'JUANCAR' CON DERECHO DE PERNADA
ANÍBAL MALVAR
Busto del rey emérito Juan Carlos I
en el parque con el mismo nombre en Pinto, Madrid. Eduardo Parra / Europa Press
/ Archivo
Nuestro Emeritísimo ha decidido volver a España y no de cualquier manera. Exige residencia en Zarzuela con su hijo, el rey sin méritos, y una paguita abascaliana y madrugona de 200.000 euros al año. Lo que me extraña es que no exija también el regreso de Corinna a las dependencias reales, pues ya puestos a vindicar nuestra monarquía no estaría mal tener el detalle de devolverle a los borbones el derecho de pernada.
La verdad es que
cuando leí la noticia me pareció un bulo, pero la da José Antonio Zarzalejos,
uno de esos raros opinadores de los que conviene fiarse al margen de ideologías
y prejuicios, que últimamente vienen a ser la misma cosa.
El anuncio de
Juancar suena bastante a chantaje entre borbones, práctica muy habitual en la
estirpe. No hay que olvidar que nuestro intachable y honradísimo Felipe VI era
beneficiario de una de esas cuentas opacas, Lucum, que despistaba papá por
panamás y suizas. Quizá Juancar atesore más información sobre rastros de
connivencia del nuevo rey en estos manejos suciamente dinerarios. Porque el
viejo rey no quiere pasar a la historia como un delincuente. Delincuentes son
los que roban gallinas para alimentar a sus hijos. Así que su estrategia actual
pasa por demostrar que el borbónico latrocinio no es tal, sino un honrado pago
por los servicios prestados. ¿A quién se le prestó esos monárquicos servicios?
De momento sabemos que Jordi Pujol, que parece gozar de igual impunidad que el
rey, compartía testaferros con Juancar. Son coincidencias que nos inquietan
hasta a los más inocentes desinformados.
A la espera de un
referéndum entre monarquía y república, debemos asumir el monarquismo
mayoritario de la sociedad española como axioma o dogma de fe. Eso es lo que
nos trasmiten nuestros grandes poderes económicos y mediáticos. Cualquier día
nos quitan las elecciones municipales con el pretexto de que ellos ya saben a
quiénes vamos a votar, que es lo que nos lleva pasando cuarenta años con el
debate de la monarquía.
En entrevista
censurada, Adolfo Suárez admitió que en su época eludió este referéndum porque
los monárquicos lo hubieran perdido. Lo dijo con toda la jeta. O sea, que el
presidente icónico de nuestra sacrosanta Transición decidió que era mejor que
no votáramos porque íbamos a votar mal. Así se construyó nuestra democracia.
Regateando elecciones. Dejando a los viejos prebostes del franquismo, cual el
falangista Adolfo Suárez, decidir qué debíamos votar y qué no.
Ahora Juan Carlos
quiere volver, con sus millones, sus chantajes y su derecho de pernada. Y a mí
no me parece mal. El borbón no es exactamente un delincuente. No puedes acusar
a un carterista si tú mismo le has metido tu cartera en su bolsillo. Que es lo
que hemos hecho los españoles durante cuarenta años. Vale, con los borbones,
durante cientos de años. No sé a qué viene tanto escandalizarse.
Tener a un rey
oculto de la justicia europea en Abu Dabi es pintoresco, patriótico y muy
español. Pero el rey emérito se ve morir poco a poco, como todos, y quiere
volver a España. No me extraña. De Franco a Pedro Sánchez, le hemos concedido a
Juancar todos los caprichos desde niño. No nos quejemos ahora si el borbón nos
ha salido un senecto caprichoso y desea regresar.
En lo que sí
insistiría, si regresara, es en la restitución del derecho de pernada. Para
evitar sexismos, que fuere aplicable tanto sobre mujeres como sobre hombres.
Porque los españoles sí estamos en deuda con Juan Carlos I, con Villarejo, con
Jordi Pujol, con Luis Bárcenas. Ellos son los que nos han desvelado, más que
cualquier historiador o sociólogo, quiénes realmente somos. Y, por muy triste
que sea la respuesta, que lo es, es a ellos a quien debemos agradecer este
wildeano retrato.
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