CÁLLATE, BONITA
Manuel
Garí*
Otra vez nos
mandan callar. Como tantas veces hicieron los reyes y los amos. Purita casta.
Esta vez la orden provino de un político profesional al servicio de los bancos
y demás compaña. Cuando no hay argumentos se manda callar a quien disiente, a
quien defiende a la gente de abajo. Y, para más INRI, la voz era de un varón,
que probablemente se crea progresista, pero que empleó el más viejo imperativo
machista y patriarcal frente a una mujer: “cállate, bonita”. Le faltó decir
aquello de que “calladita estás más guapa”. Al calor del desacato verbal, otro
y otro -fueran del PP o del PSOE- en santa alianza, se animaron a rebatir a la
representante del pueblo andaluz (de todo, como en teoría los son cada uno de
los electos) con argumentos de peso: “no tienes ni puta idea”.
Eso es lo que se
oyó durante la intervención que hacía la portavoz de Podemos en el parlamento
andaluz, un partido que obtuvo el apoyo de centenares de miles de votantes y 15
escaños. ¿Estamos ante un caso de mala educación? Sí, por supuesto. ¿Es grave
porque se falta a la “cortesía parlamentaria”? Evidentemente no hubo ni rastro
de las supuestas y tantas veces hipócritas formas del fair play entre
representantes populares. ¿Tuvo la portavoz de Podemos amparo de la presidencia
del parlamento ante la algarabía de quienes cobran por parlamentar? No. Pero,
con serlo, no es esa la cuestión más importante. Lo que denota el “cállate” es
que las voces que rompen con la armonía del bipartidismo y ponen en cuestión
las bondades del régimen del 78 exigiendo que la ciudadanía sea sujeto real del
gobierno de sus destinos, las que se ponen del lado de desahuciadas y despedidos,
de la transparencia frente a la opacidad, de la decencia en el uso de los
recursos públicos frente a los mangantes de los ERE, del incremento de la
cantidad y calidad de los servicios públicos frente a la los recortes y las
privatizaciones… Esas voces deben ser acalladas. Y, además convertidas en chivo
expiatorio.
De pronto, tras
el fracaso de la primera votación de investidura, todos los intelectuales
orgánicos del régimen se aprestaron a desarrollar dos ideas: es preciso
devolver la estabilidad a Andalucía y ello exige la madurez de todas las
fuerzas políticas. El título de madurez se imparte según el grado de silencio y
sumisión que se practique. Y concretan algo más: hay que permitir la
investidura de Susana Díaz mediante una cultura de pacto, quien no accede a esa
asignatura, no puede intervenir en política. A lo que Díaz añade – basta
analizar sus discursos- su populachera identificación entre su persona y
Andalucía. ¿Dónde está el truco del lío montado por la propia candidata a la
presidir el gobierno andaluz? Díaz tenía un gabinete estable con IU que le
aprobó los presupuestos poco antes de recibir la carta de despido. Pero no le
bastaba e intentó ganar la mayoría absoluta para alcanzar San Telmo con la
vista puesta en horizontes lejanos (calle Ferraz de momento y ¿quién sabe?
algún día Moncloa). El truco está en que le salió mal, le votaron muchos, pero
menos que antes y se encontró con una pluralidad molesta. El lío lo montó quien
disolvió el anterior parlamento y ahora pretende imponer el viejo dilema de “yo
o el caos”.
Se nos llamó a
conversar para que facilitáramos la investidura, e incluso se nos llegó a
insinuar que mediante la abstención. Hasta el voto tenían pensado. Y pusimos
tres condiciones sobre la mesa. No eran, como algún columnista ha afirmado en
El País, el programa del partido con 15 escaños intentando imponerse al que
cuenta con 47. No. Desde Podemos planteamos tres asuntos que significaban una
mejora para la ciudadanía y de cumplirse una señal inequívoca de “propósito de
la enmienda”. Habrá que recordarle a los corifeos del régimen que nadie está
obligado votar sin condiciones y como acto de fe la investidura de una
candidata que ha incumplido anteriormente. En fin a los “pactólogos”, a los que
reducen la política al arte del apaño entre élites, habrá que recordarles que
los pactos, los pactos con mayúsculas en este régimen político, lo son para
gobernar. Y no se trataba de eso.
La renuncia en
diferido a escaño futuro de los ex presidentes Chaves y Griñán que siguen en
sus puestos en Madrid, no se acompañó de una asunción de responsabilidades
políticas. Sí, leyeron bien, políticas, pues las otras las dirimirán los
tribunales. Pero en aras de la recuperación del empleo perdido en sanidad y
educación, con ánimo de impedir la connivencia con los bancos con tratos
comerciales con la Junta que ejecutan hipotecas a las familias andaluzas y con
el propósito de acabar con el escándalo de la creación y reparto de cargos
practicado por la administración andaluza y su madeja de empresas y fundaciones
–auténtica oficina de empleo para los miembros del partido de Díaz-, como en el
famoso juego, aceptamos pulpo como animal de compañía. ¿Qué habría pasado si no
hubiéramos planteado la cuestión de Chaves y Griñán? Que seguirían y repetirían
escaño. Nuestra actitud obtuvo pues un primer resultado positivo para orear la
Junta.
Nos centramos
pues en pedir la información sobre los altos cargos existentes, competencias y
ubicación pormenorizada y obtuvimos una información incompleta (no cuadraban
los números) e inconcreta y sin detalle que, por comparación, harían parecer
las cuentas del Gran Capitán una memoria económica de Microsoft. Nos plantearon
que en esta legislatura harían un esfuerzo de reducción del 5% de los altos
cargos. Así al peso, sin más detalle. Ante nuestro estupor reaccionaron con una
contra ofertaron del 10%. Como si de un regateo de mercadillo se tratara. Eso
sí, nos hablaron sin concretar que iban a contratar unos cientos de personas en
sanidad y educación, o sea un objetivo misérrimo para la pérdida de empleo y el
retroceso de los servicios públicos habidos.
Respecto a lo que
finalmente se reveló como el asunto de los asuntos, la madre de todos los
asuntos, el romper relaciones comerciales con los bancos que desahucien, el
debate fue extenso e instructivo y pueden quedar para otro día los pormenores.
Ahora se entiende porque no aceptaron nuestra propuesta de transparencia de
grabar un audio visual de las conversaciones y darlas a conocer en tiempo real.
Aquí vamos a centrarnos en un aspecto: se nos dijo que la Junta y sus empresas
no podían libremente abrir, menguar o cerrar cuentas sin quebrantar las leyes.
Se nos explicó desde el conocimiento que da la veteranía en el escaño como
funciona la administración a los que supuestamente nada sabíamos de ello. Y se
nos suministró fotocopia un dictamen jurídico que resultó erróneo. El dictamen
afirmaba que las cuentas corrientes de la Junta debían someterse al
procedimiento de contratación de la Ley de Contratación. Cosa que no coincide
en absoluto con los Artículo 75 del DL 1/2010 por el que se aprueba el Texto
Refundido de la Ley General de la Hacienda Pública de la Junta de Andalucía y
el Artículo 4.3 del RD 46/1986 por el que se aprueba el Reglamento General de
Tesorería y la ordenación de pagos.
Llegados a ese
punto y pese a las evidentes diferencias, se nos dijo que “estábamos a un
folio” de llegar a un acuerdo. Les propusimos entonces que nos dieran por
escrito los términos del acuerdo para evaluarlo y… ese folio jamás llegó.
Primera conclusión: o mintieron o no sabían de qué hablaban pese a la precoz
profesionalización en la política de algunos dirigentes del PSOE (¿quién
entonces “no tiene n.p.i”?). Segunda conclusión: acuerdos entre partidos, los
que beneficien a la ciudadanía, a plena luz del día y con pantallas en la plaza
para que la ciudadanía sea testigo y decisora. ¿Quién sabe si para estas horas
no han llegado ya a un acuerdo PP y PSOE? Purita casta.
Coportavoz
de Podemos en los diálogos de investidura con el PSOE de Andalucía
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