ESA DERECHA LADRONA Y MENTIROSA DE TODA LA VIDA
JUAN CARLOS MONEDERO
Casado,
hace unas semanas. EFE
En río revuelto, ganancia de pescadores. Eso reza el refrán. El problema se agrava cuando sólo pescas en ríos revueltos, aprovechándote de los que pescan todos los días y mantienen el negocio. Y aún peor cuando tiras dinamita al río para coger después el botín. En momento de crisis siempre emergen los que no tienen pudor ni compasión ni empatía. En el fragor del momento se esconden mejor para perpetrar sus fechorías con impunidad. Un producto muy hispánico, con el catolicismo de las indulgencias, la Corte de los Milagros, el Latino de Hispalix de Luces de Bohemia y la mala gente que, como dijo Machado, "va apestando la
tierra". El pícaro es un dechado de virtudes cívicas en comparación con los aristócratas, los reyes, los banqueros, los señoritos latifundistas y los generales que abandonaban a su tropa. El jeta profesional se puso los correajes de Falange y de las JONS en 1936 y fusiló rojos entre otras cosas para robarles. Hoy, esos jetas se hacen periodistas , pueblan las tertulias y hasta se dejan las patillas.Para ver que la
derecha está llena de sinvergüenzas ventajistas, vivos y sin escrúpulos basta
mirar a todos los dirigentes del PP y de VOX que están en la cárcel, a los que
están juzgados y a los que han sido condenados. Sin olvidar incluir también a
los que les prescriben los delitos o los que tienen algún tipo de inmunidad. A
esos ladrones, la actual dirigencia de sus partidos no les pide arrepentimiento
ni que pidan perdón por sus fechorías ni que dejen de celebrar su riqueza
cuando recuperan la libertad y con ella, por lo común, también todo lo que han
robado. Para toda esa gente, estar en la política y robar es como empujar a
alguien cuando no hay sitio en la balsa: su sentido común de supervivientes con
derechos especiales. Felipe VI no le va a pedir contricción a su padre. Ya
pidió una vez perdón y era mentira.
A esos ladrones, la
actual dirigencia de sus partidos no les pide arrepentimiento ni que pidan
perdón por sus fechorías ni que dejen de celebrar su riqueza cuando recuperan
la libertad y con ella, por lo común, también todo lo que han robado.
Lo que esta tropa
significa es una constante de nuestras sociedades. Y esto vale para todos ellos
sin diferencias: basta ver los trasvases de cuadros cuando unos y otros
pensaban que su partido se iba a pique. Son idénticos (ahí está Albert Rivera,
en sintonía con VOX y el PP, comparando a un tenista millonario descerebrado
antivacunas al que no deja entrar en Australia -como en tantos sitios si no
tienes la vacuna correspondiente- con esa gente pobre que se muere queriendo
huir en una patera del hambre y la guerra). El entorno de la derecha, en
tiempos de crisis, pone juntos a una cuerda de caraduras, tramposos y
sinvergüenzas que aprovechan los momentos de incertidumbre y angustia ciudadana
para enriquecerse. Se encuentran en los mismos lugares y no se pisan la
manguera entre ellos. Salvo cuando la cosa se pone fea, que ahí ya no hay
amigos (que se lo digan a Cifuentes y a Ignacio González o a Casado y a Díaz
Ayuso).
Para esta gente los
partidos son un tipo especial de organización oportunista que tiene la insana
capacidad de atraer a ese porcentaje de canallas que siempre produce cualquier
sociedad. ¿O acaso es extraño que un empresario agrícola que esclaviza a
inmigrantes y los deja abandonados en la puerta de un hospital cuando tienen un
accidente sea simpatizante de VOX? ¿O es acaso extraño que los que han
organizado la campaña contra el Ministro Alberto Garzón, a través de la
manipulación de las redes sociales, sean empresarios de macrogranjas que
arruinan a pequeños ganaderos que, sin embargo, se han puesto en no pequeño
número de su lado? ¿O es extraño que
haya habido mil cargos y gente ligada al PP vinculada a los múltiples casos de
corrupción?
Si uno lee el texto
de Marx sobre la Comuna de París de 1871, entre otro centenar de sugerencias
sobre el futuro de la democracia aparecen unos actores políticos que han
regresado a todos nuestros países: las ratas, dentro de las clases pudientes -o
más o menos-, que operan políticamente con el único fin de enriquecerse. En
este trabajo clásico de Marx se cuenta cómo esa gente sin escrúpulos -Julio
Favre era un adelantado de la sinvergonzonería-, aprovechando la situación de
excepción, entre ellas que el ejército prusiano estaba a las puertas de París,
hicieron lo que fuera menester para enriquecerse, fuera robando, traicionando a
la patria, dejando que masacrasen al pueblo potencias extranjeras o poniendo a
los jueces prevaricadores al servicio de su egoísmo de clase. Estos, que no se
perdían el desfile de las Fuerzas Armadas ni una regata de la época, pusieron
al Estado a su servicio liberando a colegas condenados por estafa, cargando la
culpa judicial en los subordinados por mamandurrías que solo beneficiaban a las
élites, logrando que los jueces hicieran la vista gorda a las falsificaciones.
En suma, naturalizando la estafa que protagonizaban las élites, al tiempo que
fusilaban a la izquierda por haber levantado la voz. Por supuesto, nada que ver
con lo que hace la extrema derecha de VOX y sus recientes colegas del PP en
España o sus homólogos en América Latina. (Esto es ironía).
Y por qué las
víctimas siguen votando a sus verdugos requiere una clara explicación, que nos
contará que donde ayer estaba la iglesia hoy están los medios de comunicación
Para las clases
privilegiadas, las mayorías son carbón para sus calderas. Y por qué las
víctimas siguen votando a sus verdugos requiere una clara explicación, que nos
contará que donde ayer estaba la iglesia hoy están los medios de comunicación.
Pero no nos engañemos. Su abanico de posibilidades es amplio. Cuando las
elecciones no sirven a las élites, ponen en marcha sus planes B. Donde pueden
morir 600.000 españoles, aunque ellos seguirán hablando de Calvo Sotelo.
Thank you for
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En España, no
dudaron en despedir a millones en 2008, en cobrarles a los pobres las culpas de
la especulación de los ricos, en quitarles las viviendas porque no podían
cubrir las hipotecas de pisos sobrevalorados cuando eran despedidos, en
subirles las cuotas de la universidad amenazándoles con que nunca obtendrían
trabajo digno sin un título, y asuntándoles con multas y con cárcel si
protestaban contra los ladrones o pretendían concienciar a las masas para que
dejaran de ver Sálvame, el Programa de Ana Rosao el de Susana Grisso y se
cagaran en los muertos de los que les estaban robando la vida.
Leer los textos de
Marx sobre la Comuna de París ( "La guerra civil en Francia") deja
una sensación de "esto me suena", lo que explica por qué las élites
no tienen el mínimo interés en que la gente joven estudie ciencias políticas,
sociología, historia o filosofía y prefieren que estén exclusivamente -nótese:
exclusivamente- tomando cañas, siguiendo los mil eventos deportivos, comprando
nimiedades, cotilleando en las redes y en las televisiones o absortos en las
series. Porque también nos gustan en el lado izquierdo del valle las cañas,
estar guapos, las competiciones deportivas y las series -el petardeo, algo
menos, aunque no se nos escapa que es profundamente humano-. Pero hemos
aprendido que hay que salirse de esa burbuja y preguntarse por la vida y sus
afanes para que nuestro paso por el mundo no sea solamente ser combustible para
los malditos fogones de los malditos hijos del maldito Satánas -haciendo
esfuerzos para no decir lo que el castellano nos brinda-.
Esa derecha de
señoritos de toda la vida siempre ha gozado de las últimas novedades
tecnológicas para afianzar su abuso. Controló históricamente la iglesia, las
universidades, los periódicos, las radios, las televisiones, los clubes de
fútbol, la idea de patria, los desfiles y las procesiones y ahora las redes
sociales, whatsapp, instagram y cualquier cosa que pudiera servir para pensar y
que ellos las usan para que no pienses.
La izquierda
latinoamericana ha recuperado la nación para las mayorías. En Europa ese ha
sido un negociado de la derecha, especialmente cuando se han hecho nazis o
fascistas o franquistas.
El capitalismo es
una bicicleta que si dejas de pedalear te caes. Por eso necesitan estirar
siempre la cuerda más y más hasta que se rompe. Cuando se rompe, llaman a sus
mercenarios, donde los oficiales son ellos, y la tropa, gente de abajo a los
que les pagan un poco más para que mantengan disciplinados a los demás de su
estrato. Mientras tanto, hasta que llegan los de las pistolas, la lucha es
cultural. La izquierda intentando hacer ver a las víctimas que la culpa no es
de otras víctimas sino de los verdugos, y los verdugos cargándole las culpas a
las víctimas o a los que las defienden. La izquierda diciendo que esto de la
convivencia va sobre todo de derechos, y la derecha que basta con ser español o
francés o italiano o norteamericano. La izquierda latinoamericana ha recuperado
la nación para las mayorías. En Europa ese ha sido un negociado de la derecha,
especialmente cuando se han hecho nazis o fascistas o franquistas.
Habrá que
intentarlo, porque el primer paso de la democracia es el que está más cerca.
Pero es fácil deslizarse hacia ese barrio que levanta el brazo con el saludo
fascista: basta que le entregues un chivo expiatorio, que le convenzas de que
la patria esté en peligro o que busques a alguien a quien echar las culpas para
que ese currante, al que han convencido para que se sienta sobre todo
"patriota", se convierta en un zombie de la extrema derecha. El
rojipardismo tiene una superficie de contacto con la extrema derecha -no que
sean lo mismo, pero que se encuentran diciendo cosas parecidas-que
necesariamente levanta susceptibilidades en la sensibilidad demócrata y
especialmente socialista.
Es un enorme error
recuperar las tesis de Carlyle de que la historia la hacen los grandes hombres,
sean héroes, estadistas, consultores, Presidentes o spin doctors. Marx nos
enseñó que detrás de la historia están las condiciones materiales, la
correlación de fuezas, el grado de conciencia.
Es tiempo de
organizarse, porque de muchas cosas nos vamos a enterar solo si podemos hablar
con otros interesados en las mismas cosas. Momento de dedicar esfuerzos a la
creación de partidos-movimiento. Es un enorme error recuperar las tesis de
Carlyle de que la historia la hacen los grandes hombres, sean héroes,
estadistas, consultores, Presidentes o spin doctors. Marx nos enseñó que detrás
de la historia están las condiciones materiales, la correlación de fuezas, el
grado de conciencia. Los hechiceros con una varita mágica, aunque sean capaces
de hacer magia son efímeros y no dejan poso. Tiempo pues de instruirse, porque
el mundo es complejo y nos apabulla, especialmente con su posverdad y sus fake
news disparadas diariamente a ritmo de ametralladora. Y por todas las
dificultades, es también tiempo de conmovernos, de sentir con los demás, de no
tolerar ningún abuso, de saber, mirando al pasado, en qué lado de la historia
nos colocamos. Porque es verdad que necesitamos todo nuestro entusiasmo, que es
el mayor antídoto contra los malos finales en los tiempos oscuros.
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