INCIDENTES Y ACCIDENTES EN EL PP
ANÍBAL MALVAR
España siempre ha sufrido cierto complejo de burbuja, de ecosistema aislado. Por eso, quizá, los medios extranjeros nos miran con el ojo pintoresco del turista asombrado. Con el escándalo persistente del emérito, con los raperos encarcelados o huidos y con las brutales cargas policiales del 1-O catalán, muchos analistas foráneos sacaron la conclusión de que seguimos siendo el país fascista que éramos con Franco, una república bananera fuera de continente, un vodevil democrático donde solo cuenta la apariencia.
El desembarco de Vox en las instituciones nos ha vuelto a ensimismar en esa burbuja. Todos los días, todos, en nuestros periódicos conservadores y monárquicos aparece alguna reflexión sobre las bondades de las coaliciones PP/Vox para destruir al maligno Pedro Sánchez. El mantra preferido para adoptar al neofascismo voxiano como animal de compañía es tan simple que ya nos lo sabemos todos. ABC lo resumía en un editorial de esta semana sobre el CIS que coloca a Núñez Feijóo a la verita demoscópica de Pedro Sánchez (solo tres puntos de diferencia). "La emergencia democrática que trata de ‘decretar’ el Ejecutivo de Sánchez tras el acuerdo PP-Vox en Castilla y León es un ejercicio de cinismo prácticamente sin parangón en la política española después de que el PSOE de Sánchez se haya echado en manos de quienes han perpetrado la más grave agresión a la Constitución y la soberanía de los españoles desde el 23-F (ERC) o de los herederos políticos de casi 900 asesinatos terroristas (Bildu). Eso sí que es grave, tanto como meter en el Gobierno de España a quienes tratan de liquidar el sistema político que los españoles acordaron concederse en 1978 (Unidas Podemos)".
Ni siquiera en el
Partido Popular europeo lo ven así. Su actual líder y expresidente del Consejo
de Europa, Donald Tusk, hace ya más de un mes que se negó a secundar estas
burdas comparaciones entre neofascistas y podemitas. A Tusk no le parece infame
un gobierno sustentado por UP, Bildu o ERC. Le espantan otros maridajes:
"Lo que ha pasado en España ha sido una triste sorpresa para mí. Pablo
Casado, que ha dimitido de sus responsabilidades en el Partido Popular, era una
garantía personal de mantener al Partido Popular en el centro derecha evitando
los flirteos con los radicales y movimientos de extrema derecha como Vox. Es
una capitulación. Espero que sea sólo un incidente, un accidente, no una
tendencia en la política española".
Estas durísimas
palabras han pasado al olvido, no han calado en nuestra burbuja autocrática, y
nuestros editorialistas nunca se acuerdan de ellas cuando toca hablar del
asunto. Recuerdo que, cuando Tusk pronunció su arenguita, nuestros viejos
medios no la pudieron silenciar, pero nos advirtieron unánimemente de que Tusk
no era un experto en política española. Decir eso de un expresidente del
gobierno europeo suena fatal. Tusk se olvidó de estudiar a España, nos vienen a
decir, como Javier Maroto, senador popular por Castilla y León, se olvidó de
estudiar Castilla y León, y este lunes presumió de la importancia de una
coalición con los neofascistas que es grandemente importante "porque
afecta a ocho provincias". Son nueve, senador. Está usted tan ocupado en
salvar España que no le da tiempo a conocerla.
La prensa foránea
no comprende la burbuja de esta España ensimismada, atenta solo a su propia
ficción interna. Auguran las encuestas que, tras las elecciones andaluzas,
vamos a volver a escandalizar al pobre Tusk con un nuevo "incidente,
accidente". Con una nueva "capitulación". Pero nuestros viejos
periódicos replicarán que es que está senil o algo. Y que a un novio de la
muerte no le da lecciones ningún polaco, por muy presidente del PPE que sea.
No hay comentarios:
Publicar un comentario