UNA PRIMERA RONDA INÚTIL DE POSTUREOS
EUPREPIO
PADULA
Reunión entre Mariano Rajoy y Pedro
Sánchez
Con
la mirada puesta en el horror vivido en Niza en el día de la Fiesta Nacional de
Francia, la amenaza terrorista, cada vez más cerca de ser nuestra guerra de
civilizaciones y el intento de golpe de Estado a Turquía, acabamos unos
primeros veinte días de inútiles postureos políticos en nuestro país, que con
bastante generosidad podríamos llamar primera ronda de negociaciones. O más
bien inútiles reuniones de cortesía.
Una
primera ronda de conversaciones de Mariano Rajoy con el resto de partidos
políticos que solo ha servido para transmitir un mensaje gris, ambiguo y
cansino. El presidente en funciones volvió a hacerse eco de lo que todos los
partidos han repetido hasta la saciedad en la campaña electoral previa al 26J:
no se quieren unas terceras elecciones y todos están supuestamente receptivos
ante las negociaciones. Supuestamente porque, en realidad, poco se ha negociado
y nada se ha hablado de las preocupaciones de los ciudadanos.
Rajoy
hizo entrega de un programa de Gobierno al resto de fuerzas políticas, a modo
de refrito básico que pone de manifiesto la poca predisposición de PP a la hora
de flexibilizar su discurso en relación a las claves sobre las cuales las otras
fuerzas quieren y están dispuestas a tratar. Un mensaje negativo que no ayuda a
ser optimistas.
La
comunicación no verbal de Mariano Rajoy durante su discurso reflejaba a un
presidente en funciones bastante sereno y con planteamientos firmes; no
denotaba nerviosismo, a pesar de la falta total de sintonía que sigue teniendo
con Pedro Sánchez y que fue, una vez más, muy evidente. Queda claro que los
políticos españoles todavía tienen mucho que aprender en negociación política.
De todas las claves básicas para negociar con éxito, ni una se ha tenido en
cuenta. Se sigue dando importancia a personalísimos,no se está teniendo en
cuenta que todos tendrán que salir como ganadores en algo y no parece que se
está teniendo en cuenta la importancia de manejar bien los tiempos y ¡la
paciencia de la gente!
Los intereses de cada partido siguen estando
demasiado presentes en las agendas de nuestros candidatos, muy por encima de
los intereses de los ciudadanos y del interés común de España.
Denotaba
también Rajoy durante su discurso ciertos aires de prepotencia, con un claro
interés en gobernar y en hacerlo cuanto antes. A pesar de su interés, no hay
que olvidar que todavía ni un solo escaño se ha añadido a los 137 conseguidos
por el Partido Popular en las pasadas elecciones del 26-J. Además, tampoco ha
aclarado aún si, llegado el caso de una investidura, volvería a dar una
espantada como ya hizo tras el 20-D o si, por el contrario, se presentaría a un
debate de investidura.
Con
otras palabras, pero con un mensaje transparente tras ellas, Rajoy apuntó que,
en caso de no contar con apoyo suficiente para continuar adelante con su
proyecto de Gobierno, abriría un periodo de reflexión con el resto de partidos.
Asumió con responsabilidad, pero de nuevo no falto de autoritarismo, que con
sus 137 diputados le corresponde a él la principal responsabilidad de conseguir
sacar la legislatura adelante, exigiendo al resto de formaciones que también
asuman la suya, garantizando así la estabilidad necesaria para atender las
urgentes peticiones procedentes de Europa, así como para permitirle gobernar.
Como si con un apoyo, sea el que sea, se puede asegurar que tengamos un
Gobierno estable.
Concluida
la reunión entre Rajoy y Sánchez, se podía palpar mucha más cordialidad y un
enfoque más constructivo que en la anterior ocasión, en la que ni siquiera se
dieron la mano. A pesar de esta renovada amabilidad entre los líderes, Sánchez
se reafirmó en su postura de votar en contra de la investidura de Rajoy,
exigiéndole que se esforzara y negociara con sus “aliados potenciales” para
llegar así a la suma de 176 diputados -los necesarios para ser investido-.
Al
igual que Rajoy, Sánchez también se internó en el terreno de la ambigüedad al
terminar la reunión. Aseguró que el PSOE siempre será parte de la solución y se
comprometió a hacer todo lo posible para evitar nuevas elecciones, pero no dio
explicaciones de cómo conseguiría este último punto. Tampoco respondió a la
cuestión de si se planteaba volver a intentarlo en caso de que Rajoy fracasara
en su intento. Da a entender con su silencio que la respuesta podría ser
afirmativa, aunque no se trata de una hipótesis seria.
Los
socialistas argumentan la falta de claridad de Pedro Sánchez con cuatro
circunstancias:
1.
Rajoy debe ser el que soporte la presión por el actual estancamiento o bloqueo.
2.
La comprometida situación en la que se encuentran, en la que la opinión pública
le acabaría culpando de autores del bloqueo, mientras que las bases del partido
enfurecerían si permitiesen gobernar a Rajoy.
3.
La necesitad de aclarar en el partido la decisión mejor para los socialistas en
el corto y medio plazo. Para los socialistas es más que nunca clave quitar a
Podemos el rol de ser la oposición en un eventual Gobierno del PP.
4.
A pesar de la urgencia, “la situación sigue estando muy verde” y las
negociaciones en negativo del miércoles corresponden al escenario actual, que
todavía puede cambiar en las próximas semanas.
A
pesar de la urgencia, “la situación sigue estando muy verde” y las estériles
negociaciones del miércoles corresponden al escenario actual, que puede y
debería cambiar en las próximas semanas.
Es
aquí donde entra en juego Ciudadanos. La postura de la formación naranja es la
de la negativa en la primera votación y la abstención en la segunda. Con esta
decisión, Albert Rivera quiso enfundarse el traje de la responsabilidad, al
mismo tiempo que buscaba incrementar la presión sobre el PSOE.
Rajoy,
por su parte, no quedó satisfecho con el movimiento de Rivera, ya que aspira a
ser investido y a conseguir estabilidad para su Gobierno. Para conseguir estos
objetivos, no le vale con los votos de Ciudadanos y mucho menos su abstención.
Tampoco ha servido esta decisión para afectar al PSOE, el cual no se ha sentido
presionado por la postura de Rivera.
Fuentes
socialistas afirman que sólo un escenario más comprometido forzaría un
replanteamiento de todo. Explican que “no es lo mismo abstenerse para que Rajoy
gobierne con 137 diputados que hacerlo para permitir que eche a andar un
Ejecutivo con el apoyo de 169 o 170 diputados”.
Para
comprobar si la ronda de contactos de Rajoy ha servido para forzar un bloqueo
irremediable o el comienzo de una negociación real, tendremos que verificar
primero si tiene lugar el diálogo que todos se han comprometido a mantener,
pero que sigue sin fecha a día de hoy. De momento, tras casi un mes desde las
segundas elecciones, lo único que existe sobre la mesa es un programa de
Gobierno sin novedades destacables, una abstención que resulta insuficiente
para cualquier resultado que se quisiese conseguir con ella y la firme negativa
de los socialistas a ser ellos la solución.
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