Por supuesto que
España es racista
ANA PARDO DE VERA
Sarr,
portero del Rayo Majadahonda, sufrió insultos
racistas
el pasado fin de semana.
Fantaseo mucho con que, cuando en los estadios de fútbol alguien insulta a un jugador, técnico o quien sea por su nacionalidad o raza, las cámaras lo captaran, le hicieran una foto y la colgaran en las redes sociales: pese a la rabia e impotencia que generan este tipo de actitudes, por crueles, arrogantes e indocumentadas, nos íbamos a reír. La cara de los y las racistas es el espejo de su alma y a los pocos que conozco y los siempre demasiados que veo, en el siglo 21, tienen cara de zotes con el cerebro agujereado, basta con sacarlos de su ambiente mezquino.
Acuden
a los estadios de fútbol a insultar a jugadores o entrenadores negros,
argentinos o gitanos -los últimos casos conocidos- arropados por la grada, la masa fanática, la impunidad de la que gozan en los clubes de fútbol, que después
sacan tuits de condena y se rasgan las vestiduras, pero que no cogen a estos
infrahumanos por las orejas y los sacan del estadio con una patada en el culo,
una denuncia en la frente y la foto para mi colección de miserables.
Porque la imagen de un racista solo, sin la parte de la grada calenturienta
como él, es la de un mierda acogotado; y me consta, porque es muy parecida a la del machista que se queda sin su manada a
la hora de ejercer su sucio cometido de acoso y violencia por las calles.
La
única fórmula para construir sociedades antirracistas, las únicas posibles en
democracias que se jactan de serlo, la dio Nelson Mandela, no
hay que irse muy lejos; y sabía bien de lo que hablaba: "Nadie nace odiando a otra persona por el color de su piel, o su
origen, o su religión". A los racistas, xenófobos, machistas,
homófobos, tránsfobas ... se hacen, los hacemos entre todos/as, los
construimos, las educamos: callando y, sobre todo,
relativizando actitudes, riendo gracias y votando a quienes mandan a los y las
palurdas a las gradas a saltarse los derechos humanos impunemente o a apalear negros vestidos de legítima fuerza del Estado.
España
es un país racista que solo disimula -y no siempre- cuando el extranjero, el
gitano, el negro, el chino o el musulmán tienen dinero y poder; y va a más,
porque el auge de los fascismos, trumpismos y
demás -ismos podridos azuzan los miedos para que berree el ignorante de la
grada que saldría con cara de boñiga en esa foto de mis oscuros desvelos.
Policía y Guardia Civil registraron 1.606 incidentes por delitos de odio en 2023, un 33,1% más que en 2022. Fueron detenidas 712 personas, un 40,2% más que el
año anterior. La mayoría de los incidentes registrados en 2023 (604)
están relacionados con el racismo y la xenofobia; con "el abandono de la naturaleza humana",
que decía Welles.
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