RENUNCIAS
L. SORIANO
Entre los múltiples sinónimos del verbo renunciar, sacrificar,
privar, resignar o desprender, son los más significativos. Cuando no se puede
costear un sistema, modo o ritmo de vida, hay que optar entre dos vías.
Conseguir más capacidad o renunciar a gastar emolumentos empezando por los más
superfluos. Ya nos han explicado que la
vida que llevábamos en nuestro país era una vida por encima de nuestras
posibilidades, que este es un país “maqueta”, donde una gran parte de la actividad es “pretending” o simulada. Si
quieren algún ejemplo, los eres y cursos de Andalucía que han consumido casi
cuatro mil millones de euros, y todo era ficticio menos el latrocinio y sus
beneficiarios. Las obras públicas engordadas hasta dos y tres veces que
generaban esos millones que se le encuentran en Suiza a los tesoreros y altos
cargos políticos. Son algo que ayudara a comprender lo que escribo. La
corrupción total anega y cuadruplica la tan subida y bajada economía
“sumergida”. Y se habla a regañadientes y no se persigue con fiereza, como al
contribuyente productivo. Pero sin embargo, la corrupción, es únicamente
Institucional, por mucho que nos quieran hacer creer que es tan ladrón el que
da como el que toma. No, el que da, de grado o a la fuerza, no firma ni
adjudica, ni sentencia, es un dato para que reflexionen. La mayoría del gasto
autonómico es ficticio y por supuesto improductivo. La mayor parte del gasto
público, exceptuando el disminuido gasto social, es en gastos corrientes, o lo que es lo mismo en
sueldos, salarios, dietas , atenciones y canonjías reservadas a la burocracia
política y funcionarial.
Aquí amigos, nadie quiere renunciar a nada. Unos nos cuentan la
batallita de que son “derechos adquiridos”. Y yo pregunto, ¿por quién? ¿Es que
los derechos exceptuando los más básicos constitucionales, se heredan como los
títulos nobiliarios? ¿Y los que no los disfrutan, que hacemos con ellos? Los
derechos, insisto, los tienen que ganar cada generación los suyos, y será los
que se puedan permitir, la nación y la actividad. Y los derechos, excepto los
ya mencionados básicos, y a veces también, se pueden perder si no hay actividad
que genere recursos para sostenerlos. Es tan de cajón que asusta por no
emplear otra expresión más adecuada pero menos elegante. Estamos acostumbrados
a que “tenga que haber”. Y a veces, muchas veces, no hay, y endeudarse por
decenas de lustros no es la solución.
Siempre habrá alguien con recursos ilimitados y sin posibilidad de
rentabilizarlo, que quiera prestar, y caer en eso es un disparate que destroza
la sostenibilidad al legarle a nuestro hijos deudas impagables por nuestras
nefastas gestiones de los recursos. ¿Verdad que está claro? Pero ¿saben lo
peor? Sí, hay peor. Es que a diferencia de los ciudadanos, que al final,
enfrentados a la realidad que aplasta y duele, son capaces de restringir,
cambiar ciclo y ahorrar, el Estado no sabe, no puede, no quiere y cree que no
debe, renunciar a nada. Y ahí está la cuestión clave y la respuesta al porque
estamos con más de seis millones reales de parados, y con las empresas
cerradas, sectores destruidos y actividades comerciales laminadas. Nuestra
endémica crisis. Que esta creada por la
clase política-funcionarial, y ahí, todos los del arco parlamentario están de
acuerdo en no hacerse daño. Que les digo, supongo que como yo, será muy poco lo
que les quede por renunciar. Pero hay muchos ciudadanos que se resisten con
fiereza y la Política en general que esta deshumanizada y solo cree en lo que a
ella le beneficia. Renunciemos a nuestros políticos mediocres y confabulados
para mentirnos y propiciar nuestra ruina.
A reflexionar.
Reflexiones L. Soriano
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