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domingo, 22 de enero de 2017

VENID,,,



VENID,,,
DUNIA SÁNCHEZ

Pero…pero esto qué es. El sudor galopa en las entrañas de un vientre que enflaquece a medida que los años se agotan. Anda como perdida, ensimismada en una cumbre donde el silencio provoca las palabras del viento, del viento. Se estremece a cada silbo de su invisible andar. Evoca con las manos en alto el canto de las aves, de las rocas y pinares que allí habitan. Su cuerpo mojado, el calor ante sus singladuras eternas avanza hasta su sien. Gritar…¡Sí¡ gritar a la sonoridad de las almas coreando un viejo poema ido de sus manos frágiles, lánguidas.
Venid.
Venid.
Agárrame fuerte
En los colgantes precipicios
De nuestro renacer
Como hijas de corredurías,
Como hijas sofocadas del llanto
De la madre tierra.
Termina con un regocijo en la reconditez donde no es abatida por los colmillos sangrantes del circular por la existencia. En su levedad observa el mar de nubes. Quiere zambullirse y ser aletear del fragor  de su liviano paso por estos montes engendrados en la verticalidad éxtasis. Se lanza sobre ellas, se envuelve en una atmósfera desconocida, misteriosa. Ve el camino que le queda, el sacrificio de muchas almas para el enderezar de la esperanza. ¡Viva la esperanza¡ grita. Aquí viene de blanco, de negro, de alejados sufrimientos, de amputadas penas. Siente un cosquilleo en sus carnes, un hormigueo de lloviznas verdes, azules amparando el despertar de sus sentidos.  El sudor se ha ido lejos, muy lejos…vencido de ese jardín viviente donde la paz es enaltecida,  exultante de todo cuchillo.

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