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jueves, 14 de febrero de 2019

LAGRIMAS DE AYITI


LAGRIMAS DE AYITI
JM AIZPURUA
La ISLA (Haití & R. Dominicana) llora desolada ante una situación desgarradora: llevan ayuda humanitaria donde no la quieren y no la llevan a donde la necesidad es extrema.
Los amos de Haití son gringos, ellos diseñan su futuro y controlan su destino. Y sus calles están en llamas, con la vida interrumpida, sin poder comprar ante el cierre de comercios: hay hambre y miseria y ya siete muertos en las calles. Y ven que acumulan ayudas en la frontera colombiana y a ellos los ignoran. ¿Qué podrán pensar?
Los Lobbys pelean por las comisiones de esta ISLA, y la impunidad y desvergüenza de las comisiones de Petrocaribe que manchan a los presidentes de Haiti y a su partido Tet Kale, son el origen de este alboroto callejero que tiene a la población sumida en la desesperación. Se quede o se marche Jovenel (JoJo) el pueblo ya sabe que su destino seguirá siendo la miseria y la emigración clandestina. ¿Es ese el destino merecido de la nación que venció a Napoleón y formó el primer Estado de los negros liberados de la esclavitud?
No es natural pasar de ser la Perla de las Antillas, la colonia más floreciente del Caribe, a ser la nación más pobre de América. Su color de piel y su ejemplo liberador violento tienen mucho que ver en su actual destino. El KKK los tuvo siempre en su punto de mira.

A su presidente que derrotó a los dictadores progringos, lo secuestró el Imperio y lo devolvió tiempo después a la Isla, pero ya no era el mismo. Hoy en plena convulsión callejera que antaño lideraba; ya no dice nada. El candidato electoral al que venció JoJo, Moïse Jean Charles, subido en una moto protagoniza ahora las algaradas.
Es muy difícil opinar de esta crisis o de cualquiera de Ayiti (su nombre en creole idioma nacional) pues su resolución y planteamiento se hace en las lejanas oficinas del Imperio y sujeto a equilibrios en los que se mezclan intereses legales e ilegales donde se cruzan los caminos del contrabando y la droga. Diez millones de haitianos no tienen la culpa de lo que sucede, pero viven con menos de 2 $ diarios y desde hace generaciones no tienen posibilidad alguna de progreso. Su tradicional modo de vida post-esclavista quebró con la explosión demográfica y hoy con mas de diez millones hacinados en ciudades, no tienen soporte sostenible para actividad alguna rentable en el mundo moderno.
Haití no tiene presente y menos futuro.
Pero los haitianos en cuanto van a otros países son trabajadores cotizados, son gentes humildes, pero con principios sólidos, cumplidores y con un gran sentido de la creatividad. Sus mujeres son un milagro de productividad y administración familiar y cuando la segregación o el machismo las permite ocupar un cargo destacado asombran por su perfecto desempeño. La dignidad haitiana, en su miseria, es algo admirable para nuestro mundo europeo ahogado en sus consumismos y boatos.

Yo hace mucho que dejé de tener esperanzas en Ayiti, desde el terremoto que no me cogió por unos días, y volví para ver como todo lo que la prensa decía era mentira y las ayudas nunca llegaron. Vi la tragedia de los ancianos deambulando por las calles, de los niños ricos que de pronto quedaron huérfanos abandonados por las calles donde ellos no sabían sobrevivir, y vi la cara oculta de las ONG donde pederastas hacían de las suyas. Para mi la vida ya no fue la misma, yo que pasé por las celdas del franquismo sin secuelas, aquel drama haitiano nunca pude superarlo.
Si alguna justicia queda en el mundo: Haiti se la merece.

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