LA INDUSTRIA DEL BULO SE PAGA
CON TUS IMPUESTOS
Si el Gobierno
no es capaz de reformar un sistema tan inicuo y de defender mínimamente la
pluralidad mediática, que al menos deje de financiar a los medios y grupos que
han convertido la esfera pública en un estercolero
CONTEXTO
Publicracia. / J.R. Mora
ABC, la COPE, Diario Crítico, Diario Ya, Dirigentes, Elcierredigital, El Debate, El Economista, El Español, El Independiente, El Liberal, El Mundo, El Confidencial, El confidencialdigital, EdATv, ElToroTV, Esradio, La Lupa, La Razón, Libertad Digital, Madriddiario, Merca2, Moncloa.com, Nuevo Imparcial, OkDiario, Onda Cero, PeriodistaDigital, Preferente, Vozpópuli, Telemadrid, The Objective. Todos estos medios de la fachosfera forman parte de la próspera industria del bulo en España. Todos ellos se reparten millones de euros de dinero público de la Comunidad de Madrid y el Ayuntamiento madrileño (cerca de 60 millones entre 2022 y 2023), y algunos de ellos, los más conocidos, obtienen también campañas de publicidad institucional del Gobierno central y de otros entes estatales, regionales, provinciales y locales.
Aunque el portal de
transparencia de Moncloa no revela la identidad de los medios que en 2022 se
repartieron campañas estatales por valor de 102 millones de euros, uno de los
criterios básicos para entrar en ese reparto es la audiencia. Y los medios de
la derecha tienen unas audiencias espectaculares. Según la OJD Interactiva, El
Español tuvo en febrero 55 millones de navegadores únicos (gente que pinchó al
menos una vez una noticia). La Razón, 22 millones. Okdiario, 17 millones. El
Debate, 15 millones. El Independiente, 3,7 millones. The Objective, 3,5
millones.
Es sabido que los
bulos son un cebo irresistible para mucha gente, y que el votante de derechas
está bastante más movilizado que el de izquierdas, pero así y todo las cifras
parecen un poco exageradas. Si fueran reales, casi habría más lectores de
digitales ultras que habitantes en España.
¿Pero son realmente
lectores o son pinchazos? Veamos el detalle de El Español, líder de la prensa
digital ultra. En febrero tuvo de media 3,7 millones de usuarios diarios, que
interactuaron en la web durante 1 minuto y 55 segundos de media. Esos 3,7
millones de internautas visitaron 1,32 páginas de media, para un total mensual
de 138 millones de visitas y 182 millones de páginas vistas. Impresionante, sin
duda. La pregunta es: ¿leer poco más de un minuto es leer? Si el tiempo de
interacción medio es de 1 minuto y 7 segundos, ¿cuántos ven el titular, cierran
la página y se van y cuántos leen 5 o 10 minutos? No se sabe.
Algunos datos más:
El Español, que declara 55 millones de lectores diarios, tiene 515.000
seguidores en X. The Guardian tiene 10,9 millones de seguidores y 22 millones
de lectores. The Objective afirma haber obtenido en marzo los mejores datos de
audiencia de su historia: 5,7 millones de usuarios únicos y una media diaria de
400.000 lectores. En la red X tiene 166.000 seguidores. El Debate, editado por
la Asociación de Propagandistas Católicos, afirma haber llegado a 15 millones
de lectores en marzo. En X, tiene 58.000 seguidores. Milagro.
La publicidad
institucional se ha convertido en una vía de financiación de portales creados
por miembros de las Cloacas S.A. y/o trepas afines al poder
La Ley de
Publicidad Institucional de 2005, y otras normas autonómicas que se han ido
aprobando después, han fijado que los criterios de adjudicación de las campañas
a medios deben ser “la eficiencia, la difusión y audiencia, el alcance
territorial, la implantación social, la rentabilidad, el uso de soportes
respetuosos con el medio ambiente o a la adecuación al público objetivo”. Estos
criterios objetivos eran seguramente útiles en el mundo previo a Internet,
dominado por las televisiones privadas y por 4 o 5 grupos oligopólicos que se
repartían el pastel de una forma más o menos equitativa, en secreto y sin
molestar a nadie.
Con el tiempo, la
publicidad institucional se ha convertido en una vía fundamental de
financiación de todo tipo de chiringuitos y portales creados por
sobrecogedores, miembros de las Cloacas S.A. y/o trepas afines al poder.
Algunos de ellos, como La Lupa, no tenían siquiera plantilla de periodistas
declarada ni cuentas activas en Redes Sociales. Otros, como Libertad Digital,
llevan años recibiendo ayudas públicas, declarando pérdidas y repartiendo
dividendos entre sus socios, mientras incumplen de forma sistemática las más
básicas reglas deontológicas.
La derecha se ha
quitado ya todos los complejos, y Ayuso y Almeida eligen básicamente a medios
afines para repartir el dinero de los impuestos que pagamos todas y todas.
Sólo cabe exigir al
Gobierno que al menos deje de financiar con nuestros impuestos a los medios que
convierten cada día la esfera pública en un estercolero
Esta práctica
alegal o ilegal (el TC declaró en 2014 que es inconstitucional discriminar a
medios, y hay otras sentencias posteriores similares), supone que las cabeceras
más molestas para el PP y Vox, como CTXT, Público, Infolibre, El Salto o La
Marea, han sido excluidos de casi todas las campañas publicadas desde 2020 en
adelante, y que los medios progresistas que sí reciben ayudas, como PRISA o
elDiario.es, lo hagan en menor medida que sus competidores conservadores.
El Gobierno
progresista lleva años prometiendo que va a cambiar el sistema de reparto para
crear una agencia pública de medios y complementar el criterio de la audiencia
(tantas veces falseado a base de trucos y trampas como los bots o incluso la
redirección a páginas porno) con métricas de calidad como el tiempo de lectura,
la transparencia en las cuentas o la ausencia de condenas por mentiras o
difamación.
Llegados a este
punto, sólo cabe exigir al Gobierno central que, si no es capaz de reformar un
sistema tan inicuo y de defender la pluralidad mediática (el índice más fiable
de salud democrática), al menos deje de financiar con nuestros impuestos a los
medios y grupos que han convertido y convierten cada día la esfera pública en
un estercolero.
No hay comentarios:
Publicar un comentario