LA LUZ
DUNIA SANCHEZ
La luz .
Esa luz de los atardeceres en el ritual de unas islas columpiándose al son del
oleaje. Un mar inmenso nos amarra y atascados en el pensamiento efímero
dibujamos sueños. La luz, el brío del verdor de las arboledas que en vertical
lamemos con nuestros pasos. Pasos lentos, pasos por pasillos donde lo afable
grita a lo estático de una caricia inmersa en las corrientes de un pulso. El
pulso de la ciudad, el pulso de la isla anclado en un remoto atlántico que nos
besa, que nos sacude con su amabilidad y cordura. Y en el más allá, más allá de
la cuerda que nos amarra a este apartado Atlántico el quejido, la infinita
aletear de una pena que desquicia la razón. La luz. Y me fijo en esa luz, una
luz que me conduce por solubles vaivenes de una brisa, de una brisa que canta.
Y sin saber porqué me quedo con esta luz, esta luz que emite el retozar de las
olas.
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