lunes, 1 de febrero de 2016

“RELATO EN LOS BORDES”

“RELATO EN LOS BORDES”

POR. EDUARDO SANGUINETTI, 
FILÓSOFO
En el escenario en que se debaten las diferentes representaciones de la “realidad”, es poco probable reconocerse como actor, pues uno se convirtió en espectador de este drama, un milenio que presenta un abismo entre quienes piensan que viven y quienes dictan sobre el mundo, o actúan sobre él.

Abismo donde se precipitan, con el éxito que es conocido, todos los funcionarios políticos corporacionistas, que manipulan sobre la geografía de este planeta, destilando en sus discursos reciclados un tufillo de intolerancia a quienes intentan poner en juego valores fuera de los que ellos protegen en nombre ¿del entendimiento y las buenas costumbres?, ante la mirada mansa de una comunidad de naciones, que a su exterminio, como seres en acto de elegir y expresarse en libertad.
La moral prostituta mercantil neoliberal, presente en Davos, días atrás, donde los líderes de la explotación y de lo falaz, adaptada a modas y tendencias de temporada, construyen en su materialismo ilusorio, relaciones en las que la pasión por la verdad pasó a ser un recuerdo… En Davos, con la sensibilidad del instante, no se trataron los temas que se imponen: erradicar el hambre definitivamente del planeta, darle techo a los indigentes, instalar una justicia para todos, un sistema de salud que proteja a miles de millones de parias, seres humanos, que transitan un sendero de degradación y humillación… y sobre todo, de una vez por todas dejar de inventar guerras y genocidios que no dan espacio a la diferencia.

Lanzo mi denuncia contra este sistema neoliberal en su cenit, como hombre dotado de mis elementos constitutivos, dueño de mí mismo aún, elevado más allá de la cotidianidad y del pasajero sentimiento de cosa archivada, sirviéndome de la justiciera arma de la idea y del ideal, contra la bestialidad de un sistema manipulador y con graves patologías.

Que está llevando a cabo un holocausto en las sombras, sobre una humanidad que obedece ciegamente los mandatos de quienes dictan y rigen sobre sus existencias anestesiadas y en ausencia de sentido vital.

En este contexto, se impone exigir la reivindicación pública ante la discriminación sistemática, el atropello, las amenazas constantes de las que soy objeto, algunas cristalizadas en atentados brutales a mi persona y la censura “absoluta” de mi obra escrita y artística a la que me veo expuesto en Argentina, por el accionar de personeros de los poderes, con sus repugnancias reprimidas, que hacen que soporte un poético y patético exilio interior.

Insisto, discriminación y censura sistemática a las que estoy expuesto en el “Gulag” pampeano, por las corporaciones empresariales y políticas argentinas, y la difamación de la que soy objeto, por los mandarines y mandaderos que conforman el pequeño tejido social de una cultura degradada y necrótica, de mercenarios rentados con nombre y apellido, cuyo accionar deviene de una tendencia que se perpetúa o en el mejor de los casos se asoma en instancias puntuales al estilo de dictaduras del pasado.

¿Qué delitos pueden seguir perpetrándose en nombre del terror, el miedo y la discriminación a la diferencia, en una sociedad que toma contacto con una realidad “la mía”, por el resentimiento, envidia, temor, capricho y demás detritus de un sistema congelado en los desgastados niveles de la ‘fama y el éxito’ sin elevarse una voz ante esta instancia deplorable por la que atraviesa una persona pública y de trayectoria? ¿Y los portavoces de los organismos de derechos humanos, tan mentados y nombrados, no levantan su voz apagada y mezquina? ¿Solo tiene derecho a réplica Víctor Hugo? Y solo denuncia el “héroe de la comunicación”, el simpático Jorge Lanata, portavoz del caos y del desastre… lo siento, no compro.

No lo ignoren, hay victimarios o verdugos, como prefieran; psicópatas autoritarios personeros del horror que circulan libremente por mi querida Argentina.

Solo tenemos una vida por vivir, creo que debemos honrarla aquí ahora y por siempre anteponiendo la verdad y la transparencia a la contundencia de la mentira, la cobardía y la estafa.

Si no alcanzamos esta dignísima meta estamos expuestos a transitar una existencia de simulación y farsa en la que lo esencial no se ha dicho, lo esencial no se ha hecho; rotundamente no es mi ideal.
Que persista la memoria.

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