PEDRO HORRACH, FISCAL ANTICORRUPCIÓN CONVERTIDO EN PROTECTOR DE
CORRUPTOS. JUSTICIA ESPAÑOLA, LA RAMERA MAYOR DEL REINO
TOMAS
F. RUIZ
El abyecto posicionamiento del fiscal anticorrupción Pedro
Horrach, defendiendo la inocencia de la infanta Cristina en su implicación del
caso Nóos, vuelve a colocar a la justicia española en el papel que le
corresponde ante la opinión pública: el de una prostituta vendida al postor que
mejor le pague. En este caso, el cliente de la ramera ha sido la Casa Real
española.
Sabiendo que tiene detrás toda la maquinaria fraudulenta,
engañosa y embaucadora del Estado, reforzada por el perverso sistema judicial
que rige en España, el fiscal Pedro Horrach ha despotricado depravadamente,
como sólo los corruptísimos fiscales de la Fiscalía Anticorrupción saben
hacerlo, contra el juez José Castro, encargado de que la justicia se cumpla en
el caso del instituto Nóos. Como ocurrió con el caso Gürtel, el veredicto de
absolución de prácticamente todos los implicados está ya cantado.
Todo había ido sobre ruedas para Iñaqui Urdangarín y su real
consorte hasta que el magistrado Castro los tomó de la pechera y los sentó en
el banquillo de acusados. Intentaba que la justicia española, aunque sólo fuera
por una vez, no acabara en la "ley del embudo": ancho para unos
pocos, estrecho para muchos.
Ha quedado probado -tal y como se dice en terminología jurídica-
que la fundación Nóos no se dedicaba a la investigación aplicada, como decían
sus estatutos, sino al blanqueo de capitales y al fraude fiscal. La infanta
Cristina figuraba como miembro de su junta directiva. Esta descendiente de la
casa real española estudió Ciencias Políticas, realizó un máster en Relaciones
Internacionales en la universidad de Nueva York, tuvo prácticas en la sede de
la Unesco y actualmente es directora del área social de la fundación La Caixa.
Sin embargo, cuando fue preguntada por el juez sobre su participación en los
delitos de blanqueo de dinero y de fraude fiscal que se habían detectado en el
instituto Nóos, aseguró que sus conocimientos económicos eran tan básicos que
no sabía lo que firmaba cuando le pasaban documentos.
La función de la infanta Cristina era, como literalmente
reconoció su marido, dar "solvencia y prestigio" al instituto. Tras
su nombre estaban también los del ex rey Juan Carlos y los de la ex reina
Sofía. La fundación Príncipe de Girona, que presidía el entonces príncipe
Felipe, hoy ilegítimo rey de España, contó también con una buena parte de los
"padrinos económicos" del instituto Nóos. A juzgar por cómo se
engrosaron las cuentas de la entidad a lo largo de la década de los noventa, su
vinculación con la Casa Real cumplió con creces su cometido.
A pesar de todas estos "hechos probados" por el juez
José Castro -utilizando de nuevo la terminología judicial-, el fiscal jefe
Pedro Horrach, a los que todos los contribuyentes le pagan un más que generoso
sueldo para que combata la corrupción en España, se ha rasgado las vestiduras
por la inocencia de la infanta Cristina, ha declarado públicamente que todo es
producto de una "conspiración" contra la Casa Real española -lo que
recuerda el complot judeo-masónico que siempre obsesionaba al régimen-, ha
conseguido que peritos de la Agencia Tributaria declaren en el juicio que la
infanta es inocente y habrá ofrecido prebendas -supuestamente, por supuesto- a
una inspectora de Hacienda para que, ella también, asegure que la pobre infanta
es una subnormal que no sabía lo que hacía cuando firmaba documentos.
Una complicidad tan manifiesta con el delito, en este caso de un
fiscal cuyo cometido oficial es combatir la corrupción, vuelve a cubrir de
mierda la justicia española, cada día más abyecta, prostituida y corrupta.
Esta misma Justicia es la que ha condenado a penas de hasta
cuatro años a sindicalistas por intentar ejercer su derecho a la huelga, la
misma que persigue con saña, apalea, detiene, multa y encarcela a todos
aquellos que se manifiestan por la república, la que castigó cobardemente al
militar que acusó fehacientemente al rey Juan Carlos de homicidio en la persona
de su hermano, la que indulta a los guardias civiles que disfrutan filmando
como sus compañeros abusan sexualmente de mujeres indefensas, la que archiva
todas las multas que se imponen a un conductor borracho que pone en peligro la
vida de peatones y que resulta ser hijo del mismo ministro de Justicia…
Ya no cabe duda, no estamos ante un sistema judicial legítimo,
igualitario y, ni mucho menos, democrático. Esto es una orgía de sátrapas
corruptos, que están ahí para perpetuar indefinidamente los privilegios
feudales de que goza la pervertida casta que fagotiza nuestras instituciones.
Fuente: Rebelión.
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