CRÍMENES DE GUERRA
MADE IN SPAIN
DAVID BOLLERO
En
marzo de 2015 Arabia Saudí comenzó sus crímenes de guerra. En 2015, el Estado
español, con su Gobierno y su rey a la cabeza, se manchó las manos de sangre,
incumpliendo los Tratados Internacionales de Comercio de Armas y la propia
legislación española. Así lo denuncia, entre muchas otras ONG, Amnistía
Internacional (AI), que el próximo 27 de mayo organiza en Madrid la carrera
‘Deja tu huella por Yemen’, en un intento por concienciar y visibilizar un conflicto
que quienes se enriquecen con él tratan de ocultar.
¿Cómo
es posible que la opinión pública prácticamente no sepa nada de un país de
menos de 30 millones de habitantes en el que, según datos de la ONU, el 75% de
la población precisa ayuda humanitaria y cerca de 11 millones de personas ayuda
urgente para sobrevivir? Sencillo: hay negocio de por medio y, el máximo
responsable del genocidio es, precisamente, quien propicia ese negocio.
Las
cifras varían según las fuentes, pero un informe del Centro Legal de Derechos y
Desarrollo de Yemen revela que desde que Arabia Saudí comenzó sus bombardeos
indiscriminados, ya se han producido cerca de 35.500 víctimas civiles, con más
de 13.600 muertos, alrededor de 22.000 heridos y unos 3 millones de personas
desplazadas internamente. “Crímenes de guerra”, me dice Carlos Escaño, el
responsable de Campañas de Derechos Humanos (DDHH) en Amnistía Internacional
España.
España
es uno de los proveedores de armas y equipamiento militar con el que Arabia
Saudí está masacrando a población civil en Yemen. En aquel conflicto, no hay
una Rusia a la que culpar. ¿Qué opciones hay? Ocultar el conflicto y seguir
llenando la saca de dinero, como mercenarios de DDHH que ya han demostrado ser,
en numerosas ocasiones, tanto los diferentes Gobiernos de España (PP y PSOE)
como la Corona. Cerca de 800 millones de euros en exportación de armas a Arabia
Saudí, según AI, avalan tal afirmación.
Arabia
Saudí es tan ruin y mezquina como Israel -ambos aliados en su confrontación con
Irán y, por tanto, amiguetes del deleznable Trump-: no sólo vuelca su
brutalidad física contra la población civil sino que, además, ha desplegado un
bloqueo en todos los puertos de Yemen, privando al país de combustible,
alimentos y medicinas.
¿Qué
sucede mientras en Yemen? Que se ha padecido la peor epidemia de cólera de los
últimos, cifrándose por miles las víctimas mortales. Para celebrar esta
tragedia humanitaria, Felipe VI, Rajoy y sus secuaces recibieron hace unas
semanas con honores al príncipe heredero saudí Mohamed bin Salmán. Cualquiera
con un mínimo de decencia no podría contener las ganas de vomitar, calando de
arriba a abajo a estos amigos ¿de la muerte? No, de los crímenes de guerra,
pues eso es lo que se comente en Yemen.
Escaño
me explica cómo países como Alemania, Bélgica, Suecia, Canadá, etc. han
demostrado tener dirigentes con más moral y decencia que los españoles. Ya no
venden armas a Estados asesinos como Arabia Saudí. Además, la mezquindad no es
sólo cosa borbónica o de PP y PSOE, también de nuevos partidos, como Podemos.
Así se constanta tras ver cómo el alcalde de Cádiz, José María González Kichi
(Podemos), antepone los puestos de trabajo a las vidas humanas en otro país.
Gracias
a las corbetas que se construirán en los astilleros de Cádiz, se generarán
cerca de 6.000 trabajos directos e indirectos durante cinco años, nos vende
Navantia. La otra cifra interesante para Gobierno y Casa Real son los más de
2.000 millones de euros de ingresos. En Yemen, en cambio, la cifra que interesa
son los más de 2.200 muertos por el brote de cólera porque corbetas como las
que saldrán de Cádiz han impedido la llegada de medicinas al país.
Por
eso, acciones como las de Amnistía Internacional, campañas como la que realizan
sobre Yemen, son tan importantes. Ellos informan sobre conflictos ocultos como
el de este país de Oriente Medio, señalan las complicidades asesinas como la de
España.
Mientras
no entendamos que no hay puesto de trabajo ni ingreso que se justifique si
implica tal sacrificio humano, seguiremos en el pozo de miseria del que no
podemos salir. Somos víctimas de nuestra propia ceguera: a quienes permitimos
comerciar con DDHH en el extranjero les abrimos la puerta a hacerlo a nivel
nacional. Y lo hacen, tod@s ell@s, vaya si lo hacen al grito de “¡Os jodéis!”. ¿Qué diferencia hay? Las personas, personas
son y el dinero vale igual venga de donde venga. Esa afirmación es irrefutable,
o ¿acaso usted es de los que cree que su vida, por ser español/a vale más que
la de una persona yemení?
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