DIOS NO HABLA CATALÁN
ANÍBAL MALVAR
A veces, en mis reuniones familiares, una persona a la que quiero profundamente, un profesional de exitosa y merecida carrera, me cuenta que él conoce a un niño barcelonés que no sabe hablar otra lengua que no sea el catalán. El presunto niño, al parecer, ha tenido una educación tan inmersiva que es incapaz de expresarse en castellano. Este profesional lleva tres décadas ejerciendo su trabajo en Catalunya sin tener idea de catalán, solo algunas expresiones, y, que yo sepa, hasta la fecha, los herederos de Tarradellas no le han sometido a ningún tipo de tortura en plan La naranja mecánica.
El niño de esta anécdota, ese niño en particular, apareció por primera vez en nuestras conversaciones hace treinta años, y si me he de fiar de mi fuente, aún sigue siendo un niño que no sabe castellano. Pues su historia sigue repitiéndose en cada navidad. Debe ser que aprender el catalán afecta un poco al crecimiento.
He recordado esta
anécdota al leer un reportaje en El Mundo sobre una señora llamada Felisa
Antón, que es catequista en Palma. Dice la buena mujer que "Baleares se
está poniendo con el catalán como la Santa Inquisición" (no sé si a la
hora de escribir estas líneas la simpática Felisa no estará ya ardiendo en la
hoguera). Y que su cura "siempre canta las canciones en catalán, al igual
que la comunión y prácticamente todo el oficio, pese a que la mayoría de
asistentes son castellanohablantes". La crónica de El Mundo la firma Mayte
Amorós, quizá la única habitante de las islas que aún conserva, en plan Farenheit
451, capacidad para expresarse en castellano.
Con valentía e
intrepidez propia de los más suicidas reporteros de guerra, Mayte Amorós le
saca a la catequista Felisa una declaración que puede costarle la vida a las
dos, pero que aun así elevan a la categoría de gran titular: "Me niego a
hablar con Dios en catalán". Mientras dice esto, millardos de cadáveres de
castellanohablantes se agolpan a la orilla de las playas. Pero es algo que
nunca sabréis, pues Pablo Iglesias financia a la CNN en las Islas No Tan Vírgenes
para que nos lo oculten.
Que Felisa se
niegue a hablar con Dios en catalán ha causado gran revuelo en el Paraíso. San
Pedro ha solicitado una comisión de investigación en el Parlamento del Edén, y
ha llamado a declarar a Arturo Fasana y Dante Canónica por si El Creador tiene
una cuenta conjunta en el banco ginebrino de Mirabaud con Jordi Pujol y el rey
Juan Carlos. San Pablo se opone. "Una cosa es caerse del caballo y otra no
caer de la burra", ha declarado en exclusiva para Al Facha Vivo.
Esto de elevar a
categoría de información las frikadas de los más excelsos descerebrados se está
convirtiendo en moda. Los periódicos ya no llaman a científicos, a filósofos, a
locos de las colinas ni a poetas para que nos desentrañen la realidad. Se
conforman con un tonto y un lápiz, como en el viejo chiste. Y su público
también. El tonto es el entrevistado y el lápiz el entrevistador. Al lector de
estas chorradas ya no lo califico, que me echa mi jefa por malhablado.
Ahora que ya sé,
después de décadas de estudio y lectura, que hay niños de cuarenta años en
Barcelona que no saben hablar más que el catalán, y que a Dios solo me puedo
dirigir en español (Jesús, enano, habla castellano), solo me faltaba para
culminar mi formación intelectual el saber que a las chicas de los colegios
mayores católicos les encanta que las llamen putas. "Es una
tradición", se justifican ellas a micrófono abierto. Universitarias. Gente
presuntamente nacida en la cuna de la más excelsa educación católica. Las putas
de verdad, las mujeres a las que venden y violan y matan, se pueden sentir hoy
como princesas. Con el cordelillo del tampón bordado en oro. Voy a llamar a la
catequista Felisa Antón para que me lo explique, que mis entendederas no dan
para tanto. Más periodismo.
PS: Y recordad en
vuestras plegarias que Dios no sabe catalán ni vosotros arameo.
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