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jueves, 14 de febrero de 2019

LO QUE SAN VALENTÍN VALE


LO QUE SAN VALENTÍN VALE
Rafael ZAMORA MÉNDEZ.-*
Los méritos no se valoran por el constante alcance del esfuerzo, sino por el tributo de amor conque los mismos se realicen, porque, el que ama, no se fatiga y, donde se encuentre el AMOR, rebosan las palabras.

Cada 14 de FEBRERO, las chispas retozan, los melosos enamorados, caballerosos novios, trasnochados, juveniles o agnegados boyantes matrimonios, en dispares filantropías y efusivos coqueteos, ardorosamente, se achicharran.
Los arrebatados negocios se exceden; las salpimentadas floristerías, los desparramados establecimientos y grandes cadenas comerciales, frescamente preceden al verano, para llevar a cabo con múltiples creces, su muy  fructífero agosto.
De lo que un servidor, ahora, se aprovecha aquí, es de Felicitar, de una guisa algo particular, a mi afectuosa nietecilla, VALENTINA ZAMORA VALVERDE, la cual, con sus siete años ya, demuestra tórrido amor a sus bienquistos progenitores, encantadora hermana, acogedores abuelos, afables tíos, profusos primos e incontables familiares.
Al magín, también me viene  mi rememorado selectivo Padrino de Boda, DON VALENTÍN PADRÓN ESPINOSA, todo un perfecto gentilhombre, esclarecido profesor, desmesurado trovador ya, por la más severa crítica de entendidos en la literaria materia, merecidamente considerado como el primero de todos ellos, dentro de tan competente escala- vernácula, de la ISLA DE EL HIERRO.
A mi maternal abuela, DOLORES VALENTINA, cuyo primer nombre... pareciera habérsele  puesto con enfermiza finalidad, por lo tanto que en esta tierra padeció, habiendo sido una edificante señora, colmada de rendida benevolencia, cuidadosa seducción y desplegada ternura.

A la VALENTINA de SABINOSA, autodata creadora de una musical escuela folclórica indestructible, propagando a los cuatro céfiros, nuestros más entrañables cantos, con su peculiar estilo, colmado de  diferentes formas, exclusivas  y peculiares.
Han de saber que, este ego, desde muy joven, sin innovadores medios técnicos al alcance de la reducida faltriquera, ni tan siquiera, sin poder contar con un simple aparato de radio... la global zarzuela patria, me atenazaba y, en cualquier sitio que alcanzara la plácida validez de lograr escucharlas en algunas emisoras, las musicales notas de las mismas, con sus letras, ritmos y situaciones, me colmaban de apego, canturreando satisfecho sus pegadizas tonadas.
La que más sensación me causara, sin lugar a dudosas vacilaciones, fue la curiosa obra, con letra de Juan José Llorente y música del prolifero e inspirado experto, José Serrano,  estrenada un 23 de mayo del año 1930,  en el Teatro “Apolo” de Valencia, denominada <>LA DOLOROSA<>
Su central sinopsis se basa en el agudo chasco amoroso que mi nefasto tocayo, el pobre Hermano Rafael, primoroso pintor, experimentara de una tal Dolores, vilmente seducida por un deleznable ser que totalmente le abandonara, con una compungida cría entre sus abatidos brazos.
El aporreado “calabaceado”, refugiado en un convento de Cartujos, como martirizado novicio, ante su incertidumbre, angustia y temores, de sostén, recibe estas seglares locuciones de su benévolo Prior, adyacente a las del curtido, Padre Lucas:
“EL AMOR, EL AMOR,
ES UN VENENO DE UN PODER FATAL,
UN LICOR, UN LICOR,
CON EL PERFUME DE LA FLOR DEL MAL.
SU PODER, SU PODER,
HACE A QUIEN BEBA, EL VINO TURBADOR,
MALDECIR Y TEMER AL AMOR”
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Y, nos preguntamos, sí así juzgaban del AMOR estos canijos frailecitos de zarzuela, nosotros,
simples seculares que de veras los hayamos vivido, ¿con qué argumento podríamos replicarles?

Después de absolver al novicio de sus no requeridos votos religiosos, para que al fin se reuniera con su rescatada Dolores, tenían que haber celebrado, en cualquier vericueto del universo, el DÍA DE SAN VALENTÍN, para que comprobasen que el único veneno que el ENAMORAMIENTO contiene, es el poder concentrar a dos almas para que, inteligentemente compenetradas, disfruten de las maravillas que ese apetecido y  legítimo cariño, día a  día, a todas horas, beneficia y proporciona... ¡POR LO QUE NO HAY QUE MALDECIR, NI MUCHO MENOS, TEMER AL AMOR!

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