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domingo, 22 de enero de 2017

INDECIBLE



INDECIBLE
POR: EDUARDO SANGUINETTI,
 FILÓSOFO
Intentaré que nada falte, en esta desengañada enunciación de suciedades, traiciones, hipocresías que propongo en este viaje editorial, un cuadro exacto, milimétrico de una humanidad depredadora, e xpoliadora. No ahorraré calificativos concretos y puntuales a la autopsia minuciosa que llevaré a cabo de las instituciones, la religión, la familia, la amistad, la prostitución, el amor, los empresarios, la política y los medios, instalados en un mundo de tedio, putrefacto, de delirio frío y razonado.

Nadie ignora que todos los medios de información son excluyentes y silencian a quien lance la palabra justa en el instante puntual de manifestar “lo indecible”, la palabra que realmente informe acerca de lo que acontece y de lo que fue, no del relato fabulado infecto de la mercenaria prensa diaria, que manipula a un pueblo temeroso y cómplice en su silencio, ante la verdad.

No ignoro jamás que el riesgo al silencio es infinitamente mayor que el riesgo de la palabra, que no debe desaparecer en su función vital de “decir algo”, a pesar de todos los obstáculos y riesgos que ello implica en este mundo, vio-lentamente afectivo el asumir dicha función.

Un pestilente “travestismo mediático” ha sido instalado en las monopólicas corporaciones económicas de medios de ¿comunicación?, por quienes dictan y rigen nuestros destinos en Argentina… ¿hasta cuándo? La comunidad toda, anestesiada por la información subliminal, en la que las prostitutas rentadas juzgan y sentencian a todos/as aquellos/as que disienten y denuncian, en épica, desde el llano, cual parias soportando un poético y patético exilio interior y exterior. ¿Es que algo ha muerto?

Si la humanidad no se manifiesta día a día sobre el absurdo de la guerra, de lo innecesario de la violencia, de los procesados por crímenes jamás consumados, del hambre de refugiados, niños y mujeres asesinados por bestiales uniformados del poder, de la mentira en boca de gobernantes empresarios, devenidas en intrigas políticas y pactos de todos con todos, ya no hay porqué ni para qué, en el sentido original de esta existencia apestada y maloliente.

No hablaré de la historia del espíritu ni de las aproximaciones fisiológicas, psicológicas, sino de final… No enunciaré las realidades perturbadoras de genio o de idiotez, de jerarquías y de amarguras… no hablaré de futuro, de parlamentos, de religiones, de apatías, ni de simpatías, de sexo al paso o de amor sin años… ¿Sería preciso que lo hiciera?… imposible. Por lo tanto, sólo puedo hablar de lo concerniente a la filosofía, a la poesía… no hago sino mención de la ignorancia y la vergüenza, de la cobardía y la esclavitud; ya no tiene sentido ir al fondo de ningún tema.

Creo que les podría agradar que no hable realmente de nada, pues no hago otra cosa que hablar de final, haciendo mención al poder de los estúpidos, a la farsa familiar, a la justicia criminal, a la avidez burguesa, a la hipocresía de los politicastros, a la inflexión de los intelectuales. Mencionar “algo” sobre sadismo, sarcasmo, idealismo bajo presión mediática, de norte y de sur, y aún decir que la República Argentina es una ficción, con los miembros paralizados, la cabeza podrida y los nervios destrozados… no puedo dejar de mencionar a Séneca, Dante, Doeblin, Joyce, Brecht, Rousseau, Nietzsche, Sontag, Dostoviesvky, Kierkegaard, Pizarnik, Cortázar, Onetti, Miller, Bian, Piazzolla, Mahler, Beethoven, Larralde, Parra… ¿cómo se hace de un hombre puro y honesto un criminal de un día para otro?

No puedo dejar de hacer mención de las cárceles, los asilos y las simuladas neuralgias sociopolíticas. Ah! no olvido a los distribuidores de premios para los funcionales que entregan todo por un segundo de “éxito” a la cartè, o decir algo sobre los empresarios y banqueros abrillantados y lavadores, las “top” models, las actrices y actores de temporada estival, o quizás sobre genios construidos en las usinas de inteligencia de un mundo que no interesa ya dilucidar sobre la irreflexión y la bajeza, algo sobre la moral o el rock and roll. No sé… sobre la vejez como horror ejemplar, sobre el suicidio de los pueblos. No hago más que arrojar unas palabras, aislamiento, degeneración, negociados, tranzas, vulgaridad, prostitución.

Que me hagan sonreír los que gobiernan, los poderosos de turno, no es casualidad, todo tiene algo de imposible, de inaudito, nada que exaltar, mucho que condenar, acusar, pero todo es risible cuando se piensa en la muerte.

A los que no les agrada engañarse, sabrán que debemos considerar modificar el modo y la manera de comunicarnos, llegar a construir una obra de “síntesis” y a la vez de “fractura”, en la que los perfiles sean muy nítidos, sin dar espacio a las alusiones, un contrapunto ideal para enfrentar el presente y a los que no desean ya desear lo “deseante”: un umbral desinhibido solo para quienes nos hemos nutrido de valores, hoy perimidos, sobre la denominada otrora condición humana. A partir de ese instante, pensando anacrónicamente al relato oficial de cómo comportarse en tiempos de groseros ignorantes, podremos instalar posibles argots verbales -sin posibilidad alguna de decodificar para estas bestias- en acto de lanzar discursos fragmentados y por cierto bastante imbéciles, construir una comunicación para los que estén investidos de carisma y sabiduría vocacional. Sinceros, verdaderos y desproporcionados en el afán permanentemente de llevar a cabo la creación de momentos milagrosos, ocurrencias insólitas, al modo de, por ejemplo, Henry Miller, quien acumuló con prodigalidad a lo largo de sus Trópicos y de su Ojo cosmológico un mundo a vivir… Poseía un trasfondo de misticismo, epicureísmo y gusto por la aventura tan necesarios en este presente pleno de tours turísticos espantosos, adosados de siliconas y proxenetas por doquier.

En este lento y pausado “paso adelante” que propongo, en este tiempo de desintegración implacable del pasado y de la historia de la civilización, de parte de la tendencia anticuada del neoliberalismo, devenido el planeta en un “pequeño mundo cataléptico”, donde el sol ya no brilla sobre nada nuevo.

Los habitantes de este mundo, en proceso final de descomposición, colapsado, se mueven, trabajan en tareas humillantes, se toman selfies con sus smartphones, procrean, huyen a metros de su computadora y de las redes sociales, que el universo de la web controla de manera inquisidora, matan, mueren, se suicidan, acuden a ser testigos de delitos inexistentes… otros ciudadanos, se han instalado en un tacho de basura en el que se limitaran a agonizar aullando hasta el fin… donde sus restos serán recogidos por quienes los heredarán en su rol de agonizantes póstumos.

¿Quién escribirá el libro de larga crítica que precisamos, para deshacer la porquería neoliberal y sus funestos actores? ¿Cómo mostrar la necesidad de nuestro tiempo en todo su estupro pseudo-democrático y básico, en su antieticidad, pequeño burguesa, en su obscena incultura de salón gourmet kitsch, en su desesperanza de jamás llegar a ser aristocrático?, ¿quién?

Es verano. Y bien, aquí estoy tratando de cicatrizar alguna herida… pero quién puede contener a los insectos metaforizados en “celebrities”, sin mancha de pecado original, son sumamente repetidos, ubicuos y oscuros en su mirada turbia. Dioses de batallas financieras: principio y fin de todas las cosas, santo y seña sin mostrar el revés de sus sueños porno. Y ahí están los ¿indispensables?, los siempre amigos, reptando hacia la cima. Prostitutas enloquecidas, eunucos sin cabeza jugando anestesiados, legitimados por los nuevos dioses del Olimpo, sedimento de deposiciones o mierdas recientes, como prefieran, es cuestión de detalles.

El juego del mundo ha cambiado singularmente puesto que ha devenido el juego que diverge. Sigo aquí, pese a todo

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