FRANCISCO JAVIER EDÚ ELÁ ABEME. IN MEMORIAM
FRANCISCO JAVIER GONZALEZ
Francisco Javier Edú Elá Abeme. In memoriam
Hace pocos días, alguien me dijo que lo peor de la vejez es que dura poco. Cierto, pero más cierto aún es, que lo peor son los rotos y descosidos que nos va dejando en el alma –la psyché que decían los griegos- cada vez que perdemos a un miembro de la familia o un amigo de los que, de alguna forma, son también parte de nuestro entorno personal, son esa otra familia voluntariamente elegida. Nos duele el corazón con esas partidas, pero, por otro lado, nos conforta la cercanía luminosa del recuerdo que dejan en nosotros. Sabemos que ese recuerdo los mantiene con vida en nuestra mente, en nuestra psyché.
Nuestros ancestros
precoloniales creían que, cuando las personas justas y sabias, los amusnaus,
morían, sus almas volvían de los Montes Claros en forma de aves para dar
consejo y apoyo a aquellos que quedábamos por estos peñascos. Son los
Machiales. En Gomera, a la vera de San Sebastián, está el barranco y la lomada
de Machal donde, hasta hace muy pocos años, la gente subía con su merienda y
destinaba una parte a “los cuervos de Machal”, en la creencia de que, con y en
ellos, venían sus antepasados. Abrían sus mentes a los consejos que el viento
les susurraba. Ya ni cuervos quedan en Gomera pero, seguro, que los Machiales,
el espíritu de los amusnaus, su sabiduría y ejemplo siguen influyendo en
nuestras decisiones a través de los recuerdos.
El último amusnau
que nos abandona físicamente, de esos que vuelven como Machiales, es mi amigo
–y tocayo- Francisco Javier Edú Elá Abeme del que, gracias a su hijo Edú, tuve la
ocasión de despedirme. Son montones los recuerdos y vivencias que me afloran
este momento, incluso desde antes de conocernos. A finales de los años 50 e
inicios de los 60 comenzaron a venir a La Laguna jóvenes ecuatoguineanos. En
aquellos momentos Guinea Ecuatorial había sido nombrada, oficialmente,
“Provincia Española”, como Ifni y Sáhara Occidental, sin por ello dejar de ser
colonia. Algunos de los llegados a estudiar a La Laguna venían por sus propios
medios. Eran hijos de una naciente burguesía negra de Santa Isabel, como
Guillermo Jones “Williams” o de la trifronteriza Ebibeyin como Ricardo Mba
Mangué “Richard”, casado en La Laguna. Otros venían becados por el gobierno
colonial como Agustín Baita, Ernesto Cayetano Toreida, Salvador Ntutu… De todos
ellos, los que no lograron emigrar de la naciente Guinea de Macías Ngema fueron
víctimas de la tiranía vesánica de Macías Ngema y su clan.
En este in memoriam
no puedo menos que intentar sintetizar lo que con Paco Elá aprendí y las notas
que tomé de lo que me enseñaba. Al menos que sirva para entender cómo pasó
Guinea Ecuatorial de ser una colonia española a ser un cementerio de asesinados
física o anímicamente por un loco sanguinario. En “La Sorriba” del Centro
Amílcar Cabral publicamos en 2 partes su trabajo “Guinea Ecuatorial. Una
realidad desconocida” que firmaba con el nombre guanche de “Hacomar, el
impaciente”. Hoy, aquí, en esta Canarias, patria también de Francisco Javier
Edú Elá Abeme, recuerdo su corazón generoso al punto de tener, amar y luchar por
dos patrias a la vez. Discutíamos
también a veces porque tardé en entender su posición, que mantuvo a lo largo de
toda su vida, de resolver el grave problema político de su Guinea natal, a base
de negociar con el adversario, de convencer con ideas incluso al que se negaba
a admitir la discusión, salvo eso si, con criminales confesos y terribles como
Macías que llegó en su paroxismo a realizar rituales canibalistas con los
corazones de sus enemigos,
Hablaba de esto con Elá, que, cuando terminaba
su trabajo en su bufete, se pasaba muchas veces en la tarde-noche por el Centro
“Amílcar Cabral”. Manteníamos largas charlas. Unas veces de cultura y música
africana, en la que era un experto como demostraba en sus programas con el
también vivo en la memoria Carmelo Brito. Otras, comentábamos lo que pudo haber
sido Guinea Ecuatorial y lo que era. Las ilusiones y afanes que provocaba en él
la lucha independentista, cuando apoyaba con 15 años de edad a Atanasio Ndong,
líder del “Movimiento Nacional de Liberación de Guinea Ecuatorial” (MONALIGE),
movimiento sucesor de la “Cruzada Nacional de Liberación de Guinea Ecuatorial”
(CNLGE) de Acacio Mañé Elá, asesinado por el colonialismo español en 1959. Del
MONALIGE, que el gobierno colonial rechazaba “por comunista”, me contaba Elá,
se escindió el grupo de la “Idea Popular de la Guinea Ecuatorial” (IPGE) que
entraban bubis y fangs y que, en principio, planteaba una federación o la unión
con Gabón, donde predomina la etnia ntumu, una rama fang, aunque esa idea de
anexión a Gabón se abandonó oficialmente por el IPGE en 1962.
Tuvo mi amigo Elá
mucha paciencia conmigo para llegar a entender algo de lo que pasaba en Guinea
Ecuatorial. Me decía que la situación no era muy diferente de la atomización
del independentismo canario. Habló de Bonifacio Ondó Edú, maestro de primaria y
catequista destacado, exiliado en Gabón, y de su partido “Unión Popular de
Liberación de Guinea Ecuatorial” (UPLGE) que, cuando el colonialismo español
empieza a tener problemas internacionales, regresa, con la aquiescencia del
gobierno colonial a Guinea, en 1963 transformando la UPLGE en el MUNGE,
“Movimiento de Unión Nacional de Guinea Ecuatorial”. El MUNGE gozaba de apoyo
del gobierno español a pesar de ser un movimiento nacionalista. Independentista sí, pero alineado con la
derecha franquista en el poder en la metrópoli, con los intereses madereros,
comerciales y con la iglesia católica, de enorme influencia en el país
(Atanasio Ndong, a quien apoyaba Francisco Elá, era sobrino del primer
arzobispo negro, natural del país, Rafael María Nze Abuy, obligado luego a
exiliarse por Macías Ngema, y el propio Paco Elá fue preseminarista en
Mikomeseng con el Padre Alberto María Ndong y luego pasó al seminario de Banapa en Santa Isabel en
1959). Bonifacio Ondó, al proclamarse por el gobierno español bajo la presión
de la ONU la autonomía del territorio, pasó a ser el Presidente autonómico.
En la campaña de
propaganda para el Referéndum Autonómico de 1963, el MUNGE de Ondó Edú votaba a
favor, mientras que la IPGE, que todavía pensaba en la anexión con Gabón, y la
Unión Bubi que planteaba dos autonomías separadas, votaban en contra. De ese
Referéndum, de las pretensiones de fernandinos y bubis, y de cómo la isla de
Fernando Poo votó en contra y la Guinea continental a favor, me hablaba, en
esos momentos en que se producían los hechos, mi amigo Pepe Mascarell Inta, de
madre bubi, morador ya también de la memoria. Del Referéndum saldría, en las
elecciones celebradas en septiembre, un gobierno autonómico que se prolongó hasta
octubre de 1968, ya proclamada la independencia, presidido por Bonifacio
Ondó que designó como Vicepresidente y
Consejero de Obras Públicas a Francisco Mesié Ngema que, como buen reptil
trepador, había castellanizado su apellido a Macías y militado en lo que
pensaba que sería caballo ganador, el MUNGE. El gobernador del territorio,
Francisco Nuñez, pasó a ser Comisario General y los partidos políticos
existentes, como el MUNGE, el MONALIGE, la IPGE o la Unión Bubi pasaron a tener
existencia legal. Elá me contaba las trapisondas de Macías Ngema para hacerse
con el poder desde ese momento, con la total ceguera de la todavía potencia
administradora. Macías se pasó del MUNGE a la IPGE, que andaba descabezada,
aunque en ese momento a Macías ni siquiera lo apoyaban sus paisanos de Mongomo.
Se celebró una
Conferencia para la confección de la Constitución de Guinea Ecuatorial, con 50
representantes ecuatoguineanos. A base de una campaña torticera, que Elá me
pormenorizaba, fue como Macías logró hacerse cada vez con más poder hasta que,
en las elecciones en septiembre de 1968, a un mes de la proclamación de la
independencia, que España quería hacer en una fecha emblemática, el 12 de
octubre de 1968, se presenta para presidir la nueva república Francisco Macías
Ngema, con el “gallo rojo” del IPGE. Se presentan también Ondó Edú con el MUNGE, Atanasio Ndong con MONALIGE,
del que Francisco Elá era uno de los principales colaboradores, y Edmundo Dioco
Bosio, maestro bubi, del que Pepe Mascarell me contaba como eran sus fincas de
cacao en Fernando Poo, por la Unión Bubi, punta del nacionalismo bubi que
planteaba la segregación isla-continente. En la Asamblea electa tenían el mismo
número de diputados MUNGE y MONALIGE, con 10 cada uno, 8 de IPGC y 7 de Unión
Bubi.
En la elección
presidencial de septiembre de 1968. Elá hizo una exhaustiva campaña por su
candidato Atanasio Ndong que, lamentablemente, según el mismo Elá, no supo
valorar las condiciones en que se realizaba la votación, perdiendo incluso en
Rio Benito, su distrito, hoy Mbini. Macías sacó el 40% de los votos, Ondó el
35%, Atanasio Ndong el 20% y Dioco Bosio el 5%, por lo que la elección
presidencial estaba en la decisión que tomara el MONALIGE. Elá y los militantes
más serios y preparados del MONALIGE, aunque no les gustaban las posiciones
políticas de Ondó, lo creían preferible a cualquier intento de negociar con
Macías al que, desde el interior conocían perfectamente. Terrible fue el
desencanto que sufrieron cuando, finalmente y por su cuenta y riesgo, Atanasio
Ndong apoyó la candidatura de Macías.
Muy caro lo pagaron
todos. Macías asesinó, no solo a Atanasio. También a Ondó que era su rival más
inmediato y a Dioco Bosio en la terrible prisión de Playa Negra. Acabó con 40
de los 50 que tomaron, como él mismo, parte de la Conferencia para elaborar la
Constitución, incluso a miembros de su propio clan de Mongomo que lo habían
apoyado a los que consideraba “peligrosos”, sumiendo a lo que era el proyecto
de un país próspero por sus riquezas naturales en un baño de sangre dolor y
miedo.
Paco Elá, que cursó
estudios en esa primera etapa de la independencia en Yaundé, al volver a Guinea
se convierte en una persona peligrosa para el régimen, sobre todo una vez
asesinado Atanasio Ndong a los pocos meses de tomar Macías el poder. Le quitan
el pasaporte y ve su vida en peligro y en 1971, con ayuda del que fue alumno
suyo, Valentín Etame, jefe del servicio de telecomunicaciones, logró pasaporte
y visado. Embarcó clandestinamente en el “Ciudad de Pamplona” donde un médico tinerfeño
lo escondió en su camarote y llegó, con una mano alante y otra atrás, a
Tenerife en septiembre de 1971, unos días después de las Fiestas del Cristo. La
dura lucha de Paco para sobrevivir, apátrida legalmente, pues el gobierno
Macías le había retirado la nacionalidad y España no quería dársela –la tenía
por haber nacido en una supuesta “provincia española”- para no enemistarse con
el gobierno del sátrapa Macías, apoyado por ACNUR y trabajando en el
psiquiátrico chicharrero –donde conoce a Dulce María, su esposa y madre de sus
cuatro hijos- culmina cuando finaliza la carrera de Derecho en nuestra ULL.
La lucha de Paco
por lograr una Guinea Democrática y Libre nunca ha cesado. Secretario General
del “Frente de Liberación de Guinea Ecuatorial” (FRELIGE) por él fundado,
cuando en abril de 1983 se funda en Zaragoza la “Junta Coordinadora de las
Fuerzas de Oposición de Guinea Ecuatorial” es nombrado Secretario General de la
Junta, formada, además de por el FRELIGE, por la “Asociación Nacional de
Reforma Democrática” (ANRD) de Secundino Oyono, el “Movimiento para la
Liberación Futura de Guinea Ecuatorial”(MOLIFUGE) de Narciso Ndjondjo, los
“Grupos para la Reforma Política” (GRP) de Rufino Ndong, y un grupo de
independientes representados por Andrés Molongua. Actúa Paco como portavoz
junto a Severo Moto, creador del “Partido del Progreso”, funcionario que fue
del gobierno Macías y periodista del periódico “Ébano” hasta que huyo de Guinea
tras su encarcelamiento por Macías. En 2015, cuando se funda la “Coalición para
la Restauración de un Estado Democrático en la República de Guinea Ecuatorial”
(CORED), es uno de los miembros fundadores. Su terrible lucha, y la de todo el
pueblo guineano, se puede seguir en las páginas de su libro “Guinea, los
últimos años”.
Precisamente, por
su actividad en la Coalición Cored, en 2016 recibió duros ataque de los
turiferarios de Teodoro Obiang Ngema, sátrapa que derribo y sucedió a su tío
Francisco Macías Ngema, que contestó en un duro artículo “Ni con esas…”
dedicado “al mamporrero de turno”. De ese artículo saco las frases que definen
a mi amigo Francisco Javier Edú Elá Abeme:
“A nivel personal,
siempre aspiré a tener una buena formación universitaria. En ese sentido, si me
comparo con tu amo, creo que lo he logrado.
A nivel
profesional, entre mis compañeros gozo de prestigio. He vivido, vivo y viviré
siempre de mi despacho. Nunca de sisar del erario público. Es decir, nunca le
he robado a los Pueblos guineanos.
A nivel de familia,
todos mis hijos tienen formación universitaria y son ciudadanos ejemplares.
A nivel político,
mi fracaso es el fracaso de los Pueblos de Guinea Ecuatorial, los que pese a
las advertencias, yo mismo participé en la campaña contra Macías, prefirieron a
un enfermo mental. Así nos ha ido. Mis compañeros de lucha, incluso cuando
nuestros criterios se encuentran, me respetan y me quieren.
Tengo amigos a lo
largo y ancho del mundo. Dios, si se me permite la licencia, me negó la
capacidad de odiar. Nunca he odiado. Ni siquiera a seres siniestros como tú y
tus amos. Siento más bien pena, asco y desprecio por la forma como tratan a
unos Pueblos que están por encima de la escoria que dice gobernarlos, pero que,
en prioridad, les roba.”
Este es mi amigo
Paco Elá, un amusnau ecuatoguineano-canario, que tanto monta, que vuelve de los
Montes Claros para darnos el regalo de su sabiduría y bonhomía y vivir en
nuestra memoria. También para él brillará hoy en el cielo africano una verde
estrella de promesa de redención y libertad.
Ahul Paco.
Tanemmirt. Ar timlilit
Francisco Javier
González
Gomera a 3 de
agosto de 2021.
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