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jueves, 12 de diciembre de 2024

EL PSOE PONE EN RIESGO LOS PRESUPUESTOS

 

EL PSOE PONE EN RIESGO LOS PRESUPUESTOS

Tanto el PSOE como la progresía mediática se encuentran bastante cómodos argumentando que determinadas medidas de izquierdas no se pueden tomar porque "Junts y PNV no van a querer"

DIARIO RED

Fernando Sánchez / Europa Press

Apesar de la celebración triunfalista por parte del PSOE y de Sumar durante la noche electoral del 23J de 2023, cualquiera armado con una calculadora básica podía comprobar que la mayoría progresista que, en la legislatura anterior, se alcanzaba con los votos de PSOE, Unidas Podemos, ERC, Bildu, Compromís, BNG y Más País, ya no existía en el nuevo hemiciclo y que, ahora, resultaría indispensable contar con los 12 escaños de derechas de Junts y el PNV para poder aprobar cualquier texto legislativo en la cámara baja. La operación política de sustitución de Podemos por una "izquierda" intervenida por el PSOE a través de la provisión de cargos y el apoyo de la progresía mediática había resultado parcialmente exitosa. Al haber utilizado la fragmentación y la debacle en las elecciones autonómicas y municipales de mayo para arrinconar y vetar a algunos de los activos más importantes de los morados en la conformación de las papeletas para las elecciones generales, se consiguió entregar el liderazgo y el control de la mayoría del grupo parlamentario al núcleo en torno a Yolanda Díaz y, muy significativamente, expulsar hasta la última traza de Podemos del Consejo de Ministros. Esta operación fomentada por el PSOE, sin embargo, tuvo que pagar el precio de entregar buena parte del poder territorial al PP —perdiendo de un solo golpe la Comunitat Valenciana, Illes Balears, Aragón, La Rioja, Extremadura y Canarias—, así como perder la mayoría progresista en el Congreso.

Aunque uno podría pensar que este segundo cambio en el tablero político pudiera ser a priori negativo para el PSOE, lo cierto es que no lo es tanto. La preferencia del PSOE de Sánchez por pactar hacia la derecha ha sido consistente y reiterada durante la última década. De hecho, hasta la repetición electoral de noviembre de 2019 en la que Ciudadanos se quedó con apenas 10 escaños, Sánchez siempre exploró la gobernabilidad con Albert Rivera y solamente aceptó gobernar con Podemos cuando se vio obligado por la aritmética parlamentaria. Incluso en la legislatura anterior y a pesar de haber formado un gobierno de coalición con los morados y poder echar mano de una mayoría parlamentaria progresista y de izquierdas, el PSOE intentó (con el apoyo de algunos de los sectores de Unidas Podemos que ahora están en Sumar) jugar a lo que ellos llamaban la "geometría variable" y que consistía en valorar como aceptables los pactos con la derecha de Ciudadanos, PNV, Junts y hasta UPN, como vimos con la reforma laboral. Por eso, ahora, no les resulta para nada difícil llegar primero a acuerdos con la derecha vasca y catalana y luego intentar hacer tragar lo acordado a las izquierdas.

El PSOE y sus medios afines nunca dicen que determinadas medidas de derechas no se pueden tomar porque "Podemos, ERC, Bildu y BNG no van a querer"

De hecho, tanto el PSOE como la progresía mediática se encuentran bastante cómodos argumentando que determinadas medidas de izquierdas no se pueden tomar porque "Junts y PNV no van a querer". El argumento inverso, sin embargo, nunca se utiliza. El PSOE y sus medios afines nunca dicen que determinadas medidas de derechas no se pueden tomar porque "Podemos, ERC, Bildu y BNG no van a querer". Si atendemos a los de Sánchez y a la prensa progresista sistémica, la actual configuración parlamentaria obliga a cumplir la voluntad de las derechas nacionalistas y las izquierdas tienen que tragar y callar. El argumento que se utiliza, además y de forma insistente, para intentar forzar este esquema es que, de lo contrario, podría llegar la catástrofe en la forma de un gobierno de PP y VOX. No solamente este grito de "¡que viene el lobo!" es difícilmente compatible con el hecho de que el PSOE haya entregado el CGPJ al PP, haya votado a favor de dos comisarios de extrema derecha en Europa y ayer —sin ir más lejos— haya decidido entregar una medalla a la heredera de Mussolini. Es que, además, se puede utilizar exactamente el mismo argumento a la inversa: si tan aterradora es la perspectiva de una convocatoria electoral anticipada que pueda desembocar en un gobierno de Feijóo con Abascal, entonces ¿por qué no sostener que la actual configuración parlamentaria obliga a cumplir la voluntad de Podemos, ERC, Bildu y BNG —que, juntos, suman 18 escaños— y después hacer tragar a Junts y PNV —que suman 11 escaños—? Parece evidente que Junts y PNV no deberían desear tampoco un gobierno en el Estado con la extrema derecha dentro y, sin embargo, el argumento nunca funciona al revés.

Los de Sánchez van a intentar repetir el conocido esquema: el pacto con la derecha se respeta y las izquierdas a tragar

Lo acabamos de ver al inicio de esta semana con la fallida negociación del impuesto a las grandes empresas energéticas. En un primer movimiento hace ya algunas semanas, el PSOE pactó con Junts y PNV eliminar un gravamen que afecta a apenas cinco grandes corporaciones que operan en régimen de oligopolio, que están obteniendo beneficios mil millonarios y que se cuentan entre las empresas más contaminantes del país. Se pretendía hacer tragar a la izquierda con eso, pero Podemos se plantó y arrancó el compromiso del PSOE de negociar una extensión del impuesto con la participación de Junts y PNV a cambio del voto a favor de los morados para el conjunto de la reforma fiscal. Sin embargo y a pesar de haber dado su palabra, el PSOE dejó pasar dos semanas sin hacer absolutamente nada y, ante la presión mediática ejercida por los de Belarra, no tuvo más remedio que convocar la mesa de negociación este miércoles por la tarde. Junts y PNV decidieron no acudir a la reunión y el PSOE propuso posponer la negociación hasta el día 18 de diciembre, a pocos días de que se tenga que convalidar definitivamente la reforma fiscal en la cámara baja. De nuevo, todo apunta a que —con diferentes triquiñuelas, dilaciones, bombas de humo y tácticas varias— los de Sánchez van a intentar repetir el conocido esquema: el pacto con la derecha se respeta y las izquierdas a tragar. Podemos ya ha dicho que la existencia de avances con este impuesto no solamente es indispensable para que se pueda convalidar la reforma fiscal, sino que además es condición necesaria para que se pueda abrir una negociación de Presupuestos. Obviamente, no tendría ningún sentido negociar algo tan importante con quienes te acaban de mentir y acaban de romper un acuerdo.

Si este escollo se supera y finalmente se abre una negociación de Presupuestos —algo que, en estos momentos, si atendemos a lo que está diciendo Junts, parece lejano—, es evidente que van a volver a intentar hacer lo mismo. Aunque las bases moradas hayan apoyado con casi 40.000 votos la exigencia de que se bajen los alquileres por ley y se establezca un embargo total de armas a Israel para que las cuatro diputadas de Podemos puedan votar a favor de los Presupuestos, el PSOE y la progresía mediática no van a parar de repetir que eso es imposible porque "Junts y PNV no van a querer".

En esa tesitura, la izquierda que se tenga a sí misma un mínimo de respeto tiene que decir que de eso nada. Que, primero, el PSOE tiene que explicar a la ciudadanía por qué no quiere bajar los alquileres y romper relaciones con el gobierno genocida de Netanyahu; y lo mismo tienen que explicar, eventualmente, Junts y PNV. Si el PSOE se niega a tomar estas dos medidas de mínimos y presionar a las derechas catalana y vasca para que las acepten, entonces será responsabilidad de Pedro Sánchez, y en menor medida de Junts y PNV, lo que pueda pasar.

 

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