EL VIAJE 1y 2 (NARRATIVA)
DUNIA SANCHEZ
Estoy aquí. Tu estas ahí. Son las cinco de la mañana, me precipito cuando la primavera asoma su hocico y me lame los sentidos. Estoy aquí, con mi maleta, mis escasas cosas. La observa, la examino una y otra vez. Todavía la oscuridad tintinea con el despertar. Todavía la danza muerta de los pájaros es presente. Estoy aquí y tengo que marcharme ya. El taxi me espera abajo. Cierro la maleta, mi maleta naranja. El viaje me espera , no sé si mis recursos abordarán este tránsito de la despedida. Me decido y bajo en ascensor. Yo y mi maleta naranja. Mi maleta y yo. La nada serpentea por las calles, ya son las seis. El avión sale a las ocho, voy con tiempo suficiente, un tiempo que me entregará en mi memoria. Ha comenzado el viaje, no vuelta atrás. El vacío se incrusta en mis ojos. Mis ojos deshechos. Mis ojos hinchados. Mis ojos secos.
Me es indiferente la marcha, ya volveré, no sé cuándo. Llegamos rápido al aeropuerto, otro ambiente, una brisa matutina acaricia mi rostro, mi rostro cansado, mi rostro envejecido. Estoy aquí, el viaje comienza con mi maleta. Mi maleta naranja y yo. De inmediato me pongo ante un mostrador, me voy a Madrid, salgo de la isla….de la isla. Estas islas tan amargas, estas islas tan alegres, estas islas que cuelgan en mis hombros. Soy entereza, cojo el billete del asiento y voy a la zona de fumadores. Me embarco, asientos apretados, asientos azulados. Un cierto nerviosismo marca mis pensamientos, una cierta incertidumbre, una duda. El avión despega. Me despido de la isla. La isla se despide. Nos despedimos en este viaje largo…muy largo mientras la constancia resuena en mi verticalidad. Estoy junto a la ventanilla, me da un cierto respiro. Miro a través de ella lo pequeñito que somos, miro a través de ella el adiós, el hasta luego. Al lado mío está sentada una mujer, una mujer con hijo. Su hijo y la mujer. Solo un hola en este comienzo del viaje. Nos quedan dos horas y media para entablar algún tipo de conversación sino el callar. Unas nubes se oponen a que mis ojos cansados, mis ojos hinchados, mis ojos secos absorban de la isla. La isla , la isla, cordón umbilical que llevo en mi equipaje , que llevo en mis espaldas, no más. Ahora que el vuelo se estabiliza en dirección a la península la mujer saca su pecho, da de mamar a su hijo. La azafata la examina de reojo, se siente incómoda pero se mantiene al no haber alguna manifestación de rechazo, es natural. Todo es natural, somos naturales, soy natural , ella es natural . La madre y su hijo. El hijo y su madre. Me fijo en lo celeste que nos rodea, mis ojos están pegados a la ventanilla. La marcha está pegada a mí. Inspiro y espiro…espiro e inspiro. Que venga lo que venga , siempre al frente, siempre fuerte, siempre derecha, siempre segura, siempre contundente . Estoy aquí en mi asiento, estoy volando en las inmensidades de lo desconocido, en lo que vendrá. …CONTINUARÁ
EL VIAJE 2(NARRATIVA)
DUNIA SANCHEZ
2
Aterrizamos. Dos
horas y un poco más impertinentes,
sacudidas por las turbulencias en la llegada. Nos agarramos y estáticos en
el temblor respiramos hondos en la
seguridad. Ya estamos en tierra, ya
estamos con el aplauso. No viene mal una nota de alegría. Me levanto, salgo del
avión se mediar palabra. Respiro del novedoso aroma de una ciudad de antenas y
polución. Espero mi equipaje. Siento el circular de mi sangre hasta mis sienes,
estoy sola. Sola en una ciudad donde los rostros se deslucen, donde las pisadas
se alargan en sus grandes calles. Gente y gente…gente con distintas facciones.
Llego a la pensión, una pensión cercana al barrio donde la emigración se vuelca
en otros lenguajes. Otros idiomas ajenos a mi entendimiento. Me es igual. Todo
se mezcla, nada es único. Todo es un submundo de culturas tirando de la pesadumbre del ayer. Ahora esclavos
de la marginación, del desahucio. Dejo mi maleta naranja en la pensión y salgo.
Un paseo que se extiende en la visión de un nuevo olor. Olor a ojos henchidos,
olor a ojos amargos, olor a ojos apenados, olor a ojos de miedo. Estoy en
Madrid, no es la primera vez aunque se muestre como tal. Nadie me conoce. Una
hija de islas saboreando en cada paso las enterezas, las quebradas existencia
de una ciudad variopinta. Una brisa llega hasta mi, una brisa primaveral que me
sustenta, que me sujeta a no caer. Sigo
en mi visita en este viaje que no sé
donde me llevaré. Alguien predica alguna religión hostigando los oídos de los que pasan. No sé
cuantos días pasaré aquí, hasta que
recobre fuerzas supongo. Tengo hambre…mucha hambre. Después de caminar y
caminar me detengo en un bar, ingiero algo y continuo. Mucha hambre. Hay ojos
de hambre en la zona que me alojo, Lavapiés.
No, no los temo. Se me sacude el
corazón cuando leo en el móvil la niña muerta, la niña rescatada ¡Qué gran
ilusión perdida¡ ¡Que amargura para aquellos que creyeron en la esperanza¡ La
niña muerta. Me detengo, todo no es como deseamos. Deseo….deseo, el vuelo
callado de la solidaridad. Deseo…deseo, el vuelo de los sueños , si son sueños
benevolentes, calmos. Deseo…deseo, el vuelo de la dualidad de los ojos en la
conciencia libertad. Estoy parada, cavilando esa nefasta noticia. No, no los
temo. Esta tierra de todos se balancea entre la necedad y el vacío. Vacías
manos. Vacíos ojos. Vacíos sentidos. Somos necios, somos toscos cuando de
nuestra mano cuelga la vida. Miro el cielo, está gris, quiere llorar y llora
pero sus lágrimas se retraen, se enfrasca en la impotencia…la niña muerta. Uff
…Muero de pena. Muero de agotamiento. Muero de una sed inconclusa. Muero ante
la despedida. Continuo con mis débiles piernas, un cierto sofoco enciende mis
mejillas. Será la menopausia ¡No¡ es el todo. Las tragedias se suceden una tras
otra en este mundo, en este minúsculo mundo. La niña muerta… CONTINUARÁ
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