VÍCTOR RAMÍREZ Y LA PROMOCIÓN DE LA CREATIVIDAD CANARIA
POR LORENZO DORESTE
Víctor Ramírez me
pide un prólogo para el pre-sente libro. A mí no me gusta hacer prólogos,
porque, como decía mi tío Víctor Doreste, si al leer un libro “se nos ocurren
ciertos juicios, ¿por qué adelantarlos? ¿Constituyen acaso un prólogo o son en
realidad un epílogo?”. Así que renuncio a hablar de esta Agüita pasada. En
cambio quisiera hacer un comentario sobre su autor.
Un día le dije a
Alfonso O´Shanahan: “Alfon-so: Tengo varias novelas y obras de teatro es-critas
y no puedo publicar nada, porque los e-ditores me piden cantidades que para mí
son exorbitantes”. Alfonso me contestó: “Habla con Víctor Ramírez, que no es
editor profesional, pero tiene mucha experiencia editorial”.
Yo sólo conocía a
Víctor Ramírez de sus no-velas y cuentos, y me parecía un narrador muy
interesante por su originalidad o, mejor dicho, por su valentía. Valentía para
inventar perso-najes y situaciones, valentía para buscarle nuevos matices
expresivos al idioma, valentía para plantear cuestiones sociales lacerantes.
Vi que junto a
Rafael Franquelo, Víctor Ramí-rez había editado antologías de autores
cana-rios, así como libros de algunos autores de va-lía que yacían en el
olvido. Sin duda una labor muy meritoria. Pero me llamó la atención el ta-lante
con que Víctor Ramírez la realizaba.
Víctor Ramírez
lleva muy arraigadas en el al-ma sus ideas independentistas, de denuncia del
poder corrupto, de lucha contra la ignoran-tación, el abuso del colonizador, la
cobardía del colonizado, etc. Pero a la hora de enjuiciar un texto de un autor
canario, aunque rechace sus ideas, piensa Víctor que al fin y al cabo publi-car
en Canarias es una labor positiva, que más vale que los derechosos se definan,
etc.
Y el resultado es
que Víctor Ramírez se con-vierte así, para mí, en el principal promotor, sin
reticencias de ningún tipo, de toda la literatura y el arte hechos en Canarias.
Cuando le comenté
que cierto historiador ca-nario era muy derechoso, me contestó:
-No importa el
enfoque que le dé a nuestra historia; no importa que sea un mercenario del
poder colonial. A su pesar ese autor es también un benefactor de nuestra
patria, porque está dando testimonio público de unas realidades que están ahí.
Lo grave sería que no escribiera nada.
Estas declaraciones
de Víctor Ramírez mues-tran una filosofía de la vida, de la literatura y del
arte muy positiva, digna de encomio. El problema de países tan represores como
Espa-ña, o tan represaliados como Canarias, es el de las grandes frustraciones
que arrastra casi todo el mundo: una consecuencia del nacional-catolicismo
secular. En cambio, en los países que experimentaron la Reforma Protestante,
florecieron más la literatura y las ciencias.
En España, y más en
Canarias, hay mucho frustrado, que al no tener vías de desarrollo para sus
aspiraciones artísticas, profesionales y humanas en general, se convierte en un
envi-dioso de cualquier éxito del prójimo.
Yo estoy muy
sensibilizado respecto a este problema, porque lo sufrí en la cabeza y en el
ánimo de mi tío Víctor Doreste Grande, un hom-bre en constante estado de
creatividad musical y literaria. Todos los días se sentaba al piano y componía
unos bellos compases musicales, que en su mayoría no pasaba al pentagrama,
por-que sabía que no podría difundirlos.
Le negaron hasta la
posibilidad de escribir en el periódico; y luego, los que le habían hecho daño
o no habían hecho nada para favorecerle, comentaban con alegría disfrazada de
lamen-tación: “¡Qué pena de talento! Es un bohemio, un vago que no da golpe”.
Se podrá estar de
acuerdo o no con las ideas de Víctor Ramírez. Pero lo que no se le puede negar
es su interés por la promoción de los va-lores canarios.
Víctor Ramírez,
desde que lo conozco, se ha preocupado de la promoción de mis libros y
es-critos en la prensa. Y esto no es porque seamos afines en muchas cuestiones
sociales e ideoló-gicas. Lo he visto interesado por la promoción de libros de
todo tipo de ideologías y estéticas.
Hay gente que
rechaza, no ya las ideas, sino a la persona de Víctor Ramírez. Algunos me han
manifestado su disgusto por invitarlo a las presentaciones de mis libros. A los
que tal di-cen quiero contestarles:
-Pues escribe un
libro rebatiendo todas sus ideas una tras otra, y proponle que te lo pre-sente
en un acto público. Verás que no se ne-gará.
Y es que Víctor
Ramírez tiene un gran miedo a la frustración. Y no la quiere ver en sí mismo ni
en nadie de su querida Patria Canaria.
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