COLLEJAS A
FELIPE VI Y
VACILES A RAJOY
ANÍBAL MALVAR
El
País ya no sabe qué inventar para forzar el gran pacto a la alemana que anhela
para el bienestar de España y del grupo Prisa, que como todo el mundo sabe
vienen a ser lo mismo. Y no soportan los de Juan Luis Cebrián que el ciudadano
Felipe de Borbón –como se dirige a él Alberto Garzón— todavía no haya salido
por TVE, a poder ser en blanco y negro, para decirle a los españoles que la
única manera de acallar el ruido de sables del 15-M y evitar el golpe de Estado
bolivariano es ayuntar a PP, PSOE y Ciudadanos en un ménage à trois
parlamentario sin rastas, lactantes ni coletas. La real colleja la propina el
diario en un editorial que, bajo el inocente título Mayoría para gobernar, afea
al rey sus mensajes del lunes a los diputados Pedro Quevedo (Nueva Canarias) e
Isidro Martínez Oblanca (Foro Asturias). Ellos fueron los que inauguraron la
ronda de contactos con Zarzuela este lunes, y salieron de Palacio en plan bocas
contando muy ufanos que el monarca se les había despedido con esta frase: “Tal
vez nos tengamos que ver en un inmediato futuro”. O sea, que Felipe VI no cree
que de este primer intento salga presidente. Lo que viene a significar que
Mariano Rajoy fracasará en su intento de gran pacto.
De
acuerdo con El País en el hecho de que el espigado monarca se ha pasado de
campechano con sus confidencias, pues un rey no puede extender su discurso más
allá de los tópicos previsibles y tartamudeables a que nos tiene acostumbrados.
Cada palabra del ciudadano Felipe es amplificada como un grito solitario en un
escarpado paisaje de Friedrich. El diario psocialista achaca las filtraciones,
precisamente, al hermetismo que ha blindado palacio en esta semana de
contactos: “La presencia de periodistas en La Zarzuela ha quedado limitada al
máximo, pero a los primeros interlocutores políticos del monarca les bastó
trasladarse al Congreso para transmitir la impresión de que el jefe del Estado
ve muy difícil lograr una investidura. La Casa del Rey debe tomar nota de las
consecuencias de poner obstáculos a la información: una cierta discreción sobre
los despachos reales no debe servir para abonar el campo de las especulaciones
y de los rumores”. Oído, cocina.
La
verdad, no recuerda uno cuándo la Casa Real española fue transparente en algo.
Así que extraña un poco esta pirueta de El País para darle la colleja al rey.
Se conoce que había que poner al chaval atento para que comprendiera el mensaje
subsiguiente: “Ya sabemos que no existe mayoría parlamentaria para un Ejecutivo
de derechas, y todavía menos para un Gobierno de izquierdas, progresista o de
cambio, como se le quiera llamar. Cualquiera que insista en alguna de estas dos
direcciones está distorsionando el mensaje de las urnas […]. No depende del
jefe del Estado conseguir un Gobierno capaz de llevar adelante un sólido plan
político. Pero Felipe VI sí debe utilizar a fondo las facultades de arbitraje y
moderación que le concede la Constitución para conducir a buen puerto la
operación de la investidura”.
Invocando
al rey como “árbitro y moderador”, a uno le da la impresión de que Cebrián está
promoviendo un golpe de Estado blando en el que la Casa Real ponga erectos a
los electos y firmes a los firmantes para cumplir el sueño lampedusiano de una
España neo-inmovilista. Pero, como dice la impagable periodista Lucía Méndez en
El Mundo, “el rey no es tonto. Otra sorpresa”. Y después de la inicial metida
de pata se ha quedado calladito, y ya solo habla del tiempo con los
ascensoristas parlamentarios.
Rajoy el
vago
La
broma del falso Carles Puigdemont a Mariano Rajoy este jueves nos ha
proporcionado a sus gobernados la oportunidad de escuchar por primera vez a
nuestro amado líder decir algo inteligente y humano: que está dispuesto a
sentarse con el president de la Generalitat. Esta posible reunión entre un plasma
y un humorista da pie a La Razón para alabar, una vez más, al estadista
pontevedrés, calificando la broma de Radio Fláixbac como una Lección de diálogo
(así titulan la información). “Fuentes del gobierno destacaron la reacción del
presidente en funciones y subrayaron que es una demostración de su disposición
a mantener el diálogo respecto a la cuestión catalana”, señala en el texto
simultáneamente ronceril y marhuendiano, notable prodigio.
El
chascarrillo radiofónico es el mejor colofón a lo que ha significado la mayoría
absoluta de este PP encastillado: solo una payasada ha sido capaz de sacarlo de
su letargo merkeliano. Resulta inquietante. Aunque más ansiedad causa el hecho
de que un presidente en funciones, pendiente del funambulismo parlamentario para
continuar y con más de cuatro millones de parados limosneando mini-jobs a las
puertas de El Corte Inglés, nos revele que está ocioso: “Yo tengo la agenda muy
libre, con lo cual la podemos fijar [la reunión] para 24 o 48 horas”, señaló
Mariano creyéndose que estaba conversando con su homólogo (lo digo a propósito,
para joder) catalán.
Aun
en funciones, un presidente de gobierno que tenga una agenda tan libre puede
resultar hasta peligroso. ¿Quién nos gobierna esta semana, entonces? La
blancura de las páginas de la agenda de Rajoy no solo es metáfora de su
soledad, sino de un estilo: la inacción como motor de la gobernanza. Ya se
encargará el Ibex-35.
La
Iglesia
A
falta de invocar a los ejércitos para enderezar el gobierno de concertación, la
iglesia sigue presente en las oraciones de nuestros más conspicuos creadores de
opinión. Mi buena amiga Cristina López Schlichting nos retrotrae a la prosa
tremendista de los 40 este jueves (también La Razón) en su columna Así sería un
gobierno de izquierdas. Recomiendo a los espíritus sensible que renuncien en
este punto a la lectura “El capital inversor se marchará, la legislatura será
necesariamente corta y, como es imposible crear cinco millones de puestos de
trabajo de golpe, el Ejecutivo intentará calmar la impaciencia de sus bases con
mamporros contra la iglesia”. Lo del capital huidizo es muy oportuno, teniendo
en cuenta que esta semana nos hemos enterado de que la fuga de dinero español
hacia paraísos fiscales se multiplicó un 2000% solo en 2014, con un tal Mariano
Rajoy en la Moncloa. Tampoco queda muy claro que un gobierno de derechas, con
PP y C´s haciendo manitas de dedos amputados, pueda dar larga estabilidad
gubernamental: de los 350 diputados suman apenas 160. En cuanto a lo de los
mamporros a la iglesia, no sé a qué se referirá mi cara Cristina. Uno ve más a
Pablo Iglesias buscándose el parecido con Cristo en los retablos eclesiales que
quemándolos. Eso sí, mientras tararea La canción del elegido. Ahí puede
incurrir en soberbia, que es pecado capital. Lo de quemar conventos y violar
monjas ya no se lleva, Cristina. En todo caso, quizá se refiera
Schlichting a la revisión del
concordato, pues mantenernos aconfesionales nos sale carísimo a los españoles.
Pero tampoco eso debería ser preocupante para los fieles de la iglesia de los
pobres, pues su reino no es de este mundo. Como el de Mariano y su replicante
de Puigdemont.
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