Y FUE LA GUERRA DE IRAK…
ANA PARDO DE VERA
El recientemente fallecido escritor Fernando Marías, junto a
Marta Robles y Ana Pardo de Vera.- Ana Pardo de Vera
Era el año 2005 cuando yo aún trataba de abarcar todo lo que suponía el Ministerio de Defensa, cuando un común amigo, el actor Carmelo Gómez, me llamó para que tomara un café contigo, Fernando. Habías escrito un libro sobre la guerra de Irak, o más bien sobre la inútil brutalidad humana en la guerra y sus consecuencias devastadoras en una persona (Pablo) como símbolo de todas, y querías llevarlo al cine. Ni dos días tardamos en vernos, conocía el libro Invasor (Destino, 2004) y me había impresionado tu capacidad para recoger el sufrimiento plural y diferenciado de tantos y tantas por aquella guerra ilegal en una sola cabeza, la del médico protagonista.
Nos vimos en el
ministerio, no venías a pedir nada, me dijiste nada más llegar; solo a comentar
el libro con una plumilla que lo había leído, que conocía el conflicto, entre
otras, gracias a las crónicas impagables de Olga Rodríguez en la Ser desde Irak
y a mi puesto de asesora en ese momento, dentro del Gobierno que retiró las
tropas de ese conflicto al que España fue sin amparo de la ONU. Hablamos más de
dos horas y ya no dejamos de hacerlo hasta anoche, que nos dejaste heladas y
sin más palabras que las tuyas escritas, muchas.
La película Invasor
se hizo, años después, en 2012, y dirigida por Daniel Calparsoro, con un
reparto excepcional: Alberto Ammann, Antonio de la Torre, Inma Cuesta, Karra
Elejalde… Cuando llegué al pase de prensa, previo al estreno en noviembre, allí
estabas tú, nervioso y emocionado, el padre de la criatura, o de los gemelos,
libro y película. Tu emoción, no obstante, en ningún momento marginó tu
atención y felicidad con toda la prensa, saliendo a buscarnos o eligiéndomos el
mejor sitio a cada uno/a, tus amigos, porque adoras (adorabas, qué impotencia…)
el periodismo, "Qué sería de nosotros sin vosotros…", me escribiste
enseguida cuando Público destapó a Villarejo y sus cloacas. Leías la prensa con
la fruición del escritor y el guionista, en todas partes podía aparecer la
novela, el guión… en tu casa, a la muerte de tu padre (La isla del padre,
Planeta, 2015) o en la del mundo, que contaban los periódicos. Como esa espantosa
guerra de Irak que posibilitó nuestro encuentro.
Son momentos de
llanto y, todavía, de incredulidad. Ha sido todo demasiado rápido y sorpresivo.
De nuevo, incluso con tu marcha repentina nos das a tus amigos, hermanos y
hermanas del mundo entero, una lección de vida: disfruten, hagan el bien,
cuéntenlo, amen, háganlo saber, aléjense de la envidia, rodéense de amigos,
ríanse mucho, cuiden, hagan lo que les gusta, abran puertas a la competencia
incluso, sean generosos, lean y cuiden a los nuestros y nuestras de la cultura,
ésa que nos hace libres… Que la vida se va y llega otra cosa sin que nos demos
cuenta. Descansa, Fernando, buen amigo. Aquí quedo leyéndote…
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