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lunes, 24 de agosto de 2015

“LA PROVOCACIÓN ELEVADA A SÍMBOLO”

“LA PROVOCACIÓN ELEVADA A SÍMBOLO”

POR EDUARDO SANGUINETTI
Las reiteradas provocaciones del oficialismo, en Argentina, hacia la comunidad toda, sin partidismos de ningún tipo, no hacen falta ya enumerarlas, a esta altura del delirio, elevado a símbolo de “fragmentos absolutistas”: hartan e indignan.

La provocación, en el nombramiento por decreto de la hija del ministro de Defensa, Agustín Rossi, como directora del Banco Nación de la República Argentina… un nombramiento polémico e innecesario… sólo para avivar rencores y provocar controversias, en estrategia continua de dividir, degradar la relación y en fin, eternizarse en el poder, podía haber sido obviada, en nombre del entendimiento y la armonía, tan precisos hoy, en el mapa político y social de esta tierra.

La joven “académica” Delfina Rossi, tal el nombre de la nueva funcionaria, alegó estar capacitada para ser directora del mayor banco del país: “La economía ha sido codificada de forma que la gente no la pueda entender”. Y que desde su preparación, ella tiene “la capacidad política de leer la situación” y que llega a aportar “desde mi perspectiva de joven profesional del interior”…. vaya! que argumentación, y sumo otras de mayor calibre, la joven de 26 años declara: “En 15 días cumplo 27 años”, hago silencio, ante este comentario, de Delfina Rossi.

Pero trataré de transmitir, las innecesarias justificaciones de ¿peso? de esta improvisada mujer: “El cargo no pasa sólo por una cuestión bancaria sino de confianza política”, esto nos marca pautas de comportamiento, pues lo político de entrecasa, da tranquilidad a los próximos nombramientos de hijos de funcionarios del gobierno… siempre por decreto, es la norma y regla, parece… nada por debajo de la desmesura…

Acerca de la idoneidad, capacidad de gestión comprobada y trayectoria, que dan experiencia, a un alto funcionario, cualquiera sea su origen ideológico u oportunista, se torna indispensable… pero de esto, no se habla, no se murmura, no se replica en las voces de quienes dicen regir los destinos de Argentina… en paréntesis, pero dentro del tema, la provocación, del motonauta Scioli, en plena campaña para desagotar la inundada provincia de Buenos Aires… previo viaje a Italia de un día, que realizó, según fuentes, para ir en búsqueda de inversores, en pleno verano europeo, ¿será verdad? ¡hummm!… y vuelta a casa, con la frente marchita, y Karina del brazo y por el agua, que sigue corriendo.

“Me gradúo a los 21 años, en una carrera que, siendo de 4 años la hice al día. Mi promedio fue más de 8.5 sobre 10″, detalló y dijo que estudió en la universidad pública de Barcelona y que allí “la universidad pública sale 1.000 dólares al año”, justificó y añadió Delfina a Radio Del Plata… ¿no les parece infantil y un tanto tonto, lo manifestado por esta directora “sui generis” acercando datos que a nadie, con coeficiente y en pleno uso de sus facultades, le importa nada?… los que pasamos por universidades, lo sabemos.

Y para tranquilidad de los entendidos en las lides de la vida, cual tiro de gracia Delfina, graciosamente nos dice: “Trabajé desde los 16 años dando clases de teatro para niños”, es broma o ironía de las más exquisitas… quizás propondrá la apertura de una sala de teatro para niños en el Banco Nación, pues hay que darle espacio absoluto y total a la diversidad, es la norma y regla de estos tiempos… mientras tanto, en la diversidad, están excluidos los hambreados, los sin techo, los sin tierra, los dejados al margen del sistema, por pensar distinto… ¿de qué diversidad me hablan?

La muerte del sentido, en actos y prácticas del gobierno, puntualmente en este caso de discriminar a la excelencia, no conmueve ni conduele, solo indigna. En la vida los actos, sobrevuelan a las palabras, justificaciones y actitudes destempladas, llaman a la reflexión y de inmediato a la acción.

Existirían pues dos posibles cualidades distintas para esa clausura del sentido, en apostar a esta democracia, para pocos: “La falta de necesidad de un sentido” y “la necesidad de un sentido que no existe”, y lo hago extensivo a la metáfora del demonismo, que he tratado en mi ensayo “El Pedestal Vacío” (1994, Editorial Catari), donde el sentido, convierte al nihilismo y el escepticismo en fe, y puede definirse como la mentira de ninguna verdad, convertida como la verdad de ninguna mentira… una transgresión, en la provocación.

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