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lunes, 27 de febrero de 2023

LA CASA DEL SEÑOR

 

LA CASA DEL SEÑOR

MARTA NEBOT

Varias mujeres en la basílica de San Pedro del Vaticano, a 2 de enero de 2023, en la ciudad del Vaticano, Roma.  Stefano Spaziani / Europa Press 02/1/2023

Hay una institución muy influyente y poderosa en Occidente, con más de 1.300 millones de seguidores en el mundo, que margina y discrimina a las mujeres de todos sus ámbitos de poder en pleno siglo XXI. Lo hace incluso en Estados democráticos en los que sus leyes prohíben y persiguen cualquier discriminación. Lo hace en España, en toda Europa, en Estados Unidos... En países que se consideran adalides de la democracia.

 

Y no es que en sus consejos de administración la cuota no llegue al límite exigido; es que no dejan entrar a ninguna. Y más aún: no es que mantengan un techo de cristal o un suelo pegajoso; es que no nos reconocen el derecho a opinar y a que se valoren nuestros análisis sobre la institución en ningún estrato. No nos dan ni voz ni voto sobre los destinos de una corporación en la que la mayoría de socios, seguidores y simpatizantes son de género femenino.

 

Realmente solo puede ser fruto de un poder omnímodo el hecho de que este organismo, financiado en gran parte con fondos públicos recaudados de impuestos pagados por muchos bolsillos femeninos, consiga que su apartheid con media humanidad sea tolerado y asumido.

 

El verano pasado la Unión Europea acordó imponer cuotas de género para garantizar que las mujeres participemos en los consejos de administración de las grandes empresas. La nueva legislación exige –a las que cotizan en bolsa– que en 2026 al menos el 33% de los puestos de los consejos de administración sean femeninos. Las que entonces no cumplan podrán ser multadas e, incluso, ver cancelados sus nombramientos masculinos.

 

 

¿Cuándo se aplicará esta medida en el Vaticano, que no cotiza en bolsa pero tiene un patrimonio mayor que cualquiera de las empresas a las que afecta esta medida? ¿Para cuándo multas o la supresión de fondos públicos o la cancelación de los nombramientos de la Iglesia Católica? ¿Llegaremos a ver revocado el nombramiento de un Papa porque ya toca una Mama? ¿Se les va a permitir por los siglos de los siglos que solo nos admitan como sirvientas silenciosas?

 

Quiero pensar que en algún momento se les terminará el oasis machista que sostienen contra los tiempos, escudándose en que otras religiones llevan lo mismo más lejos. Cabe la posibilidad –incluso– de que lo abandonen por simple supervivencia, porque se produzca una reacción social que provoque que les llegue la hora que ya llegó al resto o tal vez se adelanten a ese momento. En cualquier caso, un día que no está tan lejos se darán cuenta de que igual que están suavizando su discurso sobre la homosexualidad para no quedar fuera del mundo, tienen que empezar a admitir, en condiciones de igualdad, al universo femenino. Convencidos o no, tendrán que asumir que se ha terminado el club de tíos que sostienen desde hace casi dos milenios.

 

Y en cuanto concedan a las mujeres el más sencillo de sus poderes, subirse a los púlpitos, apuesto a que dejarán de abundar discursos como el de hace unas semanas del párroco de Albacete y como otros parecidos que saltan a los medios cada poco. Esos relatos translucen pura incomprensión y antipatía hacia el género femenino y nunca son seriamente amonestados. No hay penitencia para los que llaman "nazis" a las mujeres por ejercer un derecho, como hizo este sacerdote por ejemplo. ¿Cómo van a castigar a quienes simplemente ponen letra un poco más puntiaguda a lo que dicen sus dogmas y sus hechos: pura misoginia?

 

Según un estudio de la prestigiosa revista científica The Lancet cada año se registran en todo el mundo 23 millones de abortos espontáneos (los que ocurren de forma natural antes de las 22 semanas), 44 cada minuto. Es un mal que afecta a una de cada diez mujeres a lo largo de su vida, según la Iglesia porque su Dios quiere. ¿Cuándo van a admitir que la vida microscópica es tan pequeña y se pierde tanto que a veces hay que perderla a propósito por un bien mayor? ¿Cuándo van a darse cuenta de que la maternidad ya no se puede imponer? O, al menos, ¿cuándo van a dejar de atacar a las mujeres con ensañamiento? ¿Cuándo van a empezar a perdonarnos las modernidades que perdonan a otros? ¿Cuándo dejarán de considerarnos más pecadoras que al resto?

 

La Iglesia ha aceptado sin rechistar a los niños probeta. Los acepta entre sus filas y les dice que van al cielo como el resto, a pesar de que la inseminación in vitro siempre pone en riesgo embriones y casi siempre termina con alguno sacrificado. ¿Será que es más cosa de ricos? ¿Será que en tiempos de escasez cualquier feligrés, aunque sea de bote, es bienvenido? ¿O será que no consiguen superar su animadversión hacia el género femenino?

 

Estoy tentada de terminar este artículo pidiendo que nos admitan entre sus filas, que cumplan con las leyes más básicas. Pero, teniendo presente que la Iglesia de Roma siempre nos definió como hijas de la costilla del original y que XXI siglos después nos sigue considerando personas de segunda, prefiero dejar claro que creo que es mejor que no entremos en un club que nunca nos ha querido. ¡Que el Señor esté con vosotros!

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