenencia a un sistema
necrótico y explotador.
El
movimiento está conformado por cientos de miles de personas, en mayoría
abismal, jóvenes estudiantes, artistas, trabajadores, sindicalistas, profesores
de enseñanza media y superior y profesionales pertenecientes a las nuevas
tendencias de los “Indignados” del mundo. El “rey Pelé”, en un irrisorio
discurso por cadena nacional, por mandato de los poderes, intentó calmar los
ánimos de los que marchaban, recibiendo este personaje, que representa todo lo
que un deportista no debe ser, abucheos de toda la comunidad, dando por tierra
con las versiones de que el movimiento estaba manipulado por Estados Unidos, ya
que nadie ignora las relaciones carnales de aquel con dicho país.
Dentro
del marco del “juego democrático”, sin dar espacio a la ficción de valores
inexistentes, tan proclamados y tan poco aplicados en el régimen capitalista,
estos hombres y mujeres que marcharon decididamente y oportunamente, han roto
el pacto de gobierno y corporaciones empresariales fijadas por el Gran Hermano.
Cayeron los mitos de que lo imposible no tenga su sitio de honor, en un mundo
donde quepamos todos.
Una
democracia se nutre de las acciones y reclamos de un pueblo, como lo hemos
podido apreciar en Brasil, donde toda ilusión de autonomía se ha visto
cristalizada, de manera cabal, presionando a un gobierno que ante la inmediatez
del reclamo y ante instancias donde la imagen de una nación se verían
empañadas, accionó de inmediato. Buen ejemplo para el resto de naciones de
Latinoamérica donde las comunidades y los gobiernos se muestran impotentes de
elaborar nuevos modos de comportamiento donde tenga cabida la pasión de existir
en un sistema digno y con libertad de participar en la gestión de nuestras
comunidades un tanto degradadas. Resistir en honor de un gran hombre: Nelson
Mandela, un héroe de la libertad y la inclusión, digno y sabio. Esas actitudes
deberían recorrer el mundo, como un rumor y una leyenda.
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