La “misión” del FMI
POR ATILIO A. BORON
¿Por
qué si la deuda pública de Estados Unidos en 2021 equivalía al 133 % de su PIB,
la de Japón al 257 % y la de Argentina al 102.8 % el FMI no envía misiones
trimestrales para auditar y corregir el desmanejo financiero de Washington y
Tokio? Te lo cuento en detalle a continuación.
Comienzo aclarando que estas líneas no versan sobre las numerosas misiones del FMI que, para nuestra desgracia, se dejarán caer sobre la Argentina en los próximos meses. Su objetivo es otro: desentrañar cuál es la “verdadera misión” que el FMI desempeña como instrumento de la política exterior de Estados Unidos. Para evitar que el tema se convierta en un asunto abstracto será necesario explicitar unas pocas cuestiones previas, a saber.
Primero,
que la decisión del gobierno argentino de acordar con el FMI, en los términos
que éste impuso (tal vez no en la letra pero sí en la práctica) es errónea
porque es hija de un planteo estratégico que obvió discutir el carácter
fraudulento del préstamo concedido a la Argentina. El FMI lo otorgó en abierta
violación de sus propias normativas y del carácter supuestamente multilateral
de la institución. La decisión fue producto de una orden emitida por Donald Trump
para ayudar a la re-elección de Mauricio Macri, misma que fue obedientemente
ejecutada por el Directorio de esa institución. No hay registro alguno que
indique que la Casa Blanca consultó el asunto con los principales accionistas
del FMI: Japón, China, Alemania. Por lo tanto, estamos frente a una decisión no
sólo ilegítima por su forma sino también por sus clarísimas motivaciones
políticas; y una decisión también ilegal, cosa que se potenció cuando, del lado
argentino, el prestatario endeudó al país sin respetar lo establecido en los
artículos 75 (incisos 4 y 7) y 76 de la Constitución Nacional que señalan que
todo empréstito debe ser aprobado por el Congreso Nacional.
Por
lo tanto, estamos en presencia de una doble estafa, en la que incurrieron dos
presidentes: el de Estados Unidos y el de la Argentina. Hilando fino podría
decirse que ambos constituyeron una “asociación ilícita” para consumar un
gigantesco despojo del patrimonio nacional.
Segundo,
siendo evidente que el impagable préstamo del FMI era ilegal y que ni un
centavo del mismo se había traducido en obras públicas o en proyectos de
inversión y que simplemente el dinero había transitado momentáneamente por la
Argentina para facilitar una fabulosa fuga de capitales, se imponía plantear
una estrategia que evitara internarse en un estéril laberinto de negociaciones
financieras para tratar un asunto cuya génesis, y forma de resolución, era (y
es) política.
Para
ello era preciso comenzar ordenando -como en su momento lo hizo el presidente
Rafael Correa en el Ecuador- una auditoría integral de esa deuda, nombrar un
comité internacional de expertos que hicieran el estudio correspondiente,
elevar sus conclusiones a distintos organismos del sistema de Naciones Unidas o
a instituciones regionales de Latinoamérica y el Caribe, y solicitar al
Tribunal Internacional de La Haya que emitiera una “opinión consultiva” sobre
el tema, congelando toda negociación hasta que estas cuestiones preliminares
estuviesen resueltas. Lamentablemente el gobierno fue seducido por los
engañosos cantos de sirena de la derecha vernácula, sus mentirosos gurúes
financieros que nos abruman con su presencia en todo el espacio mediático y las
advertencias y consejos procedentes de Washington. En suma, de todo el universo
de “bienpensantes” que, como es sabido, sólo sirven a los intereses del imperio
y para nada tienen en cuenta los intereses nacionales.
Tercero,
esta alternativa fue desechada a pesar de las numerosas y calificadas voces que
aconsejaban adoptarla. Había sólidos antecedentes históricos sobre los cuales
podría haber reposado esta estrategia. La jurisprudencia estadounidense sobre
la “deuda odiosa” fundada en el Laudo Arbitral de 1923 emitido por William H.
Taft, ex presidente de la Corte Suprema de ese país y vigésimo séptimo ocupante
de la Casa Blanca, en contra de una reclamación de Gran Bretaña al gobierno de
Costa Rica por un préstamo concedido por el Royal Bank of Canada al dictador
Federico Tinoco Granados, en violación de las legislación costarricense. En
dicho laudo quedó establecido que una deuda contraída: (a) sin el
consentimiento expreso de la ciudadanía a través de sus instituciones
representativas, especialmente el Congreso; (b) que no produjo beneficios en
las condiciones de vida de la población y que favoreció principalmente al
gobernante de turno y, (c) que fue otorgada pese a que el prestamista conocía
las dos irregularidades precedentes es una deuda cuyo pago es inexigible porque
las condiciones bajo las cuales se contrajo violan los derechos humanos,
civiles, democráticos y sociales de las poblaciones sometidas al endeudamiento.
Aparte
de este fallo hay otros antecedentes luminosos. Estados Unidos desconoció las
deudas contraídas por el gobierno colonial de Cuba con la metrópolis española
una vez consumada su independencia en 1898. Posteriormente auspició una
significativa reducción de las reparaciones de guerra que debían pagar Alemania
y Japón después de la Segunda Guerra Mundial. Más recientemente, impuso la
cancelación de la deuda de Irak una vez producida la invasión estadounidense y
el posterior derrocamiento de Saddam Hussein, con una reducción del 80 % de la
deuda iraquí.[1] Lamentablemente, en el caso argentino se optó por ignorar
todos estos antecedentes y se eligió el camino tramposo preferido por el FMI y
que más convenía a los estafadores, legalizando lo actuado por Macri con la
complicidad de Trump. Llegado a este punto hay que decir que uno de los
lugares comunes más recurridos por los opinadores neocoloniales que pululan por
toda la región es que el FMI es una institución “multilateral” y que representa
a la “comunidad internacional.” Agregan estos charlatanes que una sensata
gobernanza económica exige actuar en línea con lo aconsejado por esa benemérita
institución, o directamente bajo su tutela. Los 36 años del ruinoso cogobierno
entre el PRI y el PAN con el FMI en México (1982-2018) son convenientemente
barridos bajo la alfombra y nada se dice de los estragos –económicos, sociales,
la corrupción estatal, el auge del narco, etcétera- que ocasionó esa nefasta
experiencia.
Por
eso esta visión idílica del FMI como una honesta y sabia institución
multilateral es absolutamente equivocada. Y para refutar las consabidas (y
previsibles) descalificaciones de los publicistas de la derecha a este
argumento, calificándolo de populista, marxista, chavista, etcétera, leamos lo
que el insospechado internacionalista y estratega estadounidense Zbigniew
Brzezinski escribió al respecto a la hora de hablar sobre las alianzas
internacionales de Estados Unidos. Dijo, textualmente, que “debe incluirse como
parte del sistema estadounidense la red global de organizaciones
especializadas, particularmente las instituciones financieras
«internacionales».
Podría
decirse que el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial
representan los intereses «globales» y de cobertura mundial. Sin embargo, en
realidad son instituciones fuertemente dominadas por los Estados Unidos y sus
orígenes se remontan a una iniciativa estadounidense, particularmente la
conferencia de Bretton Woods de 1944.” [2]Y es así nomás. Esas instituciones,
especialmente el FMI, son dispositivos de dominación imperial que administran
el endeudamiento de naciones de la periferia del sistema. Y la deuda es un
instrumento esencial, pues como lo dijera el presidente John Quincy Adams
(1825-1829): “hay dos formas de conquistar y esclavizar a una nación: una es la
espada, la otra es la deuda.” Y ésta se ha multiplicado en los últimos tiempos,
de la mano de la creciente financiarización del capitalismo global, proceso del
cual el FMI es uno de sus perros guardianes. Según el Instituto de Finanzas
Internacionales de Washington la deuda pública de Estados Unidos equivalía, en
2021 al 133 % de su PIB, y la de Japón al 257 %. Por comparación, la Argentina
mostraba números mejores porque en ese año la relación deuda/PBI fue 102.8 %,
pese a lo cual ya desde antes se había convertido en blanco de un acoso brutal
por parte del FMI y los profetas del capital financiero.[3] No hay noticias de
misiones del FMI monitoreando trimestralmente el astronómico (des)manejo de las
cuentas públicas de Washington y Tokio, peor que el de la Argentina, y no las
hay porque la “misión” del FMI no es inmiscuirse en el manejo financiero de los
gobiernos centrales sino auditar la política económica de los países de la
periferia del sistema y disciplinarlos en función de los intereses imperiales.
De ahí que en esta institución se configure una aberrante anomalía: Estados
Unidos es la mayor economía del mundo si se mide su PIB en términos nominales;
no así, en cambio, cuando la medición se refina teniendo en cuenta la “paridad
del poder de compra” de cada economía.
Pero
cualesquiera que sea la metodología de la medición lo que salta a la vista es
la exorbitante desproporción entre el “poder de voto” de los países que
componen el Directorio del Fondo y su gravitación en la economía internacional.
Veamos: Washington retiene el 16.5 % de dicho poder, seguido por Japón, con
6.14 % y China 6.08 %. Sin embargo, cuando se comparan los tamaños reales de
las economías (medidas en paridad de poder adquisitivo y no en valores
nominales) resulta que ya antes de la pandemia el Banco Mundial aseguraba que
China representaba el 18.58 % de la economía mundial, Estados Unidos el 15.02 %
y el tercer lugar lo ocupaba la India, con 7.69 %, sobrepasando a Japón que
caía a un lejano cuarto lugar con el 4.02 %. [4] Es decir que el FMI y su
Directorio lejos de ser un fiel reflejo del mundo actual expresan una situación
de la economía global que atrasa varias décadas, cuando Estados Unidos jugaba
el papel (que hoy juega China) y era la “locomotora” de la economía mundial y
el FMI una de sus instituciones de vigilancia económica global.
Ahora
bien: si se tiene en cuenta que los reglamentos del Fondo estipulan que las
decisiones del Directorio deben contar con la aprobación del 85 % de los votos
se concluye que ninguna resolución puede ser adoptada sin el visto bueno de
Washington. Y esta es la razón por la cual Brzezinski dijo, creo que en uno de
sus escritos periodísticos, que el FMI era una “extensión del Departamento del
Tesoro” que ha coagulado y eternizado una distribución de la riqueza entre las
naciones que ha desaparecido hace tiempo. De ahí los insistentes pedidos de
reforma del FMI, mismos que siempre cayeron en saco roto porque esa institución
sólo en apariencia es un organismo multilateral; en realidad es un dispositivo
de dominación del imperio norteamericano y Washington jamás consentirá que deje
de serlo para convertirse en un foro que refleje la realidad de la economía
mundial cuyo centro de gravedad está hoy en China y en el Asia Pacífico y no en
Estados Unidos y sus aliados europeos.
Por
eso, en lugar de las acostumbradas expresiones de los publicistas de la derecha
latinoamericana: “el FMI piensa esto, o propone tal otra cosa”, y no desoigamos
sus consejos, lo que hay que decir es, simplemente, Estados Unidos a través de
su Departamento del Tesoro quiere esta política o veta esta otra, siempre en
beneficio propio. Y acabar con las fantasías e ilusiones que dicen que el FMI
es una institución técnica multilateral preocupada por la estabilidad del
sistema financiero mundial y el prolijo manejo de las finanzas públicas. ¡A otro
perro con ese hueso! [5]
Notas:
[1]
Remitimos al lector al sitio web del CADTM, el “Comité para la abolición de las
deudas ilegítimas”, que aporta numerosísimos antecedentes en relación a este
tema. Ir a: https://www.cadtm.org/Espanol
[2]
En su clásico El Gran Tablero Mundial. La supremacía estadounidense y sus
imperativos geoestratégicos (Buenos Aires: Paidós, 1998), pp. 36-37.
(entrecomillado en el original) Puede consultarse la edición en lengua inglesa
en la biblioteca de la CIA, en el siguiente enlace: https://www.cia.gov/library/abbottabad-compound/36/36669B7894E857AC4F3445EA646BFFE1_Zbigniew_Brzezinski_-_The_Grand_ChessBoard.doc.pdf .
La cita la hemos traducido precisamente de esta fuente, en la página 26.
[3] https://wpguynews.com/wp-content/uploads/2021/05/Government-debt-2021-shareable.jpg Los
datos de la Argentina se encuentran en la página del Ministerio de Economía,
accesible en: https://www.argentina.gob.ar/economia/finanzas/presentaciongraficadeudapublica
[4]
Cf. https://www.businessinsider.es/estas-son-mayores-economias-mundo-como-mida-pib-497319
[5]
Una discusión más amplia sobre este tema se encuentra en el conjunto de
trabajos reunidos en José Seoane y Emilio Taddei, compiladores: Resistencias
Mundiales. De Seattle a Porto Alegre (Buenos Aires: CLACSO, A poco más de
veinte años de distancia sorprende comprobar la actualidad y pertinencia de las
contribuciones volcadas en ese volumen. Disponible en: http://biblioteca.clacso.edu.ar/clacso/se/20100726090520/seoane.pdf
Rebelión ha publicado este artículo con el permiso del
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