TU RELIGIÓN Y MI RELIGIÓN
EVA
NAVARRO
Escribo
este artículo sin ánimo de ofender a la Iglesia, no es mi intención ni mucho
menos molestar a nadie. Hace cuarenta años, cuando yo estudiaba en un colegio
de monjas me hablaban de un Dios que premiaba a los buenos y castigaba a los malos.
Al
día de hoy sigo preguntándome dónde está ese Dios porque yo soy incapaz de
verlo. Cuando veo a las putas casarse de blanco, con la simpatía y el
beneplácito de los curas que están al servicio del capital, y a los ladrones
comulgando sin haber pasado por el confesionario para declarar la porquería que
llevan en su currículum, me dan ganas de decir: agarra a tu dios y tu religión
y métetela por donde te quepa.
A
mi hermano casi lo despiden de la empresa donde trabaja por criticar a un jefe
que no tenía en cuenta la opinión de sus empleados, después pasó por una
enfermedad grave. Los desfavorecidos y humildes de este mundo afrentan la
calamidad y la desgracia, mientras el poder se instala en primera fila al grito
de “viva la Virgen”. Las verdaderas cruces tienen entrantes y salientes, no son
como esas tan románticas que se cuelgan en los templos, cruces de obreros
humillados hasta la médula, de personas honradas que caen ante el ridículo de
los ladrones y las rameras que, cual satélites, bailan alrededor del poder,
cruces de los que un día preguntaban por la justicia social y hoy viven en un
rincón del olvido, … y así en una interminable lista de nombres sin rostro,
como números, pasando desapercibidos, hastiados de trabajar por un mísero
sueldo en un puesto bochornoso, mientras los chupasangres se sientan en primera
fila a oir misa por la Madre de Dios.
Ahí
tenéis a vuestra Virgen, la que os conviene, la que hicisteis a vuestra imagen
y semejanza. No la mujer humilde de la que a mí me hablaron, sino la otra, que
viene a dar el visto bueno a vuestros puteríos y mezquindades.
Mientras
tanto yo sigo mirando al cielo, esperando ver a ese Dios del que tanto habláis
y que yo no acabo de
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