EL NEGOCIO
OCULTO DE LAS CÁRCELES ESPAÑOLAS
ESCRITO POR FERNANDO ROMERO
Grandes
empresas, como El Corte Inglés, Banco Santander, Telefónica o ACS, y muchos
Ayuntamientos, se benefician del trabajo, apenas remunerado, de miles de presos
de las cárceles españolas. También la familia Pujol-Ferrusola, que tiene tras
las rejas otro de sus oscuros negocios.
El mundo de las
cárceles en España es un tema tabú, del que muy poca gente, salvo los que
tienen familiares dentro, conoce su verdadera realidad. Como ocurre en nuestro
mundo, del sufrimiento de los demás siempre hay alguien que obtiene provecho
económico. Eso ocurre también intramuros. Los presos se han convertido en los
nuevos esclavos del siglo XXI porque el Estado de Derecho se suele estrellar
con los muros de las prisiones, como dice en una entrevista en este mismo
número la abogada Charo González.
El negocio de
las cárceles ha sido denunciado en numerosos foros de Internet, en
publicaciones radicales o de apoyo a presos y en blogs de escasa repercusión.
Los medios de masas casi nunca recogen noticias que pongan en duda a la
institución penitenciaria. Sin embargo, lentamente, gracias sobre todo al
testimonio de presos y organizaciones humanitarias o de apoyo a los reclusos,
va emergiendo la información a la superficie.
El Organismo
Autónomo de Trabajo y Prestaciones Penitenciarias (OATPP), dependiente de
Instituciones Penitenciarias, funciona como una empresa de trabajo temporal
(ETT) y tiene a más de 12.000 presos trabajando en unos 200 talleres. A ellos
hay que sumar los que están bajo el control del CIRE (Centro para la Iniciativa
de la Reinserción) de la Generalitat catalana, que va por libre. Los internos
están cobrando sueldos ínfimos, no tienen derechos laborales y están generando
una producción por valor de millones de euros con grandes beneficios para las
empresas que los utilizan y que además tienen la ventaja de que se ahorran el
pago de luz, agua, teléfono e incluso parte de las cuotas de la Seguridad
Social, que corren a cuenta de la Administración; y todo ello gracias a los
convenios con la OATPP.
El número de
reclusos “trabajadores” aumenta año a año y se ha multiplicado por tres en tan
solo una década. En teoría estos organismos que contratan presos para el
exterior hablan de “programas de reinserción”, aunque lo cierto es que se ha
convertido en un negocio lucrativo para muchas empresas. En la memoria de
Instituciones Penitenciarias de 2012 se mencionan unos beneficios en todo el
Estado de cinco millones de euros (con ventas de 162 millones) gracias a la
actividad productiva de los internos de todas las prisiones: un total de
12.217, de los cuales 3.119 producían para empresas privadas.
Cien empresas,
quinientos clientes
Amadeu Casellas
estuvo preso en las cárceles españolas durante más de veinticinco años y acaba
de publicar el libro Un reflejo de la sociedad. Crónica de una experiencia en
las cárceles de la democracia, en el que denuncia con nombres y apellidos a los
que se enriquecen con los reclusos. Entre ellos están la familia Pujol-Ferrusola,
Telefónica, El Corte Inglés, ACS, el Banco Santander y Ayuntamientos de toda
España, pero hay muchos más.
El más
llamativo es el de la familia Pujol-Ferrusola, porque entre sus negocios
también está este penitenciario, aunque no ha salido a la luz tras destaparse
el escándalo sobre las actividades de la saga. Marta Ferrusola, esposa del ex
presidente Jordi Pujol, estuvo en la directiva del CIRE a finales de la década
de los noventa, aunque nunca se la veía por su despacho. El ex recluso Amadeu
Casellas la denunció en su día sin éxito ante la Fiscalía porque decía que
cobraba un “sueldazo” sin acudir a su puesto de trabajo. Por otro lado está la
empresa Servivending, que suministraba productos y máquinas expendedoras al
CIRE y que al parecer fue puesta en marcha por uno de los hijos de Jordi Pujol,
aunque actualmente solo aparece como administrador único Manuel Antolín Aznar.
Según fuentes
que investigaron al CIRE, la familia Pujol estuvo desde el principio en esta
entidad. Se les conoce también un negocio de flores dependiente de esta
institución. Estas iniciativas pronto pasaron a otras manos porque, según las
citadas fuentes, “los Pujol ponían en marcha el negocio y luego lo vendían”.
El Corte Inglés
se enriquece con los presos por partida doble. Por un lado los tiene trabajando
para sus tiendas en unas condiciones precarias y por otro lado son luego los
propios reclusos los que adquieren esos productos. La multinacional de Isidoro
Álvarez suministra sábanas, mesas, camas, bandejas de comida, sillas, ropa para
penados y funcionarios, mantas, colchas y hasta los lotes higiénicos. Y son los
presos los que están fabricando todo el material textil con sueldos que no
pasan de 200 euros al mes. También Correos usa presidiarios como mano de obra,
cobrando menos de 12 euros por ocho horas de trabajo.
Otras muchas
empresas y sectores se nutren de la mano de obra barata de las cárceles. Por
ejemplo, el de fabricación de automóviles. En las cárceles se fabrican los
salpicaderos de Seat, Volvo y Renault. También se producen las pastillas de
frenos de casas muy conocidas como Jurid. En Lleida los presos le fabrican a la
bodega Raimat cajas de fruta de madera y cartón. Hay imprentas donde se hace
casi todo el material de los juzgados y audiencias de Cataluña. En Girona, los
presos confeccionan con sus manos los álbumes de fotos que fabrica la empresa
Manuart.
Otro de los que
saca tajada del negocio de las cárceles es el presidente del Real Madrid,
Florentino Pérez, a través de su empresa ACS. Construye las cárceles y después
cobra el alquiler, como es el caso de Brians 2, la prisión de Manresa, la de
Figueras, la de Tarragona y muchas más por todo el territorio español. Por cada
una de ellas, dice Casellas en su libro, “cobra al mes más de un millón de
euros”. Florentino Pérez fue uno de los constructores que se benefició del Plan
de Creación y Amortización de Centros Penitenciarios que supuso la construcción
de 46 nuevas infraestructuras penitenciarias en el periodo 2006-2012, con una
inversión de 1.647,20 millones de euros, además de otros 1.504 millones ya
aprobados por anteriores Consejos de Ministros. Otras empresas que también se
han beneficiado son COMSA y Ferrovial. De la primera, su consejero delegado es
Josep Miarnau, mientras que Ferrovial está presidida por Rafael del Pino
Calvo-Sotelo. También participan del reparto del pastel FCC, grupo de empresas
de las hermanas Koplovitz.
Otros productos
que hacen los presos son los mosquetones para practicar la escalada y el rápel.
También hay trabajos para empresas externas de carpintería metálica, confección
industrial o cultivo en invernadero, a los que hay que añadir las tareas para
las propias prisiones, como cocina, panadería, mantenimiento, jardinería y
lavandería.
Telefónica hace
también negocio a costa de los presos, pues mantiene una situación de
monopolio. Ello es posible porque todos los reclusos deben comprar
obligatoriamente las tarjetas de Telefónica para llamar a su familia, amigos,
abogados, etc. Cada tarjeta cuesta un mínimo de 5 euros y pueden hacer dos llamadas
a móvil si llaman dentro del territorio español. Si es al extranjero, el coste
de la llamada se dispara. Los presos pueden llamar cinco veces a la semana con
un coste mínimo de 10 euros semanales por preso. Como en España son más de
60.000, calcúlense los beneficios.
En Euskadi los
presos trabajan para Eroski y Citroën. En Cataluña el Grupo Codorniu tiene a
condenados trabajando para bodegas de Lleida. Otras empresas que utilizan la
mano de obra barata de los presos son Saveco, Valeo (automóviles) y Asimelec
(electrónica y comunicación).
Además OATPP
tiene contratos con Ayuntamientos de toda España y todo signo político. Las
Cámaras de Comercio de muchas provincias firman convenios con esta entidad.
También tiene convenio con las cárceles la Confederació d’Associacions
Empresarials de Balears (CAEB).
Se calcula que
más de 100 empresas y 500 clientes particulares contratan presos, aunque la
cifra real es difícil de conocer ya que los datos no se hacen públicos y no
aparecen en el BOE. En este sentido hay que mencionar al blog en apoyo a los
presos, Punto de Fuga, que está haciendo un meticuloso trabajo de investigación
sobre estas empresas.
Las denuncias
sobre explotación de presos empiezan a ser cada vez más numerosas. La
Asociación Pro Derechos Humanos de Andalucía informó recientemente de que unos
12.000 reclusos están empleados en la cárcel con sueldos de hasta 0,5 euros a
la hora y entre 80 y 300 euros al mes. Señalan que la vulneración de derechos
laborales de los presidiarios es “un problema casi desconocido” que niega horas
extra o vacaciones y “aporta un subsidio de desempleo máximo de 100 euros”.
Otras fuentes
coinciden en que los presos empleados no tienen pagas extraordinarias, horas
extra o vacaciones ni por supuesto posibilidad de denunciar su situación a
través de los sindicatos, porque éstos están ausentes de las cárceles. Al
obtener la libertad, por haber cotizado, no disfrutan del subsidio de
excarcelación –426 euros, hasta en 18 meses– sino de la prestación por desempleo
que apenas llega a los 100 euros, por lo que muchos internos prefieren no
trabajar. Los salarios, según estos informadores, oscilan entre los 120 a los
150 euros al mes, con horarios de 8 horas diarias, cinco días a la semana.
El Banco
Santander hace caja
Valentín
Matilla González es un ex recluso que estuvo tres años en Villabona (Asturias)
y fue excarcelado en noviembre de 2013. Corrobora lo que publica Casellas: “Hay
negocios en todas las cárceles, pero solo algunas se consideran ‘productivas’,
porque fabrican para empresas”. No es el caso de la prisión de Villabona, pero
sí, por ejemplo, de la del Dueso (Cantabria), “a la que todos quieren ir porque
trabaja con muchas subcontratas y hay mucha indigencia. Para que te trasladen
tienes que portarte bien y por supuesto hay tráfico de influencias”.
Habla de El
Corte Inglés, el suministrador “oficial” de los objetos de consumo de los
presos: “Si un interno quiere tener una televisión, no puede ir al mercado
libre, sino que tiene que comprarla en El Corte Inglés”. El sistema es el
siguiente: aparece por las cárceles cada 15 días lo que los internos llaman “el
demandadero”, que recoge las necesidades de productos y objetos de los
reclusos. Luego acude a El Corte Inglés a por ellos.
También el
Banco Santander se beneficia de una situación de monopolio porque los presos
solo pueden tener sus ahorros en la entidad de Botín. Incluso, si se mandan
transferencias, tienen que ser a través de este banco.
Los presos
gastan e ingresan a través de una tarjeta vinculada al Santander. Pueden
ingresar un máximo semanal de 100 euros, lo que ocurre habitualmente los
miércoles. Si, por ejemplo, el ingreso se hace un jueves, hasta el siguiente
miércoles no se cobra, “así que imagínate qué negocio hace el Santander con el
dinero de todos los presos de España durante los días que no pueden hacer uso
de él”.
Matilla conoció
a muchos presos que venían de otras cárceles españolas y le contaron los
negocios de cada localidad. Pone el caso de Alcalá-Meco, en el que un director
trasladó la panadería de la prisión al exterior para aumentar el negocio.
En el Centro de
Integración Social (CIS) de Villabona se preparan los destinos remunerados para
algunos internos. Por ejemplo, para el sector de limpiezas, en el que la
remuneración es de 150 euros mensuales. En la cocina las condiciones laborales
“son un escándalo”, según Matilla, en referencia a las largas jornadas y la
escasa remuneración. Luego están los cursos de jardinería remunerados que se
realizan a través de convenios entre instituciones penitenciarias y muchos
Ayuntamientos españoles. Los presos aseguran que no existen tales cursos, sino
que son enviados a trabajar igual que los empleados municipales, cobrando unos
300 euros mensuales con la misma jornada laboral que sus compañeros; además,
aseguran, tienen que pagarse el transporte.
El Ayuntamiento
de Langreo fue el primero de Asturias que firmó un convenio con la prisión de
Villabona a través del CIS. En teoría los reclusos trabajan en un taller de
formación para aprender un oficio y luego reinsertarse en la vida laboral. Lo
cierto es que no es así. Son peones utilizados (sin recibir ninguna formación)
en las tareas de jardinería del Ayuntamiento. No está con ellos ningún monitor
o formador sino que son grupos de 3-4 personas acompañados de un empleado
municipal que les indica la tarea a realizar.
Los presos con
los que contactó esta revista aseguran que para este tipo de trabajos no se
hacen nóminas sino que “te dan un papel de mala manera”. En Villabona, dice
Matilla, los destinos remunerados “los maneja un tipo, la mano derecha del
director de seguridad, que por supuesto funciona por medio del tráfico de
influencias, con sus chivatillos y una cola de gente esperando para que les
reciba y les de un trabajillo”.
Antiguamente había
economatos que ahora han pasado a denominarse “boutiques”. Este cambio de
nombre ha supuesto simplemente un aumento de precios de los productos que se
venden.
Funcionarios a
cuerpo de rey
Pero no son
solo los empresarios los que sacan tajada de los presos. También se benefician
muchos funcionarios de prisiones, que utilizan entidades públicas, como el CIS
o el CIRE, desde las cuales se mueven todos estos negocios, muchas veces
camuflados como talleres de formación, y cuya filosofía empresarial no es por
supuesto explotar a los presos sino “integrarles en el mundo laboral”.
Según Casellas
los empleados del CIRE “viven a cuerpo de rey y son parte del entramado que
explota a los presos”. ATLÁNTICA XXII intentó ponerse al habla con
Instituciones Penitenciarias para preguntar sobre estas denuncias, aunque
indicaron que por “vacaciones” nadie podía atender a la llamada de la revista.
Lo mismo ocurrió con otro de los organismos denunciados por Casellas en su
libro, el CIRE. Su directora, Elisabeth Abad i Giralt, eludió contestar a las
preguntas de esta revista, aunque desde el gabinete de prensa mandaron un
mensaje en el que afirmaban que el CIRE tiene un objeto más social que
económico y que “es una empresa pública de la Generalitat de Catalunya que se
ocupa de la reinserción de las personas privadas de libertad, mediante la
formación en oficios y el trabajo penitenciario”.
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