DE REYES Y DE ETARRAS
ANÍBAL MALVAR
Siempre me han hecho mucha gracia las lisérgicas interpretaciones periodísticas sobre la asistencia o no asistencia de nuestros mandamases a según qué actos públicos. Esta semana hemos gozado de dos de esos supereventos. Por una parte, asistimos a la destrucción simbólica de las armas de ETA protagonizada por Pedro Sánchez, una soberana gilipollez, una muestra más del infantilismo que está fagocitando la política española. Por otra, la visita de Felipe VI a una planta de baterías de la Seat en Martorell para celebrar el setenta aniversario de la Sociedad Española de Automóviles de Turismo, que desde mediados de los 80 ya no es española, sino de la Volkswagen alemana, con lo que hubiera sido más coherente que el acto lo presidiera Angela Merkel o cualquier otro teutón más honrado que los borbones, que siempre te pueden levantar en cualquier despiste la radiocasete del vehículo, cual nos enseña la Historia.
El Mundo lo fundó
Pedro J. con vocación republicana, republicanismo que estaba explícito en las
primeras páginas de su libro de estilo. Enseguida nos dimos cuenta de que era
un republicanismo de boquilla, pues se pueden rastrear huellas de vasallaje
borbonesco desde el primer número al de mañana. Pero esa es costumbre muy
española. El neoliberal vendedor de la Seat y de media estructura industrial de
España, Felipe González, se decía socialista para despistarnos y presumía de
cien años de honradez. Podéis hacer una pausa en la lectura para que no se os
atragante la risa. Alianza Popular y su vástago PP alardeaban de su centrismo
sin renunciar al franquismo, lo que provoca una urticarizante rima interna.
Hasta Ciudadanos fue anunciado por Albert Rivera como socialista, antes de
bandear con otras muchas etiquetas hasta alcanzar su ansiado nadismo. Podemos
se alzó como el partido nacido de la calle, y no la pisan desde que
descubrieron que en la calle había pobres de verdad y mierda de perro. Y todo
en este plan. La partida de mus ideológico está tan farolera que ahora muchos
se apuntan públicamente al oximorónico monarquismo republicano, dejando en el
rincón del ángulo oscuro la guillotina.
--Ay, calla,
Malvar, que eso no se puede decir ni en broma. ¿No ves que te pueden entrullar
los jueces de esta democracia plena?
El caso es que El
Mundo, bajo el titular "Plante al Rey y a la inversión", se ha
escandalizado mucho con que ningún miembro del Govern de la Generalitat haya
acompañado a Felipe VI en su rendez-vous a los industriales alemanes, que
mantienen la fábrica en Cataluña porque las condiciones laborales de aquí le
son mucho más beneficiosas. Nada dicen de la ausencia de representantes del PP,
aunque quizá estos no estaban invitados por los alemanes: es de tontos
arriesgarse a que te manguen dos radiocasetes en un solo día.
El redactor del
periódico de la bola, Iñaki Ellakuría, enmarca el plante como un capítulo más
de los "discursos institucionales en favor de la desobediencia a la norma
común", como si la desobediencia no fuera desde siempre el motor del desarrollo
humano. Desobedecer al feudalismo también era antisistema, amigo Iñaki.
Impulsar el heliocentrismo frente a la Inquisición también era desobediencia.
Desobediencia fue luchar contra el apartheid. Y luchar por el voto femenino
también fue desobediencia. Viva la desobediencia, monseñor periodista
Ellakuría. A ver si tus palabras no van a delatar cierta falta de cultura.
En el otro acto que
os refiero, el de el aplastamiento simbólico y algo ridículo de las armas de
ETA con un tanque, los que no asistieron son los buenos, según nuestra prensa
bien pensante. Todos los ex presidentes españoles se excusaron para no asistir.
Imaginemos que José Luis Rodríguez Zapatero hubiera faltado a un homenaje de
este tipo en tiempos de Mariano Rajoy, alias Eme Punto. El clamor mediático
hubiera sido atronador. Justifican nuestros medios australoparlantes la
ausencia de los ex presidentes en el presunto pacto de Sánchez con Bildu. Y
nadie parece recordar las palabras del actual portavoz del PP en el Senado,
Javier Maroto, cuando era alcalde de Vitoria: "No me tiemblan las piernas
para llegar a acuerdos con nadie", dijo cuando le preguntaron por sus
pactos con Bildu. "Y creo que eso es bueno. Ojalá sucediese en más foros.
Ojalá cundiese el ejemplo". Son tal livianas las palabras, que se vuelan
hasta cuando no hace viento.
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