SUS NEGOCIOS, NUESTROS DERECHOS
ALEJANDRA JACINTO
Abogada del Centro de Asesoría y
Estudios Sociales, CAES
El presidente del Gobierno, Pedro Sánchez,
ha anunciado que el Consejo de Ministros estudiará mañana un informe para
modificar la ley de las Golden Visa.-EFE/ Raúl Caro.
Esta
semana el Presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, anunciaba la
supresión del pasaporte para extranjeros con alto poder adquisitivo, más
conocido como "Golden Visa"
que permite, desde el año 2013, obtener un permiso de residencia por el mero
hecho de tener más de medio millón de euros en la cartera e
"invertirlo" en la compra de un inmueble.
Una medida absolutamente antidemocrática que distingue entre extranjeros de primera -aquellos que tienen dinero en el bolsillo- y de segunda - aquellos que, a pesar de llevar años viviendo y trabajando en nuestro país, muchas veces en condiciones muy precarias, ni siquiera se encuentran en situación administrativa regular. Y una medida que lanza un mensaje tan nítido como propio del turboliberalismo: los derechos se pueden comprar, todo depende del número de dígitos de tu cuenta corriente.
Sobra
señalar que los visados de oro inmobiliarios fomentan, además, la
subida de precios de la vivienda y la especulación, allá dónde "el
inversor" decide depositar su capital, normalmente en lugares golosos para
el turismo. De hecho, precisamente para eso, el Gobierno de Rajoy aprobó la
medida.
No
obstante, no hay que olvidar que si bien la decisión del Presidente Sánchez es
una cuestión democrática básica que no tiene cabida en la mayoría de países de
nuestro entorno, Portugal, Reino Unido o Austria hace ya tiempo que eliminaron
esta anomalía, es algo que debía haberse adoptado hace mucho tiempo.
Recuerden que el Partido Socialista lleva gobernando este país desde el año
2018 y ha llovido desde entonces.
Tampoco
debemos olvidar que, además, es una medida que se elimina sólo en parte.
Estos visados de oro seguirán vigentes para aquellos extranjeros que realicen
una inversión por valor de dos millones de euros en deuda pública, un millón de
euros en acciones o participaciones sociales en una empresa, un millón de euros
en fondos de inversión, o un millón de euros en depósitos bancarios en
entidades financieras españolas.
Es
decir, la propuesta eliminará el privilegio para las inversiones en vivienda,
pero el perverso mensaje de "si tienes dinero, tienes derechos",
seguirá vigente.
Todo
ello la misma semana que los grupos parlamentarios del Congreso de los
Diputados a excepción de VOX han admitido a trámite la Iniciativa Legislativa Popular de la Plataforma
Regularización Ya que
ha conseguido aproximadamente 700.000 firmas para la
regularización de las personas migrantes que viven o trabajan en
nuestro país desde el año 2021, unas 500.000 personas que, claro, no
cuentan con el privilegio del dinero en la cartera y se han organizado
para conquistar sus derechos. Admitir a trámite esta Iniciativa Legislativa
Popular al igual que eliminar la Golden Visa también es una cuestión
democrática básica.
Sin
embargo, no basta con admitir la Iniciativa ciudadana, hay que aprobar
la norma cuanto antes manteniendo el espíritu del texto presentado por
el movimiento antirracista so pena de que suceda lo que ocurrió con la ILP
presentada por la Plataforma de Afectados por la Hipoteca, en el 2013, que con
casi un millón y medio de firmas y tras la admisión a trámite de la iniciativa
que exigía -dación en pago, stop desahucios y alquiler social- , a la PAH no le
quedó más remedio que retirarla ante la modificación y
desvirtualización del texto en el Parlamento por parte del Partido
Popular. Por cierto a día de hoy, la dación en pago sigue sin ser un derecho en
nuestro país, los desahucios continúan y el precio del alquiler está más alto
que nunca. Saquen sus conclusiones.
En todo
caso, llama la atención la aparente y casi excesiva preocupación del Partido Socialista
por la cuestión de la vivienda en nuestro país cuando, si efectivamente se
tomasen en serio la cosa, no habrían tardado casi cuarenta años en
desarrollar una Ley de Vivienda que- ojo- de poco servirá si no es de
obligado cumplimiento como sucede actualmente.
Ayer
escuchábamos a la Ministra de Vivienda en una entrevista de
radio invitar a los promotores privados a participar en la oferta del
alquiler alegando que "¡hay negocio!", mientras Pedro
Sánchez organizaba una reunión con "grandes" actores del sector:
promotores, constructores, banca, etc. Llama poderosamente la atención la ausencia
de invitación a los Sindicatos de Inquilinas, a la PAH o el
movimiento vecinal, que son quienes se han organizado estos años
frente a la especulación. Frente a los que consideran que en
esto de la vivienda "hay negocio". Y es que,
efectivamente, en esto de la vivienda el problema radica en que hay
negocio, demasiado negocio, de hecho. Algo que ha supuesto la primacía
de las lógicas de lucro en la provisión de un derecho social fundamental.
Se me
ocurre que a estas alturas y después de tanta sobre actuación que, sin
embargo, contrasta con unos pobres resultados -el derecho a la
vivienda en nuestro país sigue sin estar garantizado, los precios de la
vivienda siguen subiendo y la especulación campa a sus anchas y si no- que se
lo digan a los vecinos de Puerta del Angel (Madrid) donde un fondo buitre ha
comprado la friolera de 35 edificios- tenemos derecho de someter al
Partido Socialista, y al Gobierno de coalición, a la prueba del algodón y
comprobar si van en serio con esto de la vivienda.
Y no
hay mejor forma de demostrarlo que prohibiendo la compra de vivienda a
especuladores no residentes, regulando de forma eficaz alquiler de
temporada y de habitación, desincentivando la proliferación de la vivienda
turística, estableciendo un régimen y fondos para la inspección y sanción ante
la comisión de abusos inmobiliarios y modificando otro gran privilegio para la
especulación: el régimen fiscal de las SOCIMIS, de los fondos buitre. Si no, me
temo que estaremos, de nuevo, ante el anuncio de medidas grandilocuentes que
suenan bien, pero que al final sólo suponen mucho ruido y pocas nueces y luego
nos lamentaremos con el ¡ay, que viene la extrema derecha!
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