RAZONES PARA TENER
MIEDO
POR
ANIBAL MALVAR
El líder de Vox y presidente de los Patriots, Santiago Abascal, clausura la primera cumbre de Patriots en Madrid.EFE/ Sergio Pérez
España
acogió este fin de semana un aquelarre neofascista internacional.
Algo más pacífico que el del 36, hay que reconocerlo. Con menos fusiles, de
momento, pero con el mismo odio. Se autodenominan los Patriots. Sientan 86
diputados de los 720 que tiene el parlamento europeo. Más de un 10%. Tercera
fuerza. Y celebraron este fin de semana una cumbre en Madrid. Acuñaron el lema Make
Europe Great Again, original como ninguno.
A Madrid han acudido, convocados por Santiago Abascal, fascistas franceses, italianos, checos, húngaros, portugueses, austriacos, holandeses y hasta de países más bajos y raros, con lo que gozas de una enorme variedad para elegir a tu fascista favorito. No todos comparten las mismas ideas geopolíticas, por llamarlas de alguna manera. Algunos son de Zelenski y otros de Putin. Pero todos coinciden en los mismos odios y en las mismas avaricias. En estos dos últimos aspectos, son gente muy fiable.
No
soy mucho de escribir mis sentimientos, pues no suelen ser interesantes, pero
ahora tengo necesidad de decir cosas como ciudadano, y no como periodista. Así
que me voy a entrevistar a mí mismo, de sopetón, en medio de la calle, como
hacen los programas modernos:
-Oiga,
caballero. ¿Y a usted que le parece esta cumbre neofascista de Madrid?
-Pues
me tiene acojonado. Nosotros hemos tomado la palabra y ellos van tomando las
armas, como entonces. O sea que, conociendo vagamente la historia del siglo XX
español, europeo y mundial (disculpe la pedantería), me siento un poco
desprotegido. Un día disparé a un libro para saber si las palabras protegían
de las armas, y no.
Al
matritense aquelarre neofascista de este fin de semana, culminado con el mitin
abascaliano de ayer, han acudido 2.000 personas y 240 periodistas de más
de 10 países, según leo en El Español, que no se suele equivocar en
estas cosas. Toca a más de un periodista por cada diez fascistas, si no
me fallan las matemáticas. Es fascinante lo bien que se nos informa sobre los
odios de los fachas. Si pusiéramos un periodista por cada diez de los 7.291
ancianos muertos en las residencias de Ayuso, los periódicos serían muy
deprimentes. Y el periodismo está para entretener, como bien sabe todo el
mundo.
Santiago
Abascal ya intentó, antes de las elecciones europeas de 2023, que la
ultraderecha continental se unificara a pesar de sus disensos. Entonces
fracasó. Pero la victoria de Donald Trump en EEUU ha provocado un subidón
fascieuropeo, y hasta Marine Le Pen y Giorgia Meloni,
enemigas confesas, están casi dispuestas a ir juntas de compras a la Internazional
Nazi-Shop. Con lo mal que se llevaban.
Santiago
Abascal no tendrá otras virtudes, pero es un muy buen unificador de odios.
Y lo está demostrando en dos continentes. Javier Milei lo mira como
miraba Bogart a Slim Bacall, por quedarme corto.
Yo,
en tiempos, menosprecié a Abascal. Era una caricatura. Ahora lo miro con miedo.
Y soy bastante bravo y poco amedrentable. Debe de ser la edad. O el conocer
algo de historia. Hitler también era visto por los ciudadanos y periodistas de
entonces como una excéntrica caricatura temporal. Ahora tengo miedo a las
caricaturas. Pero ya digo que debe de ser la edad.
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