GRAN CANARIA:
¡MAÑANA PUEDES MORIRTE EN URGENCIAS!:
VÍCTIMAS DE LA
DESMOVILIZACIÓN SOCIAL
POR EUGENIO
FERNÁNDEZ
El pasado jueves, 25 de noviembre, trabajadores y unos
pocos usuarios del Hospital Insular de Gran Canaria se concentraban a
las puertas de este centro de referencia, para apoyar las reivindicaciones de
los médicos de urgencias del complejo, que han reclamado medidas “efectivas
y duraderas” que pongan fin a la situación de colapso que sufre el
complejo.
Pese a la gravedad de la situación que provocó esta la protesta, que se desarrolló bajo el lema “los problemas de Urgencias son de todos”, participaron en ella apenas unas decenas de personas.
Los médicos de Urgencias leyeron
un manifiesto en el que volvieron expresar su extrema preocupación por la masificación
“sin precedentes” de los servicios de urgencias, que ha provocado
incluso que se tengan que utilizar pasillos de evacuación para poder situar en
ellos a pacientes en camillas.
“Hemos
llegado a nuestro límite, no queremos ser cómplices de esta situación”, rezaba la convocatoria del acto de protesta. Los
profesionales insisten en que el servicio de urgencias es el más afectado por
el colapso, pero que el problema trasciende de esta área y que el tapón se
produce por la falta de camas de hospitalización a las que poder trasladar a
los pacientes cuando son dados de alto en urgencias.
No se trata, en absoluto, de una
situación novedosa. Los trabajadores llevan años denunciando el progresivo
deterioro de este servicio esencial, que no ha dejado de producirse con
independencia de los cambios en los Ejecutivos regionales. Inicialmente
encabezados por Coalición Canaria, en pactos con el PP o el PSOE, y
actualmente, con el cuatripartito formado por el PSOE, Nueva Canarias,
Podemos y la Agrupación Socialista Gomera de Casimiro Curbelo.
Desde hace al menos un lustro, el
personal del Servicio Canario de Salud (SCS) ha venido
denunciando que el colapso que cada año se produce en los meses de
invierno se debe en gran parte al cierre de camas, a la subcontratación y
a la precariedad con la que se ven obligados a realidad su labor los
sanitarios. Los hechos parecen corroborar, asimismo, las denuncias
que afirman que esta y otras medidas aplicadas por la Consejería “solo
persigue ahorrar en personal”.
En las últimas fechas, los médicos
de Urgencias del Insular han denunciado que la situación se ha vuelto
insostenible, que la sobreocupación roza el 200%; que una media de 60
pacientes al día deben esperar en los pasillos a que se libere una
cama en planta o a ser derivados a las clínicas concertadas; que ante estos
episodios de saturación y la carencia de medios humanos y físicos la
seguridad clínica está “gravemente comprometida”, y
que las soluciones puntuales adoptadas por la gerencia (la habilitación de
nuevos espacios o la apertura de pasillos de tránsito) no han conseguido
mitigar el problema.
Los profesionales exigen medidas “efectivas
y duraderas” para aliviar el colapso, impedir la ubicación de
pacientes en zonas no asistenciales, como camillas en doble fila o pasillos de
tránsito o evacuación, derivar a los usuarios sociosanitarios que permanecen en
el hospital, poder ejercer su trabajo “en condiciones dignas”, que se cubran
las bajas y que se adecúe la plantilla a las necesidades del servicio.
Se trata, en definitiva, de una realidad
extremadamente comprometida que pone literalmente en peligro la vida de
centenares o miles de vidas que, en las actuales condiciones podrían perderse
en un servicio de Urgencias en que, según los propios
responsables de prestarlo, ya no pueden ofrecer “un trato digno y
humanitario a los enfermos”.
Ante tal panorama, pues, resulta
imprescindible interrogarse sobre las causas por las que Canarias sufre
también la total ausencia de organizaciones con capacidad para llevar
adelante una campaña de información, propaganda y movilización
ciudadana acorde a la necesidad vital de exigir a los responsables
políticos una solución a carencias estructurales que ponen en
riesgo la salud y la vida de la población.
¿No hay un sólo sindicato capaz de
organizar esa necesaria movilización? ¿Tampoco hay un sólo partido político o
agrupación de colectivos de distinto tipo que sea capaz de responder a esta
emergencia que se produce, además, en medio de la mayor pandemia sufrida por la
humanidad en el último siglo?
La falta de respuesta a estas preguntas
y la terrible soledad con la que se encuentran en sus concentraciones los
sanitarios del servicio de Urgencias del Hospital Insular constituyen
un terrible indicador del grado actual de indefensión de una sociedad que, con
una inducida atomización, nos deja a cada individuo totalmente
a merced de poderes e intereses totalmente ajenos a los de la mayoría de la
población.
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