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jueves, 29 de junio de 2023

ARGENTINA, DIALÉCTICA DE LA SOLEDAD

 

ARGENTINA, DIALÉCTICA DE LA SOLEDAD

Por Eduardo Sanguinetti, filósofo, poeta y

performer, especial para NOVA

“Las ideas dejan desnuda la batalla. Ya no hay porqué ni para qué. La falsa cultura besa en la boca al enemigo y luego lo penetra, mientras la manada se distrae y abre los brazos con signo acogedor y complaciente” (Fragmento de mi libro “Cu Cu – Do Do: Final en forma ordenada”, Ediciones la Cifra, 2000)

Bajo el cielo de la Cruz del Sur, yo, un iconoclasta jamás redimido, he construido mi pensamiento de ámbito universal y filiación neoidealista, humanista e iconoclasta, asimilado a mi tierra y a quienes la honran en actos de vida.

 

Camino calle abajo sobre tierra húmeda, eterno retorno de lo que creía olvidado... Con un lado de la boca sonrió indulgente a la soledad, al espacio y a la ruina... Y aún me mantengo de pie, dispuesto a seguir entregándolo todo, por mis ideales, ideas y presentimientos válidos, en tiempo de poesía.

 

Debo continuar manifestando lo que siempre he sentido, pensado y experimentado, plasmados en mi distópica obra, escrita, filmada y performativa desde hace décadas... Nunca me he engañado respecto a mi país y sus habitantes: Argentina, hoy, es un coloso económico en recursos y enano en lo político y cultural.

 

No es premeditada esta autorreferencia que hago visible en esta página, como una gratuita reminiscencia espectral, se impone tratar de modo transparente los sucesos que se replican en Argentina, país donde se padecen las mismas pesadillas instaladas bajo presión por los "conocidos delincuentes de siempre": estampas retrospectivas de la angustia común, de la servidumbre eterna.

 

Se debe pagar un precio muy alto si se desea ser 'uno mismo', la censura sistemática deviene, tal mi caso, un intelectual disidente del orden fascista impuesto por el aparato represor del estado capitalista psico-biodegradable, al que jamás he dejado de denunciar, en palabra y acto.

 

Soy de aquellos que mantienen la opinión de que la filosofía debería seguir intentando responder a las preguntas de Kant: ¿qué puedo saber?, ¿qué debo hacer?, ¿qué me es dado esperar? y ¿qué es el ser humano? Sin embargo, no estoy seguro de que la filosofía, tal como la conocemos, tenga futuro. Actualmente sigue, como todas las disciplinas, la corriente hacia una especialización cada vez mayor. Y eso es un callejón sin salida, porque la filosofía debería tratar de explicar la totalidad, contribuir a la explicación racional de nuestra manera de entendernos a nosotros mismos y al mundo.

 

La desigualdad en todos los sectores, ha aumentado en nuestro país y ha erosionado la cohesión de la ciudadanía. Entre los que consiguen adaptarse, se extiende el modelo económico neoliberal que orienta la acción en beneficio propio; entre los que se encuentran en situación precaria, cunden los miedos regresivos y las reacciones de ira irracionales y autodestructivas.

 

Para la figura del intelectual, tal como la conocemos en el paradigma francés/alemán, desde Nietzsche hasta Sartre, Bourdieu o Kant, fue determinante una esfera pública cuyas frágiles estructuras están experimentando en este milenio un proceso acelerado de deterioro.

 

La pregunta nostálgica de por qué ya no hay intelectuales está mal planteada. No puede haberlos si ya no hay lectores a los que seguir llegando con sus argumentos.

 

Los buitres sobrevuelan el espacio de la cultura, reservado a corporaciones mafiosas, y sus empleadas a sueldo, devenidas en curadoras casuales, de operaciones por y para el lavado de activos incorpóreos, enmascarados en exposiciones de los "nadies" del arte basura... Construcción de trayectorias de "tilingos" elevados a símbolos del milenio, han asesinado al arte y sus referentes del pasado y los pocos que aún sobreviven.

 

Argentina, tierra promisoria en recursos naturales de todo tipo, administrada por incompetentes, ignorantes, mentirosos, resentidos y simuladores, que se asignan la responsabilidad de gobernar, ridículos muñecos de cabaret... Precisan negociar candidaturas y otras cosas, para sellar pactos efectivizados en las sombras con sus socios espectrales, con la prioridad de pagar deuda delictiva y criminal con el FMI, las prisas del pueblo fuera de la agenda de gobernantes de toda orientación pseudo-ideológica.

 

Trascendente dejar la impronta en la pobre historia de este tiempo "el canto de cisne" de la libertad en tiempo de brutalidad y de ignorancia: “La mediocridad no tiene secretos”, diría Jorge Luis Borges.

 

En el escenario de la sociedad del espectáculo de la Argentina (Guy Debord dixit), en que se debaten las diferentes representaciones de la “realidad”, ya es poco probable reconocerse en la misma como actor pues uno se convirtió en espectador del drama de esta tierra, que presenta la apertura de un abismo entre quienes piensan que viven, sobreviven y quienes dictan sobre el mundo, o piensan actuar sobre él. Todo lo que deba ser hecho será efectivizado, sin espacio para la comprobación cierta de nada… A menos que esperemos cinco siglos, para comprobar que nada ha cambiado.

 

Abismo donde se precipitan, con el éxito que es conocido, todos los funcionarios políticos corporacionistas, que manipulan sobre la geografía argentina, destilando en sus discursos reciclados, un tufillo de intolerancia, odio y resentimiento hacia quienes intentan poner en juego valores fuera de los que ellos protegen en nombre ¿de las buenas costumbres fascistas de la pudibunda burguesía?, ante la mirada mansa de una comunidad, que asiste masivamente a su exterminio, como seres en acto de elegir y expresarse en libertad.

 

Con modestia indisimulable, todo llama a la carcajada, pues la vida es breve para dejar de celebrarla, en alegría, ocio, armonía, belleza y paz.

 

El pueblo, convocado desde los medios todopoderosos, los inimputables medios de desinformación del sistema, acude sintomáticamente por miles a la cita a ciegas de cualquier cosa que les ofrece la "caja boba"... Difamar, mentir, insultar es la consigna de este tiempo, en un mundo violentamente lobotomizado, en el que me niego a permanecer, salvo resistiendo en dignidad y libertad, muy inspirado y con ánimo de modificar las reglas de este vetusto sistema.

 

Los mercenarios medios de comunicación practican una modalidad mucho más insidiosa de mercantilización, pues en ella, el objetivo no es directamente la atención de los consumidores, sino la explotación económica del perfil privado de los usuarios.

 

Se roban los datos de los clientes sin su conocimiento para poder manipularlos mejor, a veces incluso con fines políticos perversos, como hemos apreciado con desagrado el escándalo de Facebook. Lo que irrita es el hecho de que se trata de la primera revolución de los medios en la historia de la humanidad que sirve ante todo a fines económicos, y no culturales.

 

No me agrada convertirme en un profeta del desencanto, pero no puedo dejar de manifestar lo que conozco y sé, lo que me ha costado en vida y relación, por no negociar y denunciar, ser censurado y amenazado, hasta hoy, en año de elecciones inciertas, que marca un punto de inflexión en una Argentina fracturada, donde la incertidumbre creció y la impostura se ha enriquecido.

 

Situación de bajas defensas, perfecta, para que termine de instalarse el autoritarismo, la obsesión de diferencia… La puerta abierta a fundamentalismos, racismos y mesianismos, cual rutina en una existencia degradada de un ejército de sonámbulos.

 

Invito a transparentar y accionar, además de la ‘boutade’ de cómo hacer la historia, sobre urgencias reales: Argentina hoy sólo es paisaje, un destino exótico para turistas depredadores de todas las latitudes, para invertir y consumir, con índices de mortalidad infantil enormes, enfermedades endémicas, millones de hectáreas de soja fumigadas con veneno en desmedro de la salud de los habitantes de la tierra, junto con una densidad de un habitante y medio por kilómetro cuadrado, en todo el territorio nacional; nada ha cambiado desde hace dos siglos.

 

El desparpajo, la simulación, la cobardía, la mezquindad, la brutalidad, la indiferencia, el fraude y el autoritarismo, pareciera ser la norma de los personajes ávidos que pretenden administrar Argentina. Finalizo este editorial, parafraseando al amigo Manu Chao: “Y ahora qué vamos hacer, y ahora qué… Soñé otro mundo…”

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