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martes, 12 de mayo de 2020

¿CORDEROS?


¿CORDEROS?
JM AIZPURUA
¡Vivo en un archipiélago! Manda güebos. Yo que nací en la derecha del Ibaizabal, con la nostalgia de mi caserío Istiña y bajo la bota de Franco, hoy disfruto de la magia isleña y aunque antes yo comí garbanzos, ahora ya como garbanzas.

Viví África profunda, América del sur y el Caribe, y París siempre París, pero Tenerife tiene un gancho, algo que desde el Teide te llama estés donde estés e inevitablemente: vuelves. Y aquí estoy. Agustín intentó tirarme por el macizo de Anaga, pero me agarré con fuerza a su maleza y sigo con ansia de disfrutar de algo tan suave y volcánico como esta Tierra Canaria, a la que no se hace justicia; solo explotación y menosprecio.
¿Nos volvimos corderos? No lo creo. Yo conozca a más de un puñado de canarios, que no se callan, que son resistentes a prueba de godo, pero aquí, en Canarias, el cacique godo y sus vasallos son muy fuertes y a la sombra de la estatua de Franco, acrecientan sus fortunas ante el silencio de los corderos.

Murieron más de cien convecinos, pero no quieren que lo digamos; lo decimos y lloramos por ellos, la mayoría de mi quinta. Los caídos en avión tuvieron sus honras y monumentos, pero hoy para los del Covid19 piden un silencio cómplice. Yo no quiero, no puedo callarme.
Cual nefasta lotería, algunos fueron mordidos por el bicho, y como no había UCIs ni recursos; los más viejos fueron desahuciados. Tragedia evitable que no contará con mi silencio.
Aquellos ridículos recortes, que en mi Centro de salud llegaron a quitarnos la tirita y darnos un trozo de guata después del pinchazo para los análisis de sangre, fueron los polvos que hoy trajeron estos lodos de la falta de respiradores. Por callarnos. Por no agarrar del cuello a los que desde siglas identificables avalaban los recortes. Ellos son los responsables de los 30.000 muertos y no el Presidente Sánchez. Fachas; asuman su horrendo proyecto social.
En la izquierda histórica, hay empatía y el marginado debe considerarse protegido, pero el ruido mediático hace que la casta consiga adeptos incluso entre los desposeídos, el obrero de derechas, que ya no es una leyenda urbana.
El miedo histórico de la izquierda melindre no debe detener el avance social necesario en el siglo XXI. Si aprieta, la oligarquía y la casta cederán pues son los que más tienen que perder y sus lacayos adoptaran mejoras sociales para que el patrón no pierda el negocito. Siempre fue así y hoy no tiene por qué cambiar.
Encaren los retos del momento, desde la mayoría social de la izquierda, pues ahora son gobierno, y que la derecha se centre antes de pactar con ella, pues ahora es guerra civilista y cavernícola y ese estadio ya se sobrepasó hace tiempo.
La plena actualidad de la obra de Benito Pérez Galdós nos coloca ante el espejo de lo poco que se ha hecho para corregir la crónica injusticia social, el clasismo determinado por el nacimiento, la desidia de la casta, y el error en yuxtaponer el Estado al Imperio. Nadie compró en el mundo el pretendido valor de “la reserva espiritual de Occidente” y hoy estamos en pelota picada ante sus puertas.
¿canarios o corderos?


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